Capítulo 9

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Es imposible..., pensó Alex. Aquella voz era de su hermano. No quería verlo, oír su voz le daba rabia y tristeza. Era insufrible oírla. Ya no sólo no lo reconocía como hermano, ahora simplemente lo odiaba. Unas lágrimas rabiosas salían de sus ojos. El seño de Alex estaba fruncido, se mordía el labio con fuerza y este se ponía blanco. Sus mejillas estaban rojas y miraba muy enojado hacia el suelo.
Tomohisa lo miraba desconcertada, no pensaba que Alex pudiera poner esa cara que parecía mezclar el odio y la tristeza. Los ojos del chico en general eran brillantes, pero ahora en opacos como roca sólida. Habían perdido su color celeste y ahora en azul opaco. Sinceramente espeluznantes.
Alex levantó la mirada de repente, asustando a Tomo, y se secó las lágrimas. Respiró profundo y se tranquilizó. Ya más calmado, abrió la puerta de la habitación y salió, apartándose del rango de visión de Tomo.

Alex camino tranquilo por el pasillo hasta llegar a la entrada principal. Allí pudo ver a su abuela parada muy rígida frente un muchacho que sería el hermano de Alex: Kukai. Era alto y flaco, ojos celestes como los de Alex, pero más oscuros. Pelo cortado desordenadamente y de color castaño claro, pero también lasio.
Alex lo miró serio, su rostro no mostraba más que aquella expresión. Los ojos de su hermano desviaron la vista de su abuela hacia él. En la cara de Kukai se pudo ver una sonrisa.

- Al fin puedo verte, Alex. Te he extrañado tanto en Inglaterra...
- ¿Por qué no viniste al funeral de mamá? - preguntó él haciendo caso omiso a lo que dijo su hermano
- No hubiera podido aunque hubiese querido, mi trabajo allí es... - Alex no lo dejó terminar
- ¡Entonces no querías venir! - gritó Alex, expulsando todos sus sentimientos - ¡Sabes lo solo que he estado hasta que me encontró la abuela! ¡No me importa si tienes o no más derecho sobre mí, no pienso irme contigo!

Kukai se lo quedo mirando sorprendido. De pequeño, Alex lo seguía a todos lados. Había ocasiones en las que se peleaban, como todos los hermanos y hermanas del mundo. Pero Alex nunca había llegado a gritarle así, ni siquiera cuando no pudo ir al hospital a ver a su mamá después de su intento de suicidio.

- No quise decir eso... Yo...

Kukai no tenía palabras. No era una mala persona, pero queria admitir que no había querido ir a ver a su madre a un funeral, y menos si ella erala persona que había fallecido.... El lazo que Kukai tenía con su madre era muy fuerte. Tuvo que hacer un gran esfuerzo paro no llorar cuando se fue a Inglaterra. E incluso tan lejos de su madre, seguían hablándose por lo menos una vez cada dos días.
Cuando Kukai se enteró de la muerte de su madre, se le partió el alma. No pudo llorar, aún ahora no podía llorar. Era sumamente triste, su corazón estaba destrozado y sólo si lloraba y se descargaba podría repararlo. Pero para eso necesitaba de su hermano y no podía ser una conversación por teléfono a larga distancia. Tenía que ser una conversación frente a frente en la que no podría cortar la llamada y escapar del llanto.

- Yo... No pretendo que vengas conmigo a Inglaterra ni nada parecido pero... Es que te necesito... - Kukai hizo una pausa. Tenía ganas de llorar, pero no podía - ¿No podrías venir conmigo unos días a un hotel en la ciudad...?

Alex lo miró desconfiado, no estaba seguro de si creerle. Aunque ANTES Kukai era para él un heroe, ahora lo veía como un villano insensible al que ya no le importaba su hermano. Pero lo siento era que, muy en el fondo, Alex amaba a su hermano y se preguntaba porque lo había dejado sólo en el peor momento de su vida.

