Los fetiches de Lucifer

El Pastel

Capítulo #18

Lucifer es un chico tímido que no sale mucho, pero tiene un mejor amigo del que está enamorado secretamente.

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Al se dedica a tomar fotos de comida deliciosa, pero en su galería aún no tiene ni una sola de su platillo favorito.

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—Al, no sé si esto sea una buena idea.

—Quédate tranquilo, querido, solo serán unas cuantas fotografías, además ¿Recuerdas que me debes una? Bueno, oficialmente me la estoy cobrando.

Al no suele pedir ayuda para casi nada, así que fue una sorpresa ver su mensaje pidiendo que fuera su modelo para una sesión de postres que tenía ganas de realizar para actualizar su portafolio, me queda bastante claro que no soy feo y tengo la suficiente autoestima como para saber que podría (si quisiera) conquistar a uno o dos chicos que pudieran gustarme, pero nunca me he considerado al mismo nivel que las modelos que Al trae a casa para tomarles algunas fotos y después desordenar su cama con ellas.

Además... ¿Qué clase de proyecto respetable necesitaría las fotos de un chico como yo, tirado sobre una mesa, luciendo un bikini y rodeado de postres deliciosos? La verdad no me queda claro, pero Al dice que la publicidad es así.

Debo decir que me incomoda un poco no haber ido al gimnasio en este último mes y estar frente a él en esta posición tan reveladora, prácticamente me ha dicho que haga de plato, pero, ¿Cómo se supone que me tome eso? Sus ojos no han dejado de mirarme como si fuera uno de esos pastelitos que adornan la mesa y debo decir que me fascina, pero no me conviene, si llego a darle muchas vueltas voy a comenzar a ponerme inquieto y lo último que quiero es que se dé cuenta de que realmente quiero ser para él, uno de estos pastelitos.

—Muy bien, haremos algo distinto a lo habitual, ¿De acuerdo? Si te sientes incómodo puedes decirme y pararé de inmediato, no haré nada que no quieras, pastelito —no sé para qué me consulta si me ha dicho que no hable y tampoco entiendo porqué ha comenzado a decirme de ese modo, pero debo admitir que no me molesta en absoluto.

El tono de su voz es dulce y relajada, me tranquiliza un poquito, pero la forma en que recorre la mesa al rededor de mí, da la impresión de ser un lobo que juega con su próxima comida, su sonrisa se curva y puedo sentir con algo de malicia que me está rozando con el borde de sus dedos, cierro los ojos y me permito sentirlo, esto será lo más cercano que tendré de él parecido a mis fantasías nocturnas donde un dildo morado toma su nombre entre mis piernas, ansiosas de su toque, lo siento contornear mi figura y mi pecho retumba, hago un esfuerzo sobrehumano cuando ahora son sus manos las que descaradamente recorren mis piernas como si quisiera llenarse de ellas.

—¿Sabes, Luci? Siempre he creído que tienes un cuerpo increíble, pero en especial unas piernas preciosas —lo miro expectante, con la boca entre abierta, incapaz de formular palabras que puedan ocultar la emoción hacia su repentina confesión tan gratificante para mi ego.

Levanta mis piernas sin esfuerzo alguno y sus dedos se enganchan al interior de mis muslos, no entiendo qué carajos está pasando y por un minuto me permito el pensamiento de saberme dormido en una fantasía muy realista, me examina la parte baja de mi cintura y yo solo espero que mi entrepierna esté lo suficientemente linda como para que quiera lamerlo, es entonces cuando un gemido inconsciente se ve extraído de mi garganta a causa del estímulo de su cercanía, y él suelta una risita que me pone de los nervios.

—¿Te pongo nervioso, pastelito? —se burla y yo solo puedo maldecirlo en secreto, que se joda, decirle que no, no va a borrar el rastro húmedo que seguramente ya se nota en la maldita tanga que traigo puesta.