Capítulo 25

4 3 0
                                    

El Sol brilló como pocas veces había hecho antes. Una buena forma de abrir paso al día siguiente y olvidar aquella noche. En cuanto Nerea abrió los ojos, se dio cuenta de lo mucho que había bebido. Miró a su alrededor, intentando buscar un buen motivo para salir de la cama con ese dolor de cabeza. Entonces, se dio cuenta de que su amiga, en la cama de al lado, estaba hecha una bola, abrazada a su almohada, con los ojos marcados de haber llorado. No sabía que había pasado ni por qué, pero había encontrado un buen motivo para levantarse: Castrar a su hermano. ¿Qué mejor motivo para empezar un nuevo día? 

Nerea se levantó, claramente enfadada. Abrió su armario de par en par, buscando qué ponerse con prisa, para cumplir rápido su cometido. Entonces, notó algo. Un abrazo. Sibila se había despertado tras levantarse Nerea y había ido directa a abrazar a su amiga. Nerea se quedó quieta, sin saber qué estaba pasando. 

-Ayer me preocupé mucho por ti... Además, he tenido una pesadilla en la que estabas en peligro... Me alegro de que estés bien. 

"¿Eso significa que no tengo que castrar a Rubén? Jo, yo quería gritarle al menos un poco...": pensó Nerea, al escuchar lo que acababa de decir su amiga. 

Algo confundida, se giró hacia Sibila. 

-¿Qué pesadilla? 

-Estabas en una especie de bosque. Había un muerto. Ibas a socorrerle, a ver como estaba, y entonces... Una flecha de fuego va hacia tu cabeza. Rubén intenta salvarte... pero no lo consigue. Mueres al momento. Seguidamente, otra flecha de fuego se dirige a Rubén. No la ve... y también muere en el acto. Tengo miedo, Nerea. 

Aunque ella fuese quién estaba en peligro, abrazó a su amiga con fuerza, intentando así animarla. No sabía que significaba eso, pero si tenía algo claro, es que Sibila podía ver el futuro. ¿Eso significaba que iba a morir? ¿Eso significaba que no había motivo para matar a su hermano, porque iba a morir de todas maneras? Necesitaba otro trago, a lo mejor así, se le iba la resaca de una. 

Mientras Nerea abrazaba con fuerza a su amiga, Paula estaba preparando el desayuno. Esta vez, había de todo un poco. Necesitaban fuerzas para hacer frente al día que les esperaba. Había sido una noche movidita sí, pero más movidito iba a ser el día que les esperaba, o al menos, eso pensaba Paula. 

Con cariño, iba dejando las cosas sobre la mesa. Huanglong ya estaba ahí, pendiente, observando si había o no croquetas. Paula rio al verlo decepcionado. 

-¿Quieres ya croquetas? 

-Quiero siempre croquetas

Paula no pudo aguantarse la risa y soltó una gran carcajada. Una pena que no quedase croquetas en el congelador para freírlas en un momento. 

-¿Qué nos espera el día de hoy, dragón? ¿Crees que será decisivo? 

-Sí, porque tenemos un nuevo miembro, al parecer. - comentó Huanglong, buscando en ese desayuno cinco estrellas algo que se pudiese comparar con las croquetas 

-¿Un nuevo miembro? ¿Cómo qué un nuevo miembro? - preguntó Paula, sorprendida

-Sí, ¿no lo viste ayer? - respondió José, que acababa de salir a la terraza al ver el desayuno que había preparado su hermana, deseando empezar a comer

-El día que no te metas en conversaciones ajenas, haré una fiesta, hermano. - contestó Paula, resoplando mientras observaba a aquel con el que compartía ADN - Ahora, ¿qué nuevo miembro habláis? 

-Un elfo, se presentó en la habitación de tu hija. No pasa nada, la protegí como es debido - contestó José, orgulloso de sí mismo, mientras se echaba el café 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La elegida de PoseidónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora