─── UN DÍA, TRES OTOÑOS ੈ♡‧₊˚
☄︎. *. ⋆〔 Cuando uno echa de menos a alguien. Se dice que, entonces, un día dura tres otoños 〕₊˚ˑ༄
❪🍂❫ ━━━━ 𝗲𝗻 𝗱𝗼́𝗻𝗱𝗲 Elena nunca imaginó que un verano cambiaría su vida para siempre. Secuestrada por Klaus M...
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Elena no lo miró, con el corazón latiendo rápidamente, como si estuviera al borde de un precipicio. El silencio en la habitación era casi palpable, como si el mundo entero hubiera dejado de girar por un momento. Todo lo que podía escuchar era la suave respiración de Klaus frente a ella.
Había algo en él que no podía comprender del todo, algo que la atraía, que la llamaba hacia él de una manera que no podía explicar. Aunque se había mantenido distante al principio, tratando de mantener su control, algo dentro de ella había cedido, algo que la había llevado hasta allí, a esa habitación que ahora parecía un santuario, un lugar donde el tiempo se desvanecía.
Klaus no había dicho nada en un largo rato. Su presencia era suficiente, y Elena lo sentía cerca, mucho más cerca de lo que esperaba. Cuando finalmente lo miró, sus ojos se encontraron, y la tensión en el aire cambió, volviéndose más suave, más íntima.
Klaus sonrió de esa manera en que solo él podía hacerlo: suave, misteriosa, como si supiera algo que ella no sabía. Sin decir palabra, levantó una mano y acarició su mejilla con la yema de los dedos, un gesto delicado que la hizo cerrar los ojos por un instante, dejándose llevar por la calidez de su toque.
─ ¿Por qué lo haces? ─ murmuró Elena, su voz apenas un susurro.
¿No era suficiente para él haber arruinado su vida desde que llegó a Mystic Falls?
Klaus no respondió de inmediato. En lugar de eso, se inclinó hacia ella, moviéndose con esa gracia de siempre, como si todo lo que hacía estuviera coreografiado por una fuerza que solo él comprendía. La besó de nuevo, primero de manera suave, tentadora, como si quisiera medir su reacción, como si estuviera invitándole a rendirse sin forzarla.
Elena no pudo evitar responder al beso. Era imposible ignorar la conexión que sentía. Cada toque de sus labios, cada movimiento de su cuerpo, la envolvía más y más. La pasión que había reprimido durante tanto tiempo comenzaba a abrirse paso, y aunque su mente le gritaba que debía resistirse, su corazón parecía clamar por lo contrario.
Klaus profundizó el beso, y ella correspondió, sin pensar, sin cuestionar. Sus brazos rodearon su cuello, tirando de él hacia ella, sintiendo el calor de su cuerpo a través de la ropa que aún los separaba. Su respiración se aceleró, y la habitación, que antes parecía vacía, se llenó de una energía palpable, como si todo hubiera sido conducido hasta este momento, como si el destino los hubiera llevado justo allí.
Klaus la tumbó suavemente sobre la cama, sus manos moviéndose por su cuerpo con una suavidad que contrarrestaba la urgencia de sus besos. Elena, perdida en la intensidad del momento, se dejó llevar, sintiendo cómo cada parte de su ser se sumergía en ese encuentro. El roce de su piel contra la de él la hacía sentir viva, como si todo en ella despertará al mismo tiempo.
Aunque el miedo seguía acechando en el fondo de su mente, su cuerpo no quería rechazarlo. En ese momento, no podía pensar en las consecuencias, no podía pensar en nada más que en él y en la forma en que él la hacía sentir. Era como si todas las barreras que había levantado a su alrededor se desmoronaran en cada beso, en cada caricia.