*Elías*
Los días dejaron de definirse como caóticos y comenzaron a ser un tanto más dispersos. Durante la semana, estuve todo el tiempo distraído, y cada vez que hablaba con Gabriel no podía dejar de pensar en la conversación que había tenido con Regina.
Me convencí a mí mismo de que era momento de hablar con él, pero por alguna razón seguía posponiéndolo.
Hasta que el viernes, a última hora, el profesor de literatura sólo nos dio una guía para su examen y luego nos dejó hacer lo que quisiéramos por el resto de la clase. Yo ni siquiera sabía qué hacían las demás personas, estaba pensando en lo que habíamos hablado Regina y yo hacía poco. Eso era lo único en lo que pensaba desde entonces.
– ¿...Elías? –me llamó alguien junto a mí.
Gabriel estaba sentado en el lugar vacío de Regina, y me miraba sonriendo.
–Ah, perdón. Hola.
–Te estoy hablando desde hace como dos horas y no me haces caso –se rio.
–Sí, Perdón. Es que estaba pensando y...
– ¿Pensando en qué?
–En... cosas
–Cosas... –repitió – ¿Qué se va a hacer hoy?
–Hoy no puedo, ya había quedado con mi hermana para acompañarla a comprar un vestido para el baby shower de una amiga o algo así; ya sabes que esas cosas son eternas. Pero puedes venir a mi casa mañana. Mis papás van a estar en casa de mi abuela rica todo el fin de semana; si no los ve al menos una vez cada dos meces no nos da dinero, y pues eso está jodido.
–Me parece bien –hizo una corta pausa –. Y... eh... ¿tu hermana va a estar?
Entorné los ojos.
–Es lo más probable, Gabriel, ahí vive.
Hizo una mueca entre pensativa y molesta.
–Bueno, esa bien. De todos modos no come gente.
–No, no come gente –me reí.
– ¡Ay! ¡Casi se me olvida! –exclamó, dándose un manotazo en la cara –Mañana es el cumpleaños de David, probablemente me ahorca si no voy mañana a Océano.
–Bueno, entonces otro día, no importa.
–No, está bien. Eso es en la noche.
– ¿A dónde vamos a ir en la noche? –apareció de pronto Liliana, seguida por Regina y Cesar.
–Hoy a ningún lado, mañana a Océano ¿Quieren venir? –le respondió Gabriel a Liliana.
– ¿A coger otra vez con David? –soltó Cesar.
Regina le propinó a Cesar un codazo en el estómago que hasta a mí me dolió. Liliana sólo se quedó mirándolo enfadada.
– ¿Saben qué? No voy a ir a ningún lado con ustedes, bola de chismosos desgraciados –Liliana dio media vuelta y se fue hecha una furia.
Regina la siguió, argumentando que ella no le había dicho nada a Cesar. Liliana le gritó algo sobre que ella no le había dicho a nadie más que a Regina, pidió permiso para ir al baño y se salió del salón. Entonces Regina la siguió, sin permiso alguno, y ya no supe qué pasó.
Regina había guardado olímpicamente el secreto de Liliana, no me lo había contado ni siquiera a mí; pero David le había dicho a todos sus amigos, Gabriel me lo dijo a mí y yo a Cesar. Me sentí mal por un momento, pero luego escuché uno de los quejidos agudos de Liliana provenientes del pasillo y lo olvidé.
ESTÁS LEYENDO
Como zurdos en mundo de diestros
RomanceLa apuesta, sí. Gabriel también hizo un trato con su mejor amigo y se dispuso a conquistar a una chica que nunca le gustó. La diferencia es que él no terminó por enamorarse de esta chica. No, él se enamoró del mejor amigo de ella. Gabriel es el típi...