Camino hacia el espejo un tanto adormecida. Madrugar nunca había sido mi mejor plan un sábado pero la ocasión lo merecía. Intento recogerme el pelo en un moño pero el hecho de que mis dotes como peluquera son nulas y mi negro pelo rizado es un espíritu libre complica bastante la tarea.
-Venga pequeña dormilona, espabila, las maletas no se van a terminar solas y no creo que el avión nos espere eternamente así que... PON TU CULO EN MOVIMIENTO YA SEÑORITA ALEX LEVINE.
-Ya voy, ya voy. -Digo con un leve suspiro, está claro que hoy Clara esta eufórica.
La perfecta de Clara Robinson. Rubia, delgada, ojos azules, buen gusto para vestir... Sin duda alguna si esta chica no tiene novio es porque prefiere leer un buen libro antes que salir a ninguna parte. Todo lo contrario a mí; una friki de pies a cabeza, obsesionada con los zombies y una vida social escasa por no decir nula.
Acabo mi frustrante lucha contra mi pelo en una coleta a la que podríamos calificar de aceptable. Recojo las últimas cosas del baño y cierro mi maleta. Me pongo los vaqueros negros, la camiseta del concierto de AC/DC, mis converse rojas y vuelvo a echar un último vistazo a mi aspecto.
"Mírate, embutida en esos pantalones. Si tu intención era la de parecerte a una morcilla ENORABUENA objetivo conseguido. Te mudas creyendo que allí todo cambiara, que lograras tus sueños y conseguirás ser feliz. Pero sabes muy bien que eso no será así, allá donde vayas seguirás dando asco." Ese estúpido subconsciente siempre incordiando. Podría callarse alguna vez y dejarme descansar por cinco minutos. Aunque, desgraciadamente, tenía razón.
Marta termina de recoger su maleta mientras observo el pequeño piso de estudiantes en el que habíamos pasado los dos últimos años, cortesía de la mare de Clara quien nos ayudó con todo, una lástima que ahora este viajando por Inglaterra. Fue ella quien nos llamó llorando para decirnos que nos habían concedido la beca de fotografía. Después de haber pasado los últimos 17 años de mi vida viviendo en un infierno por fin llegó el momento de mudarse a Los Ángeles y comenzar una nueva vida.
Después de seis horas de vuelo, otra media hora en el camión de la mudanza y un dolor de culo inimaginable conseguimos llegar a nuestro nuevo hogar. Era el Buckingham Palace a comparación del antiguo piso, si es que aquel pequeño habitáculo de dos metros cuadrados se le podía llamar piso.
-Hogar dulce hogar. -Comenta Clara con una sonrisa de oreja a oreja y ambos brazos apoyados sobre la cintura. -Venga, ayúdame a subir algunas cajas. -Clara, tan mandona como de costumbre.
-Señor, sí, señor. -Digo mientras le dedico un saludo militar.
Recojo una pequeña caja con pinta de contener una lámpara, principalmente porque tiene el dibujo de una lámpara, y me dirijo hacia las escaleras. Mientras caminaba, gire la cabeza y mi atención se fijó en aquella chica que estaba concentrada lavando su coche en mitad de la calle, me sorprendió el no haberme dado cuenta antes de su presencia. Su menuda estatura hizo que tuviera que apoyarse un poco sobre el capo para limpiar la parte superior del parabrisas y, algo que me sorprendió aún más, no pude evitar mirar como los shorts negros que llevaba se ajustaban más en su gran trasero. Note como alguien se acercaba por detrás.
-¡Hey, Alex, deja de mirarle el culo a esa tía y sube ya las malditas cosas al piso!
El fuerte impacto que me devolvió a la realidad hizo que mis mejillas se ruborizaran. Me gire rápidamente para evitar el contacto visual con aquella chica y lo establecí con ira sobre mi compañera. "¿Pero qué dices? No le estaba mirando el cu... solo estaba mirando nuestra nueva calle, ¿tienes algún problema con eso?"
-¿Un problema? ¿Yo? -Soltó una pequeña carcajada sarcástica. -Perdona pero yo no soy la que va mirando culos ajenos a desconocidas por la vida.-
Salí disparada hacia arriba haciendo lo posible para no mirar hacia donde estaba la chica, estaba segura que con el grito de Clara medio vecindario se habría percatado de mi existencia.
Al llegar al piso deje la caja en el suelo y cerré la puerta con un portazo para que Clara no pasase, la escuche quejarse al otro lado, dejó las cajas en la puerta y se marchó. El piso estaba tan vació que daba hasta pena verlo, apenas había un par de estanterías en una pared y un sofá marrón, viejo y resobado que el antiguo propietario habría dejado allí. Me senté, planeado una muerte lenta y dolorosa para Clara, el sofá era cómodo a pesar de parecer el padre de todos los sofás. Posiblemente Tutankamon se sentó en este sofá.
"¿Por qué acabo de hacer lo que acabo de hacer? Quiero decir, había un sinfín de cosas en las que debería de haberme fijado antes que en... eso. Las seis horas de vuelo te han pasado factura Alex."
Me tumbo en el sofá y suelto un largo suspiro tapándome las manos con la cara. Mientras sigo cuestionándome mi estabilidad mental escucho el agudo timbre de la puerta resonando por toda la casa, supongo que es Clara con más trastos y me levanto del fosilizado sofá. Abro la puerta de mala gana, preparando un mini discurso de Quería mantenerme en el anonimato pero hasta los rusos se han enterado de que existo en mi cabeza. Tuve que tragarme las palabras cuando quien me esperaba al otro lado no era mi compañera de piso toca pelotas sino una gran sonrisa sosteniendo una bandeja de cupcakes. La chica del pelo azul.
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La Chica Del Pelo Azul [Demi Lovato ]
Fiksi PenggemarAlex Levine es una joven estudiante de fotografía con ciertos problemas. Se muda junto a su compañera de piso e inseparable amiga, Clara Robinson, a Los Ángeles para empezar a hacer realidad sus sueños. En su camino se topa con la chica del pelo a...