Día 6

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Hoy es mi primer día de clases de segundo semestre.
Son las cinco de la mañana y ya estoy despierta.
Son las cinco de la mañana y ya estoy pensando en ti.
Tomo una ducha, me visto y desayuno, todo ello mientras pienso en ti y todos nuestros momentos juntos.
Recuerdo tus lunares, esos dos lindos lunares que tienes en el rostro, uno a cada lado de tu nariz.
No sabes cómo me encantan.
Y aunque tú digas que no son la gran cosa, para mí, son hermoso.
Casi tanto como tú.

* * *

Durante el día pase queriendo irme.
No aguanté ni dos horas recibiendo clases.
Principalmente porque mi profesor favorito había sido despedido por causas que considero injustas.
Pero, ¿quién soy yo para dar órdenes en el colegio? ¿quién soy yo en este mundo?
Probablemente ambas preguntas tengan la misma respuesta: Nadie.
Un poco de polvo que en polvo se convertirá.
Simple.
Yo no soy nadie.
Porque no te tengo.
Sé que realmente no es así. Sé que todos somos alguien. Pero sin ti, nada se siente igual.
Yo soy alguien, contigo.
Y soy tuya.
Y espero que tú sientas que eres alguien conmigo.
Y que seas mío.
Ojalá estuvieses aquí conmigo, Mark.
Nos presentan al nuevo profesor.
O como yo lo llamo, "intento de suplente".
Estoy harta de todo.
Observo mi muñeca.
A diferencia de unos cuantos, que pensarían que decidí cortarme, cosa que nunca he hecho, prefiero unirme a una campaña.
La campaña del punto y la coma.
La campaña para brindar esperanzas y ponerle a nuestra vida un punto y coma en lugar de un punto final.
Pero, lamentablemente, no puedo tatuarme, así que decido hacerme la marca con una lapicera.
Tomo una de tinta negra y dibujo en mi muñeca.
;M.

* * *

Por la tarde, luego de un día de escuela insoportable, tengo entrenamientos de baloncesto.
Tenía la esperanza de que eso me ayudara a distraerme.
Tenía.
Porque no hubo entrenamientos.
Así que, con la cabeza gacha me subí al carro cuando mi madre llegó por mí.
"Tu padre quiere hablar contigo", me dijo.
No me preocupé. No había nada malo que pudiese haber hecho.
Y si así hubiese sido, nada podría ser peor que estar sin ti.
Al llegar a casa, llamé a mi padre por teléfono.
"Me dijo mamá que querías hablar conmigo," dije.
"Sí," afirmó a secas.
"¿Sobre qué?," inquirí.
"Sobre la vida," respondió él. "Sobre la vida, el amor, la familia, lo que te gusta, lo que no te gusta, lo que quieres, en qué puedo ayudarte".
Sonreí.
Era nuestra oportunidad.
Era entonces o nunca.
"¿Cuándo?," pregunté.
"Esta semana," respondió. "Salgamos a comer y hablamos."
Acepté y quedamos en ponernos de acuerdo.
Por primera vez, por piedad o por lástima, el mundo me daba una oportunidad.

Mis Días Sin Ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora