Capítulo 10: "Ecos de una Duda"

4 1 1
                                    


El regreso a casa fue un cambio abrupto tras los días en París. La ciudad del amor había sido un paréntesis en sus vidas, una burbuja donde Gabriel y Anastasia se habían permitido disfrutar de una cercanía que antes habrían evitado. Sin embargo, ahora que estaban de vuelta, la realidad volvió a imponerse con fuerza. Las expectativas familiares, las fechas que comenzaban a fijarse con insistencia, las invitaciones que empezaban a circular sin que ninguno de los dos diera una aprobación real.

Anastasia sintió que su mundo se volvía más estrecho, que las paredes de su propia vida comenzaban a cerrarse sobre ella. Pero lo peor no era eso. Lo peor era el cambio que empezaba a notar en su interior.

Nunca había querido esta boda. Nunca había querido este destino. Había luchado con todas sus fuerzas para retrasarlo, para encontrar una forma de evitarlo. Pero ahora, con Gabriel a su lado, las certezas que había tenido comenzaron a tambalearse. Lo había visto cambiar, lo había visto mirarla con una expresión distinta, con un matiz de afecto que no había estado allí al principio. Y lo peor era que, en el fondo, ella también comenzaba a mirarlo de esa manera.

Una mañana, sentada en la terraza de su casa, miraba sin ver la taza de café entre sus manos. La voz de su madre llegó hasta ella como un eco distante.

"La familia Hurst quiere cerrar la fecha pronto, Anastasia. No podemos seguir retrasándolo."

Sintió un nudo en el estómago. No porque la urgencia de su madre fuera nueva, sino porque por primera vez no sabía si debía seguir luchando contra lo inevitable.

Cuando Gabriel la llamó esa tarde, su voz fue un ancla en medio del torbellino de sus pensamientos.

"Necesito verte", le dijo él, y algo en su tono la hizo dudar. No era una petición casual.

Se encontraron en la biblioteca privada de la familia Hurst, un lugar donde sabían que nadie los molestaría. Gabriel la miró en silencio por unos instantes antes de hablar.

"Han empezado a organizar la boda de manera formal", dijo sin rodeos. "Ya no tenemos mucho margen para seguir retrasándolo."

Ella asintió, incapaz de mirarlo a los ojos.

"Lo sé", respondió en voz baja.

Gabriel frunció el ceño, estudiándola. "Pensé que dirías algo más... una nueva excusa, otro plan para extender el tiempo."

Anastasia apretó las manos sobre su falda. "Tal vez ya no haya más excusas."

El silencio se hizo denso entre ellos. Gabriel dio un paso hacia ella, y en ese instante, Anastasia sintió el peso de su indecisión con toda su fuerza.

Ella había querido evitar esa boda, pero ahora... ahora tenía miedo de que si realmente lo intentaba, Gabriel fuera quien se negara. Y eso, de alguna manera, le dolía más de lo que esperaba.

"Anastasia..." Gabriel susurró su nombre con una suavidad que la hizo contener la respiración. "Si quisieras detener esto, de verdad... lo harías?"

Ella lo miró a los ojos por primera vez en esa conversación, y vio en su expresión una mezcla de esperanza y miedo. Y en ese instante, comprendió que ya no solo estaba decidiendo su destino. También estaba decidiendo el de él.

Pero no estaba lista para responder.

Bajo el brillo de Nueva York Donde viven las historias. Descúbrelo ahora