- ¿Cuanto tiempo es "unos días"? - preguntó
- N-No lo sé...- Kukai esperaba que su hermano lo rechazara, pero no había sido así y estaba feliz - Tres noches, si quieres...
- De acuerdo, ¿cuando nos vamos?
- Mañana en la mañana

Satisfecho con la respuesta de su hermano, Alex se despidió de Kukai con la mano y a su abuela le regaló una sonrisa medio falsa. Me voy a dormir, dijo.
Alex entró a la habitación, cerró la puerta y se arrojó a la cama. Miró el reloj que estaba en la mesa de luz. Eran las 11:49 de la noche. Alex ocultó su cabeza en la almohada, sin escuchar como Tomo lo llamaba desde la mesita de luz, preocupada.
Finamente, después de unos minutos de estar llamando a Alex, este se dio la vuelta. Miró a Tomo unos segundos, sin entender nada. Estaba muy desorientado, apenas unos segundos antes casi se muere por enfrentar a su hermano de aquella manera. Nunca lo había hecho, era sumamente nuevo y se había asustado a sí mismo. Su corazón palpitaba muy rápido y le retumbaba en las orejas. Podía escuchar la sangre recorrer su cuerpo.
Al entender que su pequeña amiga lo había estado llamando se incorporó en la cama y se disculpó. ¿Qué es lo que pasaría con tomó esas tres noches y cuatro días que se iría con su hermano? No tenía idea. Ella se quedaría allí y podría continuar la vida que había tenido antes hasta que el volviera. Pero también podía llevarla a la ciudad, y que lo acompañe en aquel loco viajesito con su hermano. Sí, necesitaré apoyo emocional..., pensó Alex.
Desde que se incorporó que Alex había estado mirando a Tomo fijamente y ella se estaba poniendo incómoda. Podía sentir el calor en sus mejillas, que le indicaba que estaba ruborizada. Sus ojos verde esmeralda iban de acá para allá posándose en cualquier cosa menos en los grandes ojos celeste cielo que la observaban.

- Tomo... - dijo Alex, llamando la atención de la chica - Al que le estuve gritando, bueno, era mi hermano... Lamento no haberte contado que tenía uno pero... como yo ya no lo consideró como tal, no lo creí necesario y...
- No te preocupes - le dijo ella, tranquilizándole - . Se que quieres decirme algo más. ¿De qué se trata?
- Mmm...-Alex dudó un segundo y después lo dijo - El caso es que estoy muy enojado con mi hermano. Él no vino al funeral de mamá cuando murió, ya que estaba en Inglaterra... Pero esa no es excusa, y para colmo me dejó sólo en un orfanato unos tres meses hasta que me encontró la abuela.

Que cruel, pensó Tomo. Pero no dijo nada. Alex la miró esperando alguna reacción extraña, pero ella simplemente lo miraba apenada, sentada en su cama improvisada.

- Mi hermano quiere que hablemos, pero no quiere que sea en presencia de mi abuela, según entiendo - hizo una pausa - El caso es que quiere que vaya con él a la ciudad por unos días y, bueno...
- No... - Alex la miró sorprendido al ver que su amiga derramaba lágrimas con el rostro pálido
- Tomo, tranquila... ¿Qué es lo que pasa?
- ¡No me dejes sola! ¡Ya no quiero estar sola! - gritó ella dejando salir más lágrimas - ¡Dijimos que estaríamos junto todo el tiempo que nos fuera posible y.... y....!
- ¡Tomohisa! ¡Tranquila! ¡Yo iba a pedirte que vinieras conmigo!

Ella lo miró unos segundos, aún procesando esas palabras. Y entonces comprendió: a su rostro le volvió el color, tales demasiado. Estaba roja por el pequeño acto dramático que había armado y ocultó su cara entre sus pequeñas manos. Lo siento, murmuró. Estaba verdaderamente apenada...
Alex sólo pudo sonreír. Era increíble como en tan poco tiempo se habían llegado a querer de aquella manera. Y aunque anteriormente creía que ese sentimiento era unilateral, ahora estaba seguro de que ella sentía lo mismo: un gran lazo de amistad...

Del Tamaño de una Hoja (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora