Trabajo

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Trabajar de prostituta nunca me pareció mayor conflicto, mis amigas más cercanas me lo habían propuesto un par de veces insinuando que la vida me sería más sencilla si no fuera por ahí dando gratis lo que bien podría pagar todas mis deudas, un buen día, una maravillosa conocida dejó descartado el amor en mi vida al montar un video públicamente ante la recepción de mi boda donde se daba de goce a cada atributo de mi buen esposo.

Lo mandé al carajo, a él, a ella y a los malditos planes que habíamos hecho durante más de tres años, me quedaba claro que para vivir en ésta vida me sobraban los modales.

A decir verdad, ése día se fue al carajo mucho más de lo que hubiese deseado que se fuera, todo en lo que siempre había creído e incluso mi familia, todos me habían dicho que ese hombre sería mi condena, y henos aquí, como la maldita amante de un sin fin de cabrones que bien podrían ser mis padres, pero que nunca ninguno lograrán quererme ni la décima parte de lo que ese hombre lo hizo cuándo aún seguía con vida.

Una de mis compañeras sigue soñando con la falsa promesa que le hizo el diputado la semana pasada, ni siquiera se esfuerza por lograr las metas porque confía ciegamente en sus palabras.

"Te sacaré de aquí, a ti y a todas tus amigas, y después nos casaremos, te lo prometo" que crueldad la que le espera cuando el terrible sufrimiento de ese castigo le llegue por sorpresa.

Mi pobre amiga nos juró que esas secuencias de sonido fueron sus palabras. Palabras que por supuesto le fueron grabadas en sus oídos de manera suave y poco acompasada, mientras su lengua le comía su polla al mayor estilo de una puta renombrada, las palabras bien podrían hacer de mi amiga una olímpica santa, pero le falta cerebro para darse cuenta de lo caritativa qué es.

Maldita sea ella y su estúpida ilusión enamorada, me hizo ver como me veían los de afuera, cuando le creí a todos que lo dejarían todo por sacarme de éste infierno, pero a diferencia suya, yo no tuve que pasar por tanto para darme cuenta que solo querían gozar de un par de cosas extras sin tener que desfalcarse de forma innecesaria.

Es por eso que ya no le creo a nadie, ni siquiera al idiota de Al, que también había sido el culpable de todo esto.

Recuerdo que nadie tuvo conflicto excepto yo cuando llegó con su propuesta, a todas nos tomó por sorpresa, por supuesto, pero tampoco fue como que alguna no estuviera ejerciendo la vocación de todas maneras, todas nos metimos en problemas cuando estábamos de vacaciones y bien le debíamos un par de muchos números a la cuenta de algunos padrotes, maldita ambición por salir del sufrimiento, solo te conduce a más infiernos con diferentes demonios, unos más cabrones que otros.

Y en fin, aún recuerdo como fue que sus palabras seducieron mis oídos y el de todas las presentes, "cinco grandes por partida y ustedes pueden elegirlos" "nadie puede obligarlas a nada que no quieran, pueden trabajar las horas que prefieran y siempre que paguen su cuota pueden irse cuando quieran" el hijo de puta supo darle a lo indicado.

"Cuando quisieramos, lo que quisieramos y como quisieramos" a todas nos había sonado como el trato perfecto. ¿Quién pensaría en las letras pequeñas?

Pero el muy cabrón había omitido con toda intención que la segunda hoja de ese contrato incluía deberle a su madre nuestro hospedaje indefinido en su edificio porque los clientes serían diputados, funcionarios y empresarios de alto rango con los gustos más extravagantes para follarnos en toda clase de lugares, y que si alguno de esos cabrones se llegaba a encariñar contigo podías irte despidiendo de tu amadita libertad, el servicio era cuando ellos lo pudieran y aunque lo de la paga si era cierto, ni al maldito colegio nos habían dejado regresar, ¿Dé qué me sirve ganar tanto si cada que salgo tiene que llevarme un maldito gorila qué no me deja hablarle a nadie? No son idiotas, lo sé, pero al menos deberían dejarnos regresar de vez en cuando a nuestras casas. Otra de ellas piensa que ya mataron a todas nuestras personas importantes y se roban nuestro sueldo, no la culpo, la pobre un buen día se despertó del lado izquierdo, le rompió la pierna a un buen cliente e intentó salir corriendo cuando la claustrofobia a éste castillo le mermó la calma, a la pobre se le olvidó la única regla que nos habían dicho apenas llegamos.

Los fetiches de LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora