Capítulo trece: Los juegos del omega

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Sasuke, por inercia, apretó su mandíbula con tanta fuerza que sus dientes atraparon el interior de su mejilla hasta que el sabor de la sangre se esparció por su boca.

Escuchó un suspiro cansado y pronto las manos del alfa le sujetaron el mentón para que lo mirara.

Su mirada azul fue serena, y de cierto modo, lo hizo sentir menos caótico. Sus dedos acariciaron sus mejillas, dando masajes leves y tiernos.

—Gatito de porcelana —susurró amoroso—. Si sigues así, lastimarás tu boquita.

Sasuke quiso llorar, porque las mordidas dentro de sus mejillas eran algo de todos los días.

—Desgastarás tus colmillos de tanto apretar —agregó, preocupado—. No quiero que te lastimes.

Sus dedos se ubicaron debajo de sus orejas, buscando con ternura los huesos sobresalientes en su piel. Cuando los encontró, los masajeó hasta que el dolor casi permanente comenzó a desaparecer.

Sasuke, solo puedo observarlo. Vio en sus ojos azules la ternura, la comprensión y el amor infinito que tenían para darle.

O quizás solo se vio reflejado en su mirada y vio su propio afecto carcomer a través de sus ojos.

El alfa logró que su asustado corazón dejara de golpear su pecho con tanta fuerza que le robaba el aire.

Inhaló despacio, volviendo a respirar.

—Espérame aquí —susurró Naruto tranquilo.

Intentó asentir, pero tenía el cuerpo entumecido.

El alfa le dio una breve mirada antes de acortar la distancia con lentitud; su corazón se aceleró cuando su frente chocó contra la suya.

Sus ojos brillaban.

—Todo estará bien —prometió.

Sasuke observó su semblante sincero y tranquilo, y aunque su cuerpo temblaba y su mente estaba en caos, aun así, asintió.

Confiaba en él.

Cerrando los ojos, sintió un suave besito en los labios.

Naruto lo movió suavemente, apartándolo del camino. Con el pecho apretado, vio cómo abría la puerta.

Las feromonas comenzaron a fluir en el espacio cerrado y tuvo que dejar de respirar para no sentir que debía gruñir y atacar.

Eran demasiado intensas, pero a diferencia de las de su padre, estas no lo obligaban a someterse como un animal herido.

—Oye —dijo Naruto, cerrando la puerta con rapidez—. Deja de usar feromonas.

Hubo una enorme inhalación y luego silencio. Como si hubiese ocupado cada gramo de aire para tranquilizarse.

—Lo siento mucho, mi pequeño Uchiha.

Su voz amable y suave lo hizo volver a respirar.

—Estoy enojado con mi hijo —explicó, cansado—. Pero no contigo. ¿Puedes salir de ahí? Necesito que me ayudes.

Escuchó un suave gruñido de Naruto; parecía enfadado. A él no le gustaba que se acercara mucho al señor Minato. Se volvía irascible y nunca sabía lo que le haría si llegaba a enfadarlo.

Perdió la cuenta de cuántas veces fue atacado por provocar un ataque de celos en el alfa.

Avergonzado y temeroso, salió con lentitud de su escondite.

Los dos alfas lo miraron de inmediato. Como si sus ojos depredadores reaccionaran por instinto ante una presa más débil.

Tímidamente, le dio un vistazo a Minato. Sus ojos azules eran igual de afectuosos que los de Naruto.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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