Capítulo I: 2052

399 28 5
                                    

Año 2052, Melbourne, Australia

Walter Brown se prepara para ir al instituto. Es el primer día de curso y está muy nervioso. Profesores nuevos, compañeros nuevos y, según le han contado, mucha más dificultad en los exámenes. Es su último año de instituto y está deseando acabar e ir a la universidad.

El bustrell está a punto de llegar para llevarle a clase. Walter es un estudiante aplicado, sobre todo en ciencias, y ya ha echado un vistazo a los ebooks de texto.

Mientras va a clase volando en el bustrell, empieza a pensar sobre el pasado. En clase le habían contado que las personas se desplazaban por tierra, y no por aire. A él le habría gustado. Cuando era pequeño, le tenía auténtico terror a las alturas y tenía pesadillas solo de pensar en ir al colegio al día siguiente. A veces, esos episodios de pánico volvían y lo pasaba realmente mal. Trataba de ocultarlo, ya que en esta sociedad todo está en las alturas.

Melbourne es una metrópolis mundial. Todo el comercio, políticos, actores y demás personas importantes deben viajar a la gran ciudad. Todos los edificios y lugares importantes como el Parlamento, los laboratorios Green, los estudios cinematográficos o los gigantescos Jardines Gents están flotando en el cielo, mientras que las viviendas y lugares de ocio poco importantes se construyen en tierra.

**************************************************

El bustrell aterriza en el aparcamiento del instituto. Los alumnos más ricos tienen sus propios trells y el carné de pilotar provisional. Walter entra al centro y, en la puerta del salón de actos, se encuentran sus amigos. Juntos se sientan en una de las filas de el medio y aguardan a que su nuevo tutor les presente el curso.

Una vez terminada la presentación, tienen el resto del día libre para conocer a los nuevos profesores, dónde están sus clases y para presentarse a los nuevos alumnos. Entre la marabunta del pasillo, Walter entrevé un destello rojo. Picado por la curiosidad, se acerca a ver y descubre que se trata del llamativo pelo de una chica. Es de baja estatura y un tanto pálida. Sin duda, lo que más destaca de ella es su intenso pelo rojo y sus fríos ojos azules. Walter se dispone a presentarse y a invitarla a comer con él, pero, cuando vuelve a mirar en su dirección, la chica ya no está.

Ya en la cafetería, se sienta en una de las mesas con sus amigos y empiezan a hablar sobre el curso recién empezado.

—Mi hermana dice que este es el curso más difícil de todos y que solo la mitad de los alumnos logran aprobarlo.—Emma parece realmente asustada- No sé si yo lo conseguiré.

—Eso dijo del curso pasado también. Solo quiere meter miedo.—Asegura Alex— Si ella pudo, todos podemos.

Walter apenas ha dicho nada en toda la conversación. Está totalmente distraído y es que, desde que la ha visto en el pasillo, no consigue quitarse a esa chica pelirroja de la cabeza.

**************************************************

Cuando salen del instituto, se dirigen a los Jardines Gents a pasar la tarde, ya que no tenían nada más que hacer. En el ascensor para subir a los jardines les piden poner su ojo frente a un escáner. En el ojo es donde se sitúa el Chip, un microaparato donde se encuentra tu identificación y con el cual puedes acceder a la red y analizar en cuestión de segundos casi cualquier objeto o persona. Antes no se pedía el Chip para acceder a los sitios públicos pero, desde los recientes atentados contra las grandes ciudades, la seguridad y los controles estaban presentes en todos los lugares de Melbourne. Todos los datos están en orden y pueden entrar en el ascensor.

Walter tiene que sentarse para no caer al suelo. Se atreve a mirar a través del cristal y ve unas impresionantes vistas de Melbourne. Los rascacielos en tierra y los edificios flotantes están a centímetros de rozarse y se pueden ver trells, bustrells y dirigibles volando entre los majestuosos edificios. Además, justo enfrente tienen el enorme Museo de Informática Nueva y Antigua. Es uno de los edificios más impresionantes de Melbourne. Sus paredes están hechas de cristal de espejo y hay geniales juegos de luces y sombras en la fachadas, bonitas de día, majestuosas de noche.

Tras una agradable tarde en los jardines, Walter se despide de Emma y Alex y se encamina a casa. Se plantea coger un bustrell pero después decide que no merece la pena gastar el dinero en ello. Además, según decían algunos miembros de grupos rebeldes, algunos bustrells eran secuestrados y utilizaban a la gente de su interior como experimentos. Por supuesto, solo eran rumores absurdos, de los que la gente se reía constantemente, pero uno no puede evitar tener algo de miedo. Los bustrells son indispensables en la vida de una persona.

**************************************************

Va caminando por una calle que ataja hasta su casa, cuando le parece ver de reojo a la chica del pasillo pero, cuando se gira para ver, no hay nadie. Ese tipo de sucesos le han estado ocurriendo durante todo el día. ¿Está perdiendo la razón? No es posible volverse loco

en tan solo un día, y menos por ver a una chica en el instituto. Pero ¿y si ya estaba loco de antes? ¿y si ver a esa chica solo ha sido el desencadenante? Hasta ahora no había dado síntomas de demencia pero ¿qué es exactamente la demencia? Esos pensamientos le están corroyendo el cerebro cuando vislumbra el portal de su edificio a lo lejos. Ya casi ha llegado. Está a una calle de su portal cuando un grupo de chicos, de unos veinte años, le intercepta. No parecen amistosos. Intenta huir pero le cortan el paso. Está rodeado.

—Danos todo lo que tengas y no te haremos daño.—Dice el que parece ser el jefe del grupo.

Los demás se van acercando a Walter amenazadoramente.

—N-no tengo nada.—Titubea Walter.

—¡Ah, bueno! Entonces no tienes nada que darnos a cambio de perdonarte la vida. Una pena.

El jefe del grupo hace una seña y todos sacan cuchillos y reprogramadores de Chips de sus chaquetas. Con ellos, pueden borrarle su identidad y convertirle en esclavo. Cada vez están más cerca de Walter. Puede sentir su aliento en su cara. Tienen los ojos encendidos de ira y diversión. La punta del cuchillo del más grande de ellos roza la piel de Walter. Se siente aterrado, como un cervatillo viendo como se acerca el cazador con su gran escopeta.

Grita con todas sus fuerzas, intentando hacerse oír, pero no hay nadie cerca. Nadie que pueda salvarlo. Y entonces, cuando ve la muerte delante de sus ojos, vislumbra un destello rojo. No recuerda apenas nada. Solo los cuerpos de los atracadores yaciendo inconscientes en el suelo y unos ojos azules fríos como el hielo.

Corriendo, llega a casa. Llorando y tembloroso le cuenta lo ocurrido a su madre. Esta le consuela y dice que esas cosas son como los rayos, nunca caen en un mismo sitio. Su padre, por su parte, se muestra realmente enfadado y culpa al ayuntamiento, alegando que no ponen suficiente seguridad en los barrios no tan ricos, y más con los tiempos que corren.

Walter se va a la cama sin cenar. Está cansado y se va a dormir para estar descansado al día siguiente. Sin embargo, sus sueños no son precisamente agradables. Tiene pesadillas con unos laboratorios en evacuación, una niña pelirroja rodeada de cenizas y una Melbourne devastada.

Siento no haber actualizado antes. Tenía el capítulo escrito pero estoy sin wifi y tengo que ir buscando. Aquí está el primer capítulo de esta historia y espero que sigáis apoyándola.

La Búsqueda [Cancelada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora