_______Limpieza colectiva

103 20 16
                                    

El infierno empezó a las cinco de la mañana

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


El infierno empezó a las cinco de la mañana.

Un ruido estridente retumbó en cada rincón de la Torre Stark, un estruendo insoportable que hizo que más de uno se incorporara de golpe con el corazón en la garganta.

—¡DESPIERTEN, HARAGANES! —tronó la voz de Tony por los altavoces— ¡Tienen cinco minutos para estar en el vestíbulo o Fury los hará limpiar el maldito Pentágono!

Un coro de quejidos, maldiciones y gruñidos llenó los pasillos cuando todos comenzaron a salir de sus habitaciones, medio dormidos y con el cabello revuelto.

—Dios… —murmuró Astrid, apretando la sábana contra su pecho mientras el estruendo continuaba— Esto es tortura.

Natasha, quien estaba completamente vestida como si hubiera dormido en su traje de combate, le lanzó una mirada impasible.

—Bienvenida a la Torre Stark.

Astrid se tambaleó fuera de su habitación con lo primero que encontró. No tuvo tiempo de preocuparse por eso cuando vio a Pietro salir corriendo aún envuelto en su manta como si fuera una toga romana.

—¡No me atrapan, idiotas! —gritó antes de desaparecer en un borrón de velocidad—

—¿Por qué demonios corre si igual lo vamos a encontrar abajo? —bufó Clint, frotándose los ojos—

—Déjalo ser —respondió Sam con la voz ronca— Está en modo gremlin matutino.

Cuando llegaron al vestíbulo, el panorama era desastroso.

Steve estaba ahí, con la mandíbula apretada y el ceño fruncido, pero claramente medio dormido porque su camiseta estaba al revés.

Scott apareció descalzo, con una bata de Star Wars, dejandose caer en el sofá.

—Quiero demandar a Stark por daños psicológicos —murmuró— Nunca había odiado tanto a un multimillonario.

—Oh, créeme, esto es lo más leve —dijo Wanda, bostezando—

Fury llegó unos segundos después, con la misma expresión de fastidio de siempre.
—Muy bien, niños, suban al autobús.

—¿Autobús? —preguntó Steve— ¿No podemos ir en los Quinjet?

—No. Consideren esto parte del castigo.

—¿Y qué se supone que vamos a hacer?
—inquirió Clint, masajeándose la sien—

—Van a limpiar el desastre del complejo. Y lo van a hacer bien.

El grupo dejó escapar una ola de protestas, pero Fury los ignoró, señalando el autobús estacionado afuera.

—Cinco segundos para subir o los mando en cajas de envío.

—Cinco segundos para subir o los mando en cajas de envío

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Metanoia ★ | B.B Donde viven las historias. Descúbrelo ahora