Capítulo 69: Yo quiero tener muchos hijos.

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(Narra Justin)

Entré a la sala y solo vi la televisión encendida. Renegué mientras cruzaba la sala para apagarla ¿Les costaba tanto apagarla antes de subir? Al darme la vuelta vi por qué no estaba apagada. Los tres dormían en el mismo sillón. Jazzy y Jaxon estaban cubiertos por una sabana celeste hasta el cuello y Spencer abrazaba sus rodillas. Seguro tenia frío.

Después de dos viajes Jazzy y Jaxon estaban en sus respectivas habitaciones.

Me senté con cuidado en el sofá. No quería despertarla. Solo me gustaba admirarla mientras dormía, siempre he dicho que parece un gatito indefenso. Lo cual era totalmente falso al momento de que sus ojos se abrían.

Acaricié con la yema de los dedos la suave piel de su pierna. Se estremeció un poco pero siguió como si nada. Me puse de pie y la tomé entre mis brazos. En automático sus brazos se ajustaron a mi cuello, balbuceó algo indescifrable y después solo sentí su respiración chocar en mi cuello.

La recosté con cuidado pero sus ojos se abrieron al contacto con el acolchado.

— ¡Ey!— alargó entre dormida.

— ¡Ey!— le sonreí.

— ¿Cómo te fue?— se hizo a un lado para dejarme espacio.

—Bien... creo y ¿a ti?

—Muy bien— estaba por recostarme a su lado cuando se escuchó el timbre. Spencer volteó hacia la mesa de noche y vio el reloj. Nueve veinte de la noche.

—Ya vuelvo— di un cálido beso sobre sus labios y salí de la habitación.

—Llama a Spencer ahora mismo— apenas abrí la puerta y ordenó.

—Ella no...

—No te atrevas a mentirme Justin — amenazó y entró a la casa. —Sé que ella está aquí, así que hazme el favor de llamarla.

—No quiero ser grosero pero no recuerdo haberla invitado a entrar y no tiene derecho de venir a dar órdenes aquí.

—Oh claro que lo tengo. — su fuerte mirada se clavó en mí, algo que tenía en común con su hija. —Mi hija menor de edad—recalcó —Esta aquí... No te metas en problemas y llámala— se dio la media vuelta para caminar hacia la puerta —Con todo y maletas claro...

—Por qué no mejor regresa a su casa y mañana en la mañana le digo a Spencer que vino a buscarla y ya que ella le llame— me paré a un lado de la puerta esperando a que saliera.

—Sé que hablo muy claramente y puedes procesar lo que te estoy diciendo— articuló como si fuera un completo estúpido al que le hablaba -Respira, tranquilízate, respira. —Y no te conviene hacerme enojar, ella es menor de edad, fácilmente irías a prisión. — carcajee ante su estúpida amenaza.

—Mire— conté internamente hasta diez, ya que no dejaba de ser la madre de Spencer —Yo no tengo aquí a nadie a la fuerza. Ella el día que quiera puede tomar sus maletas e irse con usted, pero dudo que eso suceda— dije burlón y su rostro se pintó de rojo.

— ¡Escucha muy bien lo que te voy a decir! — dijo ya más que enojada señalándome con su dedo índice.

—...Ten mucho cuidado con lo que vas a decir— la voz de Spencer venía desde las escaleras.

— Spencer, qué bueno que estas aquí, trae tus maletas y vámonos.

— ¿Quién te dijo que estaba aquí? — dijo con una enorme frialdad. Era sorprendente lo duro que podía hablarle. Yo ni en sueños había sido capaz de hablarle así a mi madre.

—Eso no importa.

— ¿Quién te dijo que estaba aquí? — repitió bajando las escaleras.

—Chaz... pero ya hablaremos en la casa— mi cuerpo se tensó, ahora si me tocaría ajustar cuentas con el imbécil de Chaz.

—No gracias, mira ya es tarde y hay niños dormidos, que te parece si te visito un día de estos, claro si tienes tiempo— prácticamente la corrió. —Revisa tu agenda tal vez tengas algún espacio en algunos... ¿Dos meses?

— ¡Spencer! — dijo en un tono de impresión.

—Vete por favor. Deja de fingir que te intereso.

— ¡Claro que me interesas! Lo estoy haciendo por ti, esto es... Es ¡un error! Tú no puedes salir y mucho menos vivir con ¡él! — me señaló una vez más.

—Si puedo. Es mi novio y lo amo— esto sí que subía mi orgullo.

—Pero él jamás...

—Basta— no la dejó terminar. La verdad quería que la dejara hablar. quería saber lo que detestaba tanto de mí. Además de que tenía que mantener a mis hermanos, mi ausencia de padres, mi forma de vestir, mi vehículo y... está bien prácticamente me odia por completo.

—Piénsalo— acomodó su saco — ¿Que te puede ofrecer este? —eso si me ofendió. Yo podía ofrecerle mucho más que cualquiera.

—Cariño, aprecio... Un verdadero hogar— esta vez yo hablé —Tal vez no puedo darle muchos lujos— bajé la mirada pero Spencer tomó mi mano —Pero puedo asegurarle que aquí estará mejor que en cualquier lugar.

—De amor no se vive niño tenlo bien presente— dijo con repulsión —Prepara tus maletas, no te quedarás por mucho aquí— salió de la casa y la puerta se cerró tras de ella.

—Perdóname, discúlpame, lo siento...— su voz era amortiguada ya que se hundió en mi pecho abrazándome.

— ¿Porqué te disculpas? —Reí

—Mi madre...

—Et... Tranquila, nadie elige a su familia— soltó una pequeña risa.

—Estúpido Chaz — murmuró y concordé con ella.

—Ya me arreglaré con el mañana— afiné mi mirada y Spencer ahogó un grito.

— ¡No! Déjamelo a mí yo me encargaré del bocón ese.

—Ya veremos mañana, el primero que lo vea se arregla con el— tomé su mano y la entrelacé para después guiarla a las escaleras. Ella subía un escalón atrás de mí cuando preguntó.

— ¿Un verdadero hogar?

—Para mí somos una familia, algo extraña... — me golpeó jugando —Solo bromeaba— me retracté y me detuve para que me alcanzara, pasé un brazo por sus hombros.

—...Muchos hijos— dijo y vaya que me sorprendí —Yo quiero tener muchos hijos— hablaba pensativa, seguramente imaginaba.

— ¿A cuántos te refieres por muchos? — no me aterraba la idea de ser padre, ya que prácticamente desempeñaba ese papel con Jazzy y Jaxon . Lo que me aterraba era que Spencer quisiera formar todo un ejército. ¡Y seguramente de niñas! No puedo ni imaginarme la cantidad de vestidos que tendría que comprar, habitaciones de rosa por pintar y novios a los cuales espantar.

—Tres... Tal vez cuatro o hasta cinco— sonrió —Quiero la casa siempre llena y que cuando seamos viejitos— no había más que ilusión en su rostro —Las cenas y reuniones sean grandes festejos, con nietos y hasta bisnietos— ella simplemente quería una familia.

— ¿Te imaginas? A nosotros de viejos— carcajeé.

—Peleando cada cinco minutos— ambos reímos.

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La apuesta (Justin Bieber)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora