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ADVERTENCIA NÚMERO 2; CONTENIDO EXTREMADAMENTE SAGRIENTO.
Se recomienda discreción.
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VI
Deshonor en la guerra:
Un cuervo, reluciente daba saltos ante el tragaluz, y la tenue luz pasaba por las claraboyas, hacía que se viese monstruoso, tan grande como un ganso. A veces se detenía con las alas bajas y los párpados entornados sobre sus ojos tan pequeños y redondos, como si fuera a dormirse. Después, de repente, su pico levantó en un intento por golpear los barrotes del tragaluz. Eran aquellos ojos como la hierba verde los que parecían atraerle, y sin embargo el prisionero nuevamente bajaba la mirada y el cuervo reanudaba su paseo, a saltos torpes y cortos.
Con ligereza alzó la vista ante el desolador escenario que acompañaba su maldita presencia.
Y bajo el peso de la bruma, y oculto entre aquel manto de tinieblas que los muros de pedernal podían brindarle yacía él; herido y fatigado, sujeto con pesados grilletes y encadenado de ambas manos con ataduras dobles. Y aún en lo profundo del vacío, el sonido de su entrecortada respiración el que irrumpía entre el silencio sepulcral; símbolo de calma y de absoluta soledad, de estar apartado e incompleto, sentimiento que podía ser lleno por cualquier cosa. No obstante, para Walter, sólo podía ser llenado con dolor. Alzó la cabeza y sus castaños cabellos se esparcieron como el agua por debajo de sus hombros, enmarañados enmarcaban su ensangrentado rostro. Y a pesar de su penosa condición, poco habían apaciguado la furia de su ser, así como el fuego de su mirar.
Hacía casi seis semanas que el juego había comenzado, seis semanas en que el mercenario deseaba desplumar a ese blanco y estúpido pajarraco. Al principio por el alto precio puesto a su cuello, aunque ahora para él esto era más que personal. De nada se arrepentía, pero de haber sabido que algo así podría ocurrirle, tal vez hubiese reconsiderado de mejor forma a la hora de subestimar al enemigo. Dicen que en la guerra y en el amor todo es válido, como también se dice que la guerra es el arte del engaño y el amor el más grande de éstos. Y sin embargo el recuerdo de sus besos y su voz era permanentes en su corazón.
Y a medida que los pálidos rayos del sol, sobre los montes se alzaba y su luz se filtraba por los barrotes de la ancha pero pequeña ventana que en lo alto se situaba, estos poco a poco disipaban el denso manto de la noche, permitiendo vislumbrar aquello que yacía oculto bajo el velo de las sombras. Aunque tal vez, y para desgracia de Walter, no deseaba otra cosa más que sumergirse en la inmensa oscuridad.
Por un momento la nostalgia volvió a él, junto con la culpa y la amargura de sus pesares, pues a pesar de los años, no había dejado ni un segundo de quererla y por mucho tiempo en sus adentros le había llorado.
―Maltrecho, cual triste harapo, así os veis. - No obstante, fueron los guturales bufidos de la bestia que entre su carne se movía, así como el exhalar de su entrecortada respiración, cuyos resuellos hacían sutiles ecos en el oscuro cuarto, recordándole al mercenario que no se hallaba tan sólo como él muchas veces lo hubiese deseado.
Y el odio, así como cierto gruñido de dolor contenido de su enronquecida garganta;
Podía sentirle debajo de la camisa, deslizarse por sus huesos, subirse por los muslos y acariciar el arco de sus piernas, enroscarse por la columna y treparse cual serpiente por el vientre, subir por el pecho y culminar en la nuca.
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Sangre y Acero; furia, corazón y pasión (Editado)
FantasíaNarra las desventuras de un aguerrido cazador de demonios, encontrándose de cara con los rincones más enfermos de la mente y el espíritu. Una batalla de egos, guiados por intereses egoistas. ADVERTENCIA; ESTA OBRA NO ES PARA TODOS, CONTIENE CONTENID...