No lo negaría. A Chimuelo le gustaba estar con el.
Podía ser gruñón y muy aburrido. Pero en cierto modo le quería, era uno de esos cariños casi cegadores, pero no le importaba.
Ya se sabía de memoria sus respuestas casi a todo.
Ya conocía su aroma y todo de el a la perfección, en cuestión a lo físico.
Y ya conocía que los cuidados que el le daba nisiquiera Valka los había recibido alguna vez y eso le hacía sentir especial.
Hoy el estaría fuera, probablemente, hasta el anochecer.
Pero marcadas la media noche por la Luna llegó el, decidido a ir a descansar un poco. Aun así sin lograrlo pues al poner un pie sobre Berk el pequeño furia nocturna salto a su espalda alegre por volverlo a ver. Lo derriba haciéndolo caer sobre un montón de paja espantado a uña cuantas ovejas las cuales salieron despavoridas con el impacto. Suelta un gruñido el mayor al sentir el golpe. Pronto se reincorporó aun con el menor enzima el cual tiraba de sus alas y se enzimaba en su cabeza. Acaricia su cuello con la punta de su nariz y se enreda en este, sonríe y siente como el mayor le abraza.
Pues a pesar de que el menor fuera un tanto irresponsable y rebelde lo quería.