SIETE

492 33 6
                                    

Tres días. Habían pasado tres días desde aquel inesperado encuentro con Demi. Tres días en los que apenas había salido de casa. Tres días en los que con suerte había dormido un total de tres horas. Tenía miedo de encontrarme con Demi en el ascensor o en la entrada, no sabía cómo reaccionaría ella y lo que más miedo me daba, cómo reaccionaría yo. Incluso fingí encontrarme mal para cancelar la cena del viernes. Podemos decir que con este son ya tres días evitando a Demi.

Solo salía de casa para asistir a las clases y para mi sorpresa el joven desconocido con el que me choque en la escuela era mi profesor de fotografía, Joseph Adam Jonas. Él insiste en que le llamemos Joe y no señor Jonas. El pobre intenta ganarse nuestra confianza y ser el profesor guay pero mandar un complicado trabajo de manualidades nada más llegar te quita puntos querido profesor.

-¿No te encanta tener que pasar una preciosa mañana de un soleado sábado comprando cartulinas y pegamento? –Refunfuña Clara tirando de un carrito rojo de supermercado.-Vamos, quien decida ir hoy a la playa a coger un bonito bronceado es un loco.

-¿Algún día dejaras de quejarte?

-Nunca.

Ruedo los ojos y giro a la izquierda por el pasillo cuatro, esta tienda era el paraíso de las manualidades, tenían de todo y cuando digo de todo me refiero a que tenían de todo desde sprais hasta esas cositas que hacen agujeritos en el papel con la forma que quieras. Miro cada estantería en busca de un cúter y lo único que encuentro son utensilios varios de los cuales, más de la mitad, desconozco para que narices sirven. Vuelvo a recorrer el pasillo y me detengo a la mitad, ofuscada, sin haber encontrado aún el dichoso cúter.

-No me lo puedo creer. Casi media manzana de tienda y no hay un estúpido cúter. ¿Pero esto que es?

Escucho pasar a Clara detrás de mi dejándose arrastras sobre el carrito mientras negaba con ese chasquido de lengua que tanto me irritaba viniendo de ella.

-¿Algún día dejaras de quejarte Alex? –Dijo imitando mi voz con retintín.

-Cállate que aun te comes la cartulina. Pero es que no me lo creo. Hay un metro, un jodido metro de pasillo con chorrimierdas varias y no pueden poner un puto cúter. Como pueden tener... –Con un cabreo creciente agarro el primer objeto que encuentro y leo la etiqueta informativa. –Unas tijeras que cortan simulando olas. ¿Quién coño necesita unas tijeras para cortar olas?

-A mí no me vendría mal uno.

El corazón comienza a bombear con fuerza y siento el nerviosismo revoloteando en mi estómago. No necesitaba darme la vuelta para saber a quién pertenecía esa voz tan particular, tan única y aun así mi cuerpo necesitaba una confirmación visual.

-Demi, que sorpresa encontrarte aquí. -Miro atrás y me doy cuenta de que Clara había desaparecido en combate, estoy sola en la batalla. -¿Qué-qué haces aquí?

-Buscaba algo que cortase simulando olas y, bueno, parece ser que tienes lo que busco.

Para acentuar la última frase había avanzado un paso hacia mí, un paso que a mi parecer nos había acercado algo más que físicamente.

No iba con doble sentido Alex.No.Iba.Con.Doble.Sentido.Tienes unas tijeras en la mano, no lo olvides.

Tenía una ceja enarcada y una sonrisa pícara en los labios. Los mismos labios que me habían impedido dormir las últimas noches. Era casi mágico como esos dos trozos de carne habían conseguido obsesionarme hasta semejante punto.

Una tensión estaba establecida entre ambas. Una tensión con una alta carga voltaica. Una tensión que mi cabeza temía resolver pero a la que mi cuerpo quería poner un punto y final.

La Chica Del Pelo Azul [Demi Lovato ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora