AHOPSAN FOREST • KOOKV

16

Jungkook cruzó el umbral de la puerta de la casa, dejando a Taehyung fuera, instándole a que se quedara un momento en el umbral. La gran casa, solitaria en medio del bosque, estaba sumida en la oscuridad, las luces apagadas contribuían a crear una atmósfera inquietante.

Mientras tanto, los ojos del pelinegro recorrían con calma y precisión el vasto interior de la casa, no podía evitar notar la soledad que lo rodeaba, pues no había nada extraño que ver, sólo el eco lejano de sus pasos resonando en la quietud cuando dio unos pasos dentro de la casa.

De repente, un grito cortó el aire, un "¡Ah!" que surgió de atrás de él, Jungkook reconoció al instante la voz de Taehyung, y rápidamente se dio la vuelta, lo que vio lo hizo fruncir el ceño, Taehyung, aún de pie en la entrada, sostenía con firmeza la caja de supermercado, mientras el mapache se aferraba a su pantalón.

- Mierda, me asustaste! —exclamó Taehyung, su respiración agitada por la sorpresa y la tensión del momento. Con una mirada incrédula, observaba cómo el mapache, decididamente testarudo, no dejaba de aferrarse a su pierna.

Jungkook observó al mapache con una mezcla de desconcierto, en cuestión de segundos, el pequeño animal logró desprenderse de la tela del pantalón de Taehyung, saltando con agilidad hasta treparse por el marco de la ventana abierta. Desde allí, con un par de brincos, se deslizó hacia el interior de la casa y avanzó en dirección a Jungkook, como si nada hubiera ocurrido casi como un simple saludo.

- Entonces, fuiste tú, Thomas —murmuró Taehyung con un suspiro, mientras cruzaba la puerta y se adentraba en la casa, caminó junto a Jungkook, quien aún fruncía el ceño, visiblemente intrigado por lo sucedido.

Jungkook no pudo evitar preguntarse cómo el mapache había logrado entrar con tanta destreza. Sabía que ese animal tenía una astucia fuera de lo común, capaz incluso de abrir una puerta de manera casi sobrenatural, ¿Abrir una ventana? Claro, era una posibilidad, pero ¿una puerta con la seguridad activada? Eso parecía irreal, incluso para un animal tan peculiar. No, algo no estaba bien, pensó, si alguien había entrado, Jungkook estaba seguro de que lo sabría, si era así, la persona que lo hubiera hecho no saldría impune.

Taehyung, ajeno a las cavilaciones de Jungkook, caminó hacia la cocina, llevando la caja de supermercado en sus brazos, el mapache lo siguió, moviéndose de forma curiosa, como si estuviera realmente interesado en lo que Taehyung había traído consigo.

Jungkook, por su parte, no pudo evitar volver la vista hacia la ventana, a través de ella, podía ver el oscuro paisaje del bosque, que parecía cobrar vida a medida que el viento comenzaba a mover los árboles con creciente fuerza. La presión del aire anunciaba, casi de manera imperceptible, que la lluvia no tardaría en llegar. Sin embargo, a pesar de la inminente tormenta, había algo en el ambiente que lo inquietaba aún más, un sentimiento pesado, como si hubiera algo más, algo oculto, que no encajaba en la situación, algo en la casa no estaba bien, y Jungkook lo sabía, si alguien había entrado, la respuesta a esa presencia sería clara, y no tendría piedad.

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Los cabellos de Taehyung, aún húmedos y goteantes, caían pesadamente sobre su rostro mientras se pasaba una toalla por la cabeza con movimientos mecánicos, la dejó a un lado, sin prestarle mucha atención, antes de ponerse rápidamente la ropa que había dejado lista, después de cenar con Jungkook y guardar algunas cosas, Taehyung decidió finalmente ducharse. Todo parecía normal, demasiado normal, como si nada hubiera ocurrido, como si la extraña sensación que había tenido desde que llegaron a la casa no existiera.

Jungkook, por su parte, no había hablado mucho durante la cena, estaba absorto, como si algo lo preocupara en el fondo, Taehyung sabía que, aunque callado, estaba más alerta que nunca. Como si sintiera que algo no estaba bien, aunque no pudiera ponerle nombre a esa sensación. Jungkook le había dicho que tenía cosas que hacer, por lo que Taehyung no insistió en algo, optó por ducharse y arreglarse para descansar después de un día largo, cuyas emociones lo habían dejado agotado.