6. "¿Caníval?".

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Capítulo VI
"¿Caníval?".

La señorita Balthazar llegó a su casa, vio su celular y tenía siete llamadas perdidas de Jatna

Tenía también un mensaje:

"Jat:
Ya que no contestas tu celular tuve que dañar mi manicura tecleando, la llave está debajo de una alfombra que puse cuando llegué, te dejé una nota en la puerta de la nevera, buenas noches.
9:37 P.M"

Sacó la llave de debajo de la alfombra nueva; con tan sólo abrir la puerta recibió el aire sombrío que siempre habitaba la casa.

Fue directo a prender las luces, vio como todos aquellos demonios desaparecían a la par de las luces cuando se encendían, los murmullos habitaban toda la casa, no obstante, el silencio era cortante.

Se dirigió por el pasillo a la habitación de música. Una figura siniestra se encontraba allí, parada en una esquina. Esta no desapareció al encender la luz.

Encendió la luz y pudo verla mejor.

Tenía la piel pálida, y la boca negra, que parecía su color natural de labios.

Distinguió un arete que atravesaba su nariz, y varios tatuajes en el brazo izquierdo.

Su cabello largo y lacio cubría su rostro, sus ropas estaban andrajosas y no tenía calzados... lo poco que veía de su rostro se le hacía conocido.

Tenía su mano derecha detrás de su espalda, como si estuviera escondiendo algo.

Evelyn observaba fijamente la escena en shock, quería escapar pero sus piernas no respondían, y sus ojos miraban hipnotizados al desconocido, y más que por su vida, temía por el libro.

El hombre se apartó un mechón de cabello con el cuchillo que había estado escondiendo detrás de su espalda, enseñando unos ojos oscuros como el carbón que de inmediato hicieron que navegara en ellos, pronto se fijó que no tenían pupilas, sino que estaban totalmente negros, con un pequeño punto blanco en el centro.

El desconocido lamió el cuchillo de una forma asquerosa, presionó su lengua contra el cuchillo con su mano y la rajó en dos, luego la cortó de su boca, y sostuvo los dos pedazos entre sus manos.

Miraba fijamente la reacción de Evelyn, le gustaba, lo excitaba, lo extasiaba.

La agarró de una mano y ella se dejó llevar, colocó su mano encima del piano, entró su lengua despedazada en la boca de Evelyn, y ella la masticó, al momento su boca chorreaba un líquido espeso de un color carmesí... tenía el sabor metálico de la sangre.

De un momento a otro dejó de asquearla lo que él hacía, ella masticaba la lengua de él sin remordimiento alguno, cerraba los ojos para disfrutar el sabor, y lamía sus labios cuando la sangre se le escapaba de la boca.

Evelyn se sobresaltó con el impacto del cuchillo en el piano, alguien se había cortado un dedo.

Crónicas de un cadáverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora