Capitulo 46

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La luz del amanecer filtraba suavemente a través de las ventanas, iluminando la habitación con un cálido resplandor. Ferit, aún adormecido, sintió un movimiento en la cama y escuchó los sollozos débiles de Ümit Haçı, el bebé que había dormido junto a él.

Ferit abrió los ojos, aún con la neblina del sueño, y vio al pequeño Ümit Haçı, con sus ojos hinchados y su carita enrojecida por el llanto. El bebé se agitaba inquieto, buscando consuelo.

— ¿Qué pasa, pequeño? — preguntó Ferit, preocupado.

Eda, que estaba en la habitación contigua, entró rápidamente.

— Tiene fiebre, Ferit. Debe estar molesto.

Ferit asintió, mientras acunaba al bebé en sus brazos.

— Shh, Ümit, shh... todo está bien — susurró suavemente, intentando calmarlo.

La habitación estaba en silencio, excepto por los sollozos del bebé y el suave tic-tac del reloj en la pared. El aire estaba fresco y tranquilo, con un ligero aroma a café que provenía de la cocina.

Ferit miró por la ventana y vio el cielo rosa y naranja del amanecer, con las primeras luces del sol asomando por el horizonte. El mundo exterior parecía tranquilo y pacífico, en contraste con la preocupación que sentía por el bebé.

Mientras acunaba a Ümit Haçı, Ferit sintió una mezcla de emociones: la tristeza por la pérdida de Seyran, la responsabilidad por cuidar al bebé enfermo, y la determinación de hacer todo lo posible para aliviar su sufrimiento. El llanto del bebé parecía reflejar sus propios sentimientos, y Ferit se sintió conectado a él en ese momento.

Eda se acercó a Ferit y le tomó el bebé en brazos.

— Deja que lo cuidé, Ferit. Tú necesitas descansar.

Ferit asintió, agradecido, y se recostó en la cama. Eda comenzó a cambiar el pañal de Ümit Haçı y a preparar un baño para bajarle la fiebre.

Mientras tanto, Ferit cerró los ojos y trató de relajarse, pero su mente seguía pensando en Seyran y en lo que había pasado la noche anterior.

De repente, escuchó la voz de Eda.

— Ferit, ¿quieres que te traiga un café o algo para desayunar?

Ferit abrió los ojos y sonrió débilmente.

— Sí, gracias, Eda. Un café estaría bien.

Eda salió de la habitación y regresó con un café humeante. Ferit lo tomó y se sentó en la cama, mirando a Ümit Haçı, que ahora estaba más tranquilo en los brazos de Eda.

— Gracias, Eda. Eres una gran ayuda.

Eda sonrió.

— No hay de qué, Ferit. Estamos en esto juntos.

Ferit asintió, sintiendo una sensación de gratitud hacia Eda y hacia sus amigos, que siempre estaban allí para apoyarlo.

Seyran se despertó con un dolor agudo en el vientre, un recordatorio de su estado de embarazo. De repente, una oleada de náuseas la invadió y corrió al baño, apenas llegando a tiempo para vomitar.

Mientras tanto, Suna presenció la rápida salida de Seyran de la cocina, pero antes de que pudiera seguirle, su padre Kazım se interpuso en su camino.

— Suna, hija mía, no te preocupes por Seyran ahora — dijo Kazım con autoridad y firmeza —. Esta noche es crucial para nuestra familia y debemos asegurarnos de que todo esté perfecto. Deja que Seyran se ocupe de su salud por ahora.

Kıʀıᴋ İᴘʟɪᴋʟᴇ Bᴀğʟı ┆𝐬𝐞𝐲𝐟𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora