Capítulo XV: Luz de Día

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"El mundo es un lugar duro y es nuestra responsabilidad ser fuertes en él."

Ernest Hemingway

(...)

La atmósfera en la sala de la Orden Sagrada era tensa, electrificada por la inminente búsqueda de Fushiguro Megumi, el sacerdote novato desaparecido.  Gojo Satoru, con su famoso carisma y una chispa de peligro en sus ojos, se movía como un rayo entre el grupo.

"Rescatemos a Megumi", pensó, pero lo que se cernía sobre ellos era algo más grande que un simple rescate. Era una lucha de poder, mostrar que los sacerdotes no se doblegarian.

El ritual comenzó con la creación del amuleto. Geto, con su voz suave pero firme, guió a los demás, vinculando el rosario de Megumi con pedazos de su esencia, mientras los otros apóstoles se concentraban, fusionando sus energías en una poderosa corriente mística.

La sala resplandeció cuando el portal se empezó a formar. Un vórtice de energía oscura se abrió frente a ellos.

—Es ahora o nunca —dijo, con su voz sonando por encima de la tensión del momento—

Sin dudar, Gojo cruzó el umbral del portal.

A medida que avanzaba, el frío del infierno lo sorprendió. A pesar de las llamas que danzaban en la distancia, el aire era gélido, como si el propio abismo estuviera atrapando la calidez y la esperanza. Gojo apretó los dientes, sintiendo que el aliento se le congelaba en los pulmones. Este no era el infierno ardiente que los relatos describían. Era un lugar donde el frío se infiltraba en los huesos, donde la desesperación se convertía en un abrazo helado que amordazaba los corazones.

—¿Qué clase de antítesis es esta? —murmuró para sí, sintiendo cómo su energía se alteraba a su alrededor. La desolación le susurraba al oído, un eco de los que habían caído antes que él, atrapados entre el miedo y la locura. El infierno era frío, un vacío que se sentía en lo más profundo de su ser.

En un instante, sintió la presión casi física de la corrupta esencia infernal, tratando de atrapar su mente y su voluntad. Pero Gojo era fuerte, su risa resonaba como una respuesta burlona a las sombras que llenaban el aire.

《●●●●》

Megumi sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. La cueva, una vez oscura y llena de murmullos, ahora se convertía en un eco de su desesperación.

— ¡No! ¡Déjame ir! —gritó, con la voz quebrada, mientras su cuerpo se agitaba en un intento inútil por liberarse del agarre de Gojo, quien lo llevaba directo al portal.

No quería sentir lo que es perder a alguien, no de nuevo... es muy doloroso.

Las lágrimas brotaban de sus ojos como ríos sin fin, haciendo que su piel ardiera por la pesadez de su angustia.

— ¡Sukuna! —llamó con toda su fuerza, como si su voz pudiera atravesar la barrera que los separaba. Pero el sonido de su propia desesperación le resonó en los tímpanos. En esa situación no podía ni reconocer su propia voz que sonaba quebrada.

Solo se oía el eco de su llamado en la cueva vacía mientras Sukuna se preparaba para enfrentar a los demonios rebeldes, liberó toda su energía dispuesto a pelear.

En su interior, Megumi sentía un vacío que amenazaba con consumirlo. La angustia lo envolvía como una niebla densa e inamovible, incapaz de ver más allá de sus propios miedos.

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⏰ Última actualización: Jan 05 ⏰

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𝔓𝔯𝔢𝔰𝔞𝔤𝔦𝔬  (𝙎𝙪𝙠𝙪𝙁𝙪𝙨𝙝𝙞- 𝙎𝙪𝙠𝙪𝙢𝙚𝙜𝙪)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora