Especial san valentín

34 3 2
                                    


Rigor.
(2da parte)

...........................................................................................................................

Eran las dos de la tarde y la hora de comer era sagrada para ambos, así que ante un extenunate reciente ejercicio, fueron a su restaurante favorito, el mismo de echo, donde todo había comenzado.

-¿Qué vas a pedir, cariño?- Luci estaba mas que complacido con las maravillosas atenciones de su dulce esposo, aunque no era ninguna sorpresa que fuese tan devoto con él, era lo que más le fascinaba de Al, que no importaba lo ocupado, enojado o indispuesto que estuviese, siempre estaba para complacerlo y llenarlo de mimos, incluso cuando algunas veces él mismo era consciente de lo caprichoso y berrinchudo que podía ponerse. Cosa que lo hizo sonreír aun con más ganas ante la complacida mirada de su compañero.

-Verte tan feliz me hace creer que estoy haciendo un buen trabajo - el alarde que quiso sonar presuntuoso terminó conectando y eterneciendo el corazón de ambos. Sus miradas prácticamente se gritaban lo mucho que se amaban, sonriendose como tontos, y con los dedos entrelazados sobre la mesa, mientras fingían ponerle atención al menú que de antemano ya se sabían de memoria y el aura romántica que los envolvía hacía difícil quererse acercar para tomar su pedido.

Los meseros de todas formas ya sabían lo que ambos pedirían, pero quisieron seguir las formalidades que tanto disfrutaba el pelirrojo.

-¡Hola, bienvenidos! ¡Que alegría volver a verlos! ¿Qué desean ordenar el día de hoy?

- Yo quiero...una buena porción de carne roja, por favor. Y con mucho aderezo. - la sensación de su pie jugueteando con su pierna por debajo de la mesa lo tomó por sorpesa, pero se mantuvo inmutable, a la camarera le pareció de lo más raro, porque esperaba que Luci encargara un gran plato con más de diez pancakes bañados en miel como siempre lo hacía, pero supuso que esta vez quería probar algo distinto.

Al por su parte, tuvo que reprimir las ganas de reír ante la cara desconcertada de la inocente chica, porque era obvio que no había entendido la indecorosa indirecta, cosa que provocó un peqyeño sonrojo casi imperceptible sobre sus mejillas. Su dulce ángel definitivamente no conocía el decoro en ninguna de sus formas. Así que después de aclarar un poco su garganta fingiendo demencia, regresó la mirada filosa en forma de reto hacia su compañero y pidió su platillo.

-Yo quiero un beso de angel. Y un caldo de conejo por favor-el pequeño no pudo evitar que la risa ante aquella terrible cursileria se escapara de sus labios, los que tuvo que morder para contenerse mientras giraba su rostro avergonzado hacia el lado contrario de la chica. Ese había sido un buen contraataque.

-Ammmh, okeeeey. -era obvio que estaban coqueteando, y era terriblemente incomodo no saber que decir entre ellos. -¡Bien, enseguida vuelvo!

Después de auqella escena, disfrutaron plenamente de su comida y se permitieron relajarse como en una cita normal, como aquellas que tenían cuando recién se conocían, Al atesoraba de forma profunda cada uno de esos recuerdos, porque en cada ocasión podía ver una facerta distinta de su dulce rubio, como cuando le vio enfurecer por primera vez cuando fueron al zoológico y unos prepubertos insufribles se atrevieron a lanzarles un par de piedritas, en su opinión inofensivas, al estanque de patitos que estaban mirando. No supo ni en qué momento su pequeño amante de los patos había salido disparado a propinarle semejante puñetazo al mayor de todos y cómo, de alguna manera sorprendente para lo frágil e inofensivo que parece, se había encargado de noquear a todos hasta que los de seguridad los corrieron por perturbar el órden. 

Recuerdo que aquel día mientras él no quería verme por lo apenado que estaba de que lo hubiese visto de aquella forma y no arrepentido por lo que había hecho, yo no podía encontrarlo mas fascinante. O como la vez que lo descubrí leyendo sus novelas favoritas, porque mientras fingía estar estudiando, de pronto una gran sonrisa comenzóa acrecer en su rostro sin explicacion aparente y me intrigó el como un libro de ¨biología¨podía ponerlo tan inquieto de pies a cabeza, el grito que pegó cuando se asomó a ver lo que estaba leyendo fue épico y fue terrible que también los vetaran de esa biblioteca porque realmente amaba estar ahí, pero había valido la pena por ver cómo su pequeño rubio no dejaba de balbucear torpemente toda clase de extrañas justificaciones para que no pensara que era un terrible pervetido, aunque claramente lo era. Y en su opinión eso era demasiado adorable.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Los fetiches de LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora