G7MS [Markson]

Repartidor de pizza

Como todos los seres humanos nacidos en la era informática, Mark tenía la costumbre de mirar la hora en su teléfono muchas más veces de las que necesitaba. Cuando sentía una mirada incómoda, cuando quería refregarle en la cara a alguien que tenía un mejor celular. Por aburrimiento. Para averiguar el tráfico aunque va al trabajo en tren. Y por supuesto revisar muchas pero muchas veces las redes sociales.

Si hubiera sido un día normal estaría escribiendo un tweet sobre el hermoso arco iris que había visto, subiendo alguna selca en Instagram o tal vez responder los veinte mensajes que tenía en WhatsApp, sin embargo estaba corriendo porque llegaba tarde al trabajo. Dobló la esquina como un rayo casi tirando a una persona al suelo, alzó la vista para ver el enorme cartel de la agencia de modelos femeninas donde debía de llegar; "G7MS", a tan solo dos cuadras que se convertirían las más largas de su vida.

Repentinamente se detuvo en el edificio de al lado y comenzó a acomodar sus ropas. Los anteojos de sol habían volado en el camino y la bufanda casi lo estaba ahorcando. Alineó su vestimenta que constaba de una camisa Lacoste, pantalón de jean marca Boy London, zapatos gamuzados de Calvin Klein, la razón principal por la que no podía correr como debería y accesorios que no usaba tales como un cinturón de Gucci, un reloj Rolex, la bufanda de Christian Dior que se lo había traído una de sus modelos supervisadas de Paris y los anteojos de sol Ray Ban que habían desaparecido hacía varias cuadras atrás. Todo eso acompañado por un maletín y su perfume favorito, One million de Paco Rabanne.

No lo iba a admitir nunca pero si su jefe no tendría esa política de "hasta los que limpian los baños en G7MS deben verse como estrellas de holliwood" iría en pijama y pantuflas a trabajar. ¡Era administrativo! ¿A quién le importaba como vestirse? Bueno, lamentablemente llevaba tantos años en la misma empresa que aprendió a querer sus cosas de valor y a comprarlas. Las modelos lo ayudaban en sus inicios a escoger atuendos, hoy en día ya era todo un señorito del buen gusto y estaba feliz de poder trabajar de algo que le gustaba mucho y con gente que conocía desde hacía cuatro años.

Finalmente ingresó al edificio, saludó a la recepcionista. — ¡Buenos días! ¿Cómo te encuentras? — Y quiso ir al ascensor, pero llegó a ver por el rabillo del ojo a Im JaeBum, su jefe. Por lo tanto se apoyó en el escritorio de la bella chica hablándole de cualquier cosa mientras espiaba para ver si ya se había marchado.

En esos días su jefe estaba ocupado con la idea de abrir un departamento para acaparar también el mercado de modelos masculinos y gracias al cielo estaba muy distraído. No había muchas personas en el lobby y se encontraba nervioso por ser descubierto así que guió la mirada hacia afuera, entonces... supo que si JB, como llamaban a su jefe sin que éste lo supiera, observaría lo mismo que él en esos instantes... quedaría ciego.

Un muchacho común, con una gorra puesta de revés, un buzo negro con unos números y unos pantalones bombachos que a cualquier diseñador de indumentaria le harían dar una arcada. ¿Qué haría alguien así en una agencia de modelos? Tal vez era algún repartidor de comida, sí, seguro. Regresó la vista hacia adentro y como no vio a JaeBum salió casi corriendo hacia el ascensor ya respirando más calmado. En el interior de la caja de metal y espejos tuvo tiempo de revisar notificaciones ya que debía ascender hasta el décimo quinto piso, el antepenúltimo. En ese trayecto subieron unas pocas personas que no miró por estar con su celular. Había un mensaje de Jiyoung, su compañero, que le preguntaba si estaba bien, respondió con un simple "Ya te contaré". No era evasivo, si no que ya había llegado al piso y simplemente debía caminar hacia su box.

Al bajar del ascensor se chocó con un muchacho bien vestido, con traje pero casual que le dio un golpecito en el hombro— Mark, llegas tarde.

— L-lo lamento señor.— Y sí, era su jefe, él tenía esa suerte tan particular.