solo conmigo

Once

Despierto por unos rayos del sol que golpeaban a mi cara, suelto un gemido en forma de queja y me empiezo a revólver en mi cama, me duele la cabeza y me decido a abrir mis ojos, tomo mi teléfono del buró que se encuentra a un lado de mi cama, en ese momento observo algo extraño, son las once de la mañana, nunca me había levantado tan tarde.

Me pongo de pie y encamino mi rumbo hacia la cocina, busco con la mirada a Mario y no lo veo por ningún lado hasta que encuentro una nota en la mesa del comedor "Nathy fui a trabajar, te agradecería mucho si fueras a hacer las compras de la semana, te dejo dinero en la mesa y las llaves del auto. Regresare algo tarde."

Bueno al menos se en donde esta, desayuno un tazón de cereal, me doy una ducha rápida. Me visto con unos pantalones de mezclilla, una blusa lisa y mis vans negras, mi cabello lo peino en una coleta alta. Tomo las llaves del auto de Mario junto con el dinero y salgo del departamento, subo al elevador y cuando llegó al segundo piso, entra un joven, debo de admitir que es muy guapo, su cabello castaño tiene un contraste increíble con su piel blanca y sus ojos azules son el ultimo toque que necesario para poder resaltarlo.

Antes de que note que lo estoy mirando, alejo la mirada de el algo apenada, veo de reojo que abre la boca, solo espero que no haga ningún comentario grosero.

-Hola, mucho gusto, mi nombre es David, y creo que es grosero que veas por mucho tiempo a un desconocido y no te presentes-. Bueno esas palabras requieren un aplauso porque eran las ultimas que me esperaba. -Bien, pues yo soy Nathy, y creo que es aun más grosero que lo digas de esa manera-. No se como paso pero ambos nos reimos con mi respuesta.

-bueno, me da mucho gusto saber que no eres muda-.

-y a mi me da gusto averiguar que no eres un grosero-.dicho este comentario el elevador llegó a la planta baja -Fue un placer hablar contigo nos vemos luego Nathy-.dice con una sonrisa -Igual-. No tardo mucho en darme cuenta de como me observa Mony la linda recepcionista, le dedico una sonrisa y le informo que iré de compras, se limita a asentir con la cabeza, pero aun no quita la mirada de hace rato.

Me dirijo al auto de Mario, entró y conduzco hasta lo que parece una tienda de conveniencia, tomo un carrito metálico y comienzo a tomar cosas para la semana, me dirijo a una de las cajas para poder pagar, cuando termino, regreso al auto, pero para mi sorpresa me encuentro de nuevo con David, él solo sonrió y se acercó a mi.

-hola cuanto tiempo sin verte- me informa de manera sarcástica pero con una sonrisa. -opinó lo mismo, me estas siguiendo o que pasa- le digo interrogándolo como si fuera una persona peligrosa.

-la verdad es que no muy a menudo se encuentran chicas como tu por aquí- ya van dos veces que este chico me suelta comentarios demasiado sorpresivos.

-no digas eso porque no es verdad-. No creó que sea verdad, mi mamá siempre me ha dicho que soy tan guapa como un chango.

-si no lo crees es tu problema, pero..........

-¿porque siempre tiene que existir un pero?-. le cuestiono de manera divertida.

-Me encantaría que me dieras tu número para poder quedar algún día, para, ya sabes salir-. pasamos mas tiempo hablando hasta que por fin le di mi número, me dijo que me mandaría un mensaje luego.

Cuando llego al departamento, veo la escena mas asquerosa que he visto en la vida, una chica rubia teñida (porque no creo que tenga las raíces de otro color) estaba encima de Mario y lo estaba toqueteando por todos lados mientras él solo la sostenía, ella solo le babeaba la cara, Mario sintió mi presencia y ella se levanto con una cara de satisfacción

-oye Nathy, enserio perdón...-.comenzó a decir pero lo interrumpí -no te preocupes Mario es tu casa y tu puedes hacer lo que quieras-. la rubia me mira con suficiencia y agrega -así se habla bonita, además ahora que yo también viva aquí nos podremos llevar bien-. Volteo para mirar a Mario, se nota que estoy muy sorprendida, el solo se dedica a mirarme como pidiendo perdón, y el silencio es interrumpido por esta rubia de nuevo -okay, nos vemos luego querido. Se levantó del sofá, paso por un lado, abrió la puerta y se fue dejandome con una duda enorme y sin aliento.