⸻Sinopsis-( 👀 )-.
Cuando Sandra, una quinceañera desorganizada y con tendencia a procrastinar, decide embarcarse en un intercambio escolar a Estados Unidos, jamás imaginó que terminaría viviendo en Filadelfia, "la cuna de la democracia" (y no de la...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
⸻ 𝗣𝗵𝗶𝗹𝗮𝗱𝗲𝗹𝗽𝗵𝗶𝗮, 𝗣𝗔 ⸻
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
⸻ Sandra's Pov —( ☁️ )—.
Volvimos del dichoso viaje al bosque hace ya unos días.
La verdad, lo que vivimos allí pareció tensarnos a todos al principio. Sin embargo, lo que no esperaba era el cambio que trajo para nosotros, es decir, para Walker y para mí. Antes del campamento todo era un desastre, pero ahora, en cambio, hay un no-sé-qué (o sí-sé-qué, pero no me atrevo a llamarlo por su nombre en voz alta) entre nosotros.
Y no hablo solo de roces de mano tímidos y miraditas a lo romance no romance. Hablo de besos con mayúscula, de abrazos a deshora y de un cosquilleo constante en el estómago que no se me pasa ni con un Almax.
¿De dónde salió tanto atrevimiento por parte de Walker? Yo tampoco lo sé con exactitud. Quizá haber pasado tanto miedo juntos nos unió a un nivel más profundo. O, sencillamente, rompió nuestras barreras, esas barreras que destruí el dichoso día del mordisquito, y reconstruí al enterarme de lo de Carol.
El caso es que, desde que regresamos, él está pegado a mí. Literalmente pegado. Es como un koala que busca la forma de asirse a mi brazo en cada ocasión posible.
En el pasillo, él se las apaña para caminar a mi lado rozándome el codo; en clase, si coincidimos, me lanza papelitos con dibujitos ridículos; en el comedor, se sienta casi encima de mí (evidentemente, no lo hace de verdad, pero a veces me lo parece) y, a la salida, busca cualquier excusa tonta:
—«Sandra, ¿quieres un caramelo?»
—«Sandra, ¿me acompañas a la taquilla?»
—«... ¿y al gimnasio?»
La mitad de las veces, me hace gracia. La otra mitad, me pone tan nerviosa que empiezo a alucinar con escenarios catastróficos. Porque, seamos realistas, no soy tonta: Walker no es un chico anónimo del montón. Aparte de su personalidad dulce y loooos... (prefiero no entrar en detalles, que me sonrojo), tiene un trabajo que lo expone. Es fácil que alguien lo reconozca, y entonces... boom, caos.