Capitulo 5

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   Tomohisa se despertó con los rayos de luz que entraban a través de las cortinas. Se sentó y se frotó los ojos. Estaba desorientada, no sabía donde se encontraba. Miró en todas direcciones y recordó: Alex. Él la había salvado de una muerte segura y la había calentado cuando se estaba congelando. Al mirar a su derecha pudo verlo durmiendo aún con una sonrisa en el rostro. Su piel no era pálida, pero tampoco morena, estaba entre ambos. Su cabello era era castaño oscuro y lacio, pero en su nuca podía verse un pequeño rulo gracioso, como un adorno. Ya había visto sus ojos: eran de un celeste fuerte, brillantes y esplendorosos. En el instante en que los vio claramente, dejó de sentir miedo. Se podía leer al chico a través de ellos. Era como puertas abiertas que dejaban ver claramente sus intenciones y pensamientos. Y es así que Tomohisa sabía que Alex no le haría daño; que no tenía segundas intenciones. Sin embargo, seguía teniendo miedo. ¿Cómo no tenerlo después de lo que me pasó con Dash? Pero ese miedo era inconsciente y era opacado por la confianza siega que tenía hacia Alex.
   Tomo se bajo de la bolsa y se acercó al borde de la mesita de luz, del lado de la cama. Se sentó allí, dejando sus piernas colgando. Se quedo mirando a Alex por unos segundos, medio embobada. ¿Qué estoy haciendo?, se dijo sonrojándose. Desvió sus ojos hacia la ventana. Por donde las dos telas se juntaban, entraban los rayos de luz que la habían despertando. Se paró nuevamente y se dirigió a ellas. Esa parte de la mesita de luz estaba pegada a la pared(en la que estaba la ventana), por lo que no tendría ningún problema. Pasó por debajo de las cortinas y la luz la encegueció. Al acostumbrarse a la diferencia de luminosidad, pudo ver lo que estaba del otro lado de la ventana: un pequeño camino empezado en ningún lado, del que brotaban cada tanto pequeños brotes verdes. A sus lados podían verse pájaros pequeños que picoteaban buscando lombrices para darle a sus pichones. El cielo estaba despejado y se podía contemplar lo hermoso que era. Tomohisa recordó los ojos de Alex. Eran del mismo color del cielo que estaba viendo en esos momentos. Al acercarse más a ese panorama, pudo notar que la ventana estaba abierta. No había un vidrio frente a ella, no había nada que le impidiera escapar... Pero no quiero irme. Tal vez Alex podría reemplazar... La familia que ella perdió... Tal vez Alex podría hacer el papel de amigo cercano, que Dash no pudo ser... Imposible...

- ¿Tomo...? ¿Dónde estas? -Escuchó la vos de Alex.-

   Se despertó, pensó. Salió de detrás de las cortinas y vio a Alex. Él estaba mirando en todas direcciones, buscándola. Buscándome... Se acercó al borde de la mesita y gritó:

- ¡Aquí estoy!
- Menos mal.. -Susurró Alex.- Creí.. -Hizo una pausa.- ...que te habías ido. -Al terminar la oración, Alex desvió la mirada.-

   Tomohisa se sorprendió. En los ojos de Alex podía verse un poco de tristeza al decirlo. ¿No quiere que me vaya? Se lo quedó mirando. Alex alzó una vez más la vista y sus ojos se encontraron. Los de él centellaron; los de ella relucieron. Tomo se sonrojó un poco, escondiendo sus pecas en las partes más rojas.
   Tomo reaccionó. ¿Por qué he contestado? Podría haberme escapado... Pero lo cierto era que no quería irse. En mucho tiempo no había tenido sentimiento de calidez que le recorría el cuerpo de pies a cabeza al encontrarse con los ojos de Alex.


- Hija, levántate. -Susurró la mamá de Tomó.-

- Déjame dormir un poco más... -Se quejó ella.-- ¿No querías ir a ver a tu hermano antes de que se vaya? -Preguntó su mamá con claro reproche en su tono.-

Tomohisa abrió los ojos y se sentó en la cama, sorprendiendo a su mamá. Le pidió que saliera para que pudiera cambiarse y que le dijera a su hermano, Daichi, que la esperara. 

Se puso su vestido favorito: color violeta fuerte, con garabatos en la falda de color blanco, mientras que en los pies se puso los zapatitos de algodón que se había hecho hace unos días. Bajó corriendo las escaleras de ladrillos de juguete y se presentó frente a su hermano. Él la miró con cariño y la abrazó.Daichi y su amigo, Seiji, se mudaban a la ciudad para descubrir a otros de su especie. Seiji se acercó a Tomo y la abrazó fuertemente. Un sentimiento de calidez le recorrió el cuerpo, ella siempre había estado enamorada de él y ahora Seiji se iba.


   Pero nunca regresaron... Su hermano y Seiji nunca volvieron de la ciudad, ni siquiera hubieron noticias de ellos. Sólo un simple rumor de que unos chicos de unos 19 o 20 años habían sido secuestrados por un humano y que jamás se los había vuelto a ver. Una noticia que había pasado de boca en boca hasta haber llegado hasta la casa de Tomohisa.
   El recuerdo causo que Tomo no pudiera evitar que unas lágrimas brotarán de sus ojos y recorrieran sus mejillas. Alex se mostró preocupado al instante:

- ¿Qué te pasa? ¿Te duele algo?
- Es que... ¡Es que...! -Gritó llorando más fuerte.-

   Alex se le acercó le acarició con un dedo la espalda, a Tomo la recorrió una descarga eléctrica por la espalda. Sin pensarlo dos veces, le contó lo que había recordado. No sé si fue la mejor idea, pero...

- Lo siento... No debería haber preguntado...
- No te preocupes, necesitaba desahogarme. -Dijo Tomohisa en un susurro.-

   El estómago de Tomo rugió con fuerza. Ella se sonrojó notablemente y escondió su rostro en sus manos.

- Jaja... -Se rió Alex.- Si tenías hambre sólo tenías que decirlo.

   Alex le mostró su mano, en señal de que se subiera. Tomo dudó un segundo y luego se subió. En un principio sintió vértigo, pero después se acostumbró y lo disfrutó. Llegaron a la cocina y Alex abrió la heladera.

- Elige. -Dijo con un tono suave y una pequeña sonrisa dibujada en sus labios.

   Tomo se sorprendió al ver la heladera llena de comida. En su vida no había visto tanta comida en un sólo lugar. De repente, divisó su fruta favorita, se inclina hacia delante, poniéndose en cuatro patas, y gritó:

- ¡FRUTILLAS!
- ¿Tanto te gustan? -Preguntó Alex con una sonrisa en el rostro.-
- Sí, ¿qué tiene de malo?
- Nada, es que son mi fruta favorita...
- ¡La mía también! -Los ojos de Tomo resplandecieron.- Aunque nunca llegó a comerme una entera -Mencionó con clara pero juguetona decepción.-
- Jaja, mejor. Más para mí...
- Glotón -Susurró Tomohisa para sí, pero Alex la escuchó.-
- ¿Por qué? Yo sólo quiero mis frutillas con crema...
- ¿Con crema?
- ¿Nunca las has probado con crema? - preguntó Alex sorprendido
- No estoy llena de lujos como tú...
- No estoy lleno de lujos... Ahora cállate. -Ordenó sin malicia alguna.- Te haré probarlas. -Dijo, y se llevó un bowl a su habitación y otro con crema.-

   Estuvieron un rato hablando y comiendo. Nada importante. Sólo una charla de cosas estúpidas de las que tienen los amigos cercanos...

Del Tamaño de una Hoja (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora