10

125 16 33
                                    

✧ A 7 meses del final

Viillamil

La manera en que todo se vino abajo en unos segundos es algo que no puedo explicar sin sentir cada parte de mi ser quebrándose. Tan solo segundos después de haber escuchado las palabras de Isaza los sonidos de la detonaciones de disparos se escucharon cerca. En un inicio no fui capaz de moverme, pasados los segundos el insinto humano me gritaba que me refugiara, que tomara la mano de Isaza y nos escondieramos juntos, sin dejaelo ir, si darle oportunidad de apartarse. Ni esa noche ni nunca.

Pero no, no hay forma de que tomara esa opción cuando mis dos mejores amigos estaban en un peligro mortal.

Al mismo tiempo, Isaza y yo nos acercamos a la ventana solo para confirmar aquel temor que nos invadía. Algo pasaba en el campamento militar.

Segundos después ya estaba preparándome para salir, tomando el bate de béisbol, la única pseudoarma que tenía.

—¿Acaso perdiste la cabeza? —escuché a Isaza hablar en algún lugar de la habitación. Ni siquiera me digné a mirarlo.

— Sí y perderé mucho más si me quedo aquí —me di la vuelta lentamente. Él estaba mirándome entre las sombras, sus labios entreabiertos tenían un ligero temblor.

Estoy seguro que en alguna vida, en algún universo alterno, incluso en un sueño, yo tendría  tiempo suficiente para decirle a Isaza cuánto y de qué forma me atrapa la forma en que me mira, pero no en esta.

Isaza parecía poder leer mis difusos pensamientos. O quizás él hubiera tenido su propia versión del dilema en su mente, porque dió dos pasos al frente, me sujetó del rostro y me dejó un beso en los labios. Uno bastante corto, el tiempo nos pisaba los talones.

— Yo voy contigo.

La frase “contigo hasta el fin del mundo” revoluciona su significado cuando  estás al borde del colapso de la tierra.

Los dos salimos del apartamento. Estaba a oscuras, ni siquiera supe por qué. Quizá no había luz eléctrica, quizá fallaba, todo sucedía en esos días sin que nos diéramos cuenta. Caminamos  por el pasillo, yo iba al frente con el bate en las manos, Isaza me seguía de cerca.

Bajamos por la escalera, tan rápido como fue posible. El edificio estaba solo, quizás los pocos habitantes que quedaban estaban en el refugio militar. Casi salíamos del lobby cuando Isaza me detuvo, sujetándome por la muñeca. Volteé a verlo, él me hizo una seña colocando el índice sobre sus labios para que guardara silencio, luego apuntó a la puerta.

Mis pasos se volvieron más lentos y silenciosos. Sentía el ardor en mi piel por contener el impulso de apresurarme hacía el refugio, aún se escuchaban los disparos pero al mismo tiempo me esforzaba en hacer el menor ruido posible, incluso mi respiración era tan perezosa que el aire me faltaba.

Del otro lado de las puertas de vidrio había una criatura extraña. Estaba agazapada en el suelo, dándonos la espalda. No parecía humano, tampoco un animal. Era la primera vez que veía una de esas cosas de cerca. 

Su piel era oscura, casi negra, parecía tener una textura escamosa que reflejaba sutilmente la luz.  Hasta dónde pude distinguir, tenía una forma antropomórfica, iba en dos piernas aunque estaba ahora de cuclillas devorando algo del suelo.  No se había percatado de nuestra presencia.

Giré mi rostro para ver a Isaza, él parecía saber lo que iba a decirle. La conexión entre los dos había llegado a un punto en el que no tenía que usar palabras para comunicarme con él. Orbitamos en la misma sintonía. Él solo asintió.

Alcé el bate y lo golpeé con todas mis fuerzas.

Isaza

Hay sonidos que desearía olvidar. Daría todo por nunca haber escuchado el sonido de un arma al dispararse, el de un cuerpo caer al inerte en el suelo. Y esa noche se sumó uno más, el sonido de un bate de madera chocando de lleno contra un cráneo. Y no solo ese, sino también el grito agónico que aquella criatura soltó al sentir el dolor del impacto.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Antes de que amanezca || ISAMILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora