Capitulo 4

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   Alex llegó a su casa sin saber muy bien que hacer. Al entrar tiró la mochila al piso y salió corriendo a su habitación. Dejó a la joven sobre la cama y la observó unos segundos. Era muy bonita: su pelo castaño caía sobre su rostro pálido aún mojado, que era adornado por centenares de pecas.
   Alex despertó de su encimamiento cuando la chica se estremeció. Tenía que pensar algo rápido ¿Pero qué...? ¡Ya sé!, dijo en voz alta. Corrió a la cocina y buscó una de esas bolsas de plástico grueso en las que su abuela ponía agua caliente a la noche y la ponía bajo su almohada. La llenó con el agua ya dicha y la cerró. La envolvió en mucha tela y verificó que no quemara, luego corrió de vuelta a su cuarto. Llegó y la chica seguía en la cama pero ahora estremeciéndose aún más. Dejó la bolsa sobre la mesa de luz, luego puso a la chica encima y la tapó con otro trapo. De a poco pudo ver como la chica iba dejando de temblar. Su pelo se secó muy rápido y ella empezó a moverse. Pero no despertaba, era como si estuviera dormida. Al parecer así era.

- Me pregunto como se llama... -Se dijo Alex.-

   Alex se alejó de la chica para tirarse en la cama. Cerró los ojos y pensó en algunas cosas. ¿Qué hubiera pasado si yo no la hubiese salvado? ¿Ella estaría bien o no? Que bueno que la salvÉ, no quiero ni pensar en lo que le hubiera pasado...
   Sin darse cuanta, Alex cayó en los brazos de Morfeo.

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   Despertó horas más tarde. Se frotó los ojos aún acostado y luego se sentó al borde de la cama. Al recordar lo que había pasado, miró instintivamente en dirección de su mesita de luz. La chica seguía sobre la bolsa, que ahora debía de estar fría. Se acercó a ella y se la quedó mirando. Ahora pudo ver su piel con un poco más de color. Sin embargo, seguía siendo muy pálida de piel.
   Se alejó un poco de ella, pero sin dejar de mirarla. Quería que se despertara, ya no aguantaba más. Era como si tuviera delante de él una de sus comidas preferidas y no pudiera saborearla.
Alex volvió a recostarse en la cama sin saber que hacer y muy impaciente. Como siempre a hecho cuando esta muy ansioso, Alex se expresó en papel. Agarró un lápiz y su cuaderno de hojas lisas. Miró en todas direcciones, buscando inspiración. Después comenzó a dibujar, y sin darse cuenta terminó dibujando a la dulce y diminuta chica durmiendo.
   Al cabo de un rato lo terminó. Alejó el dibujo de sí y lo admiró. Pero no por mucho tiempo: por el rabillo del ojo, Alex pudo captar movimiento. Se dio vuelta y pudo ver a la chica sentándose sobre la bolsa y corriendo un poco los trapos. Se la quedó mirando sorprendido. Alex creyó que seguiría durmiendo hasta el día siguiente. Pero no. Ella ahora estaba despierta y se frotaba los ojos. Alex se levantó de la cama y se acercó a la chica. Ella dejó de frotarse los ojos y los abrió, para luego ver a Alex atónita y asustada. Él simplemente admiró sus ajos color verde esmeralda, que no había podido ver hasta el momento.

- Que linda es... -Expresó en voz baja.-
- Gra-gracias... -¿Lo he dicho en voz alta?, pensó Alex y se sonrojó.-

   La chica simplemente no sabía lo que hacía. Le había respondido pero por impulso. No quería quedarse ahí.

- ¿Cómo te llamas? -Le preguntó Alex, sacándola de sus pensamientos
- ... -¿Qué podía responder? Obvio que debía decir su nombre, pero estaba muy asustada - Tomohisa. -Respondió para luego destaparse del trapo y tratar de salir corriendo.-

   Alex no alcanzó a reaccionar. Ella simplemente salió corriendo e intentó saltar a la cama. Pero la distancia era demasiada para que ella lograra llegar a la cama y Alex lo sabía. Se la quedó mirando mientras todo pasaba en cámara lenta.
   Tomohisa pudo ver al saltar que no llegaría a la cama. Cerró los ojos y esperó lo mejor. Estaba segura de que se le rompería algún hueso y que aquel chico la encerraría en algún lado, como había pasado con el chico de la casa anterior en la que vivía.


Tomohisa se había hecho amiga de Dash, el chico que vivía en su anterior casa. Un día, Dash le dijo que la quería llevar a un lugar, ya que ella le había contado que al día siguiente era su cumpleaños. Tomohisa aceptó sin desconfiar de él, pero le dijo que tendría que llevarla escondida para que nadie la viera por lo que no podía sacar la cabeza ni nada parecido.
Minutos después se encaminaron a su destino, ella se quedó en su bolsillo y esperó hasta que Dash le dijera que podía salir. Cuando lo hizo, Tomohisa se sorprendió. Fuera del bolsillo estaban todos los amigos de Dash, que la miraban con una sonrisa malévola.
Milagrosamente y no sabe cómo, Tomohisa logró escapar. Pero jamás volvió a esa casa, ni siquiera para llevarse sus cosas.


   Pero nunca tocó el suelo. Tomohisa cayó sobre la mano de Alex, que había logrado reaccionar y la miraba preocupado. Ella simplemente atrajo sus rodillas a su pecho rodeándolas con sus brazos y luego enterrando la cabeza en ellas, haciéndose una pelotita. Alex quería volver a dejarla en la mesita, pero se notaba que Tomohisa quería irse.

- ¿Estas bien? -Preguntó.-
- Sí... -Respondió ella con la voz amortiguada por sus piernas.-
- Yo... -Alex no sabía que decirle, pero no quería que se fuera.- ... no te haré nada, por favor, quedate...

   Tomohisa levantó un poco la cabeza y miró a Alex. Él simplemente desvío la mirada. Ella se fijo en sus ojos celestes, que en la noche se veían oscuros. Se podía ver en ellos mucha inocencia, mucha honestidad.

- ¿Cuál es tu nombre? -Preguntó ella sin pensarlo.-
- A-Alex. -Dijo él sorprendido. Pensó que no le hablaría, que se quedaría callada hasta que él decidiera bajarla, pero no. Ella estaba aún en sus manos, mirándolo discretamente por entre sus brazos.- ¿Pu-puedo llamarte "Tomó"? - preguntó
- S-si. -Dijo, ¿por qué estoy confiando en él? Después de lo que me hizo Dash...

   Alex volvió a dejarla sobre la mesa. Tomo simplemente apoyó su espalda sobre en la bolsa y se puso en la misma posición de antes. ¿Puedo... dormir aquí esta noche?, preguntó Tomó un poco tímida. Alex simplemente asintió y ella se subió a la bolsa y se quedó dormida.
¿En dónde vivirá? ¿Tendrá familia? Si es así, ¿dónde estarán? ¿La habrán abandonado?, pensó Alex mientras se metía a la cama. Desde el ángulo que se encontraba en la cama, apenas podía ver a Tomo. Poco a poco, Alex se fue quedando dormido.

Del Tamaño de una Hoja (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora