Capítulo 1

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Narra Miguel.

Mi nombre es Miguel Ángel, pero mis amigos me llaman Mangel. Tengo 16 años, estoy en mi último año de colegio, ya soy un "adulto", por así decirlo. Mi amigo de toda la vida: Rubén... Aunque todos preferimos llamarle Rubius, tiene mi misma edad pero parece menor dado a su cara de niño bonito. Se podría decir que tenemos apodos "raros".

No lo sé, pero he decidido convencer a mi mejor amigo de una cosa: Ser novios. Pero a él sólo le gustan las tías...

A pesar de mi seriedad, soy realmente alguien de lo peor... Mis padres andan tan sumergidos en el trabajo que casi no los veo en casa, y si están ahí simplemente nos ignoramos, en la mesa jamás hablamos, olvidamos cómo hacerlo. Mis padres las pocas veces que se dirigen la palabra es para discutir, pelear e inculcarse. Mi madre es una famosa abogada y mi padre dueño de varios hoteles cinco estrellas... Somos una familia adinerada pero... Todo lo que brilla no es oro, como ya sabéis.

Al llegar a casa me encierro en mi habitación, prendo el ordenador y miro pornografía, tanto heterosexual como homosexual... Y me masturbo hasta perder la cabeza, hasta olvidar los problemas, todos. Muchas veces tengo sueños húmedos con mi mejor amigo, lo sé, suena desagradable pero es la verdad, soy de lo peor... Hasta me masturbo mientras pienso en él, cierro los ojos e imagino su cuerpo totalmente desnudo y empapado de semen, siendo embestido por mi repetidas veces, hasta que ambos llegamos al orgasmo... Pero cuando abro los ojos y veo la realidad, pienso soy de lo peor..., y es que en realidad soy un enfermo.

Cada ves que hablo con Rubius, mi mente no deja de pensar en el cómo será su cuerpo sin ropa, qué sonidos hará y qué cara pondrá mientras lo penetro, sólo me basta suspirar ante esos retorcidos pensamientos. Rubius, perdóname.

[Mañana] [Dos de Abril] [7:10 a.m.]

Estaba en casa, desayunando mientras mis padres discutían sobre dinero. Salí de casa y aún podía oír sus gritos.

—Miguel... —llamó la vecina de la casa de alado. Me dirigí a ella y la miré— Dile a tus padres que en las noches hacen mucho ruido, se la pasan gritando —dijo con enojo.

—Dígale eso a ellos en persona —dije—, a mi no me escuchan.

—Miguel, ¿cómo que no te escuchan?, eres su hijo.

—No parece —di la vuelta y me fui.

—¡Si tus padres no hacen nada para cenar, puedes venir a mi casa! —gritó.

Ah, cierto... Acostumbro cenar en la casa de la vecina porque mis padres no cenan en casa, siempre salen de noche y vuelven en la madrugada para discutir sobre dinero. Me pregunto, en dónde duermen, ¿tienen amantes?, no me sorprendería.

[...]

En cuanto llegué al colegio, Rubius corrió hasta mi.

—¡Mangel, qué impuntual! —tomó mi mano y corrió hasta nuestro curso—. Cielos... Últimamente llegas tarde, ¿de nuevo no has podido dormir por culpa de tus padres? —inquirió mientras corría. ¿Mencioné que es lento?

—Algo así —dije mientras abría la puerta. Entré y ahí estaba el maestro—. Lo siento, me quedé dormido.

—¿Con que sí?, Rubén, ¿Y tú qué excusa me das?

—E-Es que... Yo... Ta...También... —tímido, mi mejor amigo es un poco tímido con casi todo el mundo. Sólo con amigos de años se comporta normalmente, ah y con su familia.

[...]

—Ah... Demonios toda la clase me estaba penetrando con sus ojos... —se quejó mientras caminaba junto a mi de vuelta a casa.

—¿Penetr...? —murmuré, simplemente esa palabra me llamó la atención.

—Jajaja... ¿Qué pasa? —dijo confundido.

—No es nada.

—"No es nada." —me imitó, poniendo mi misma expresión de seriedad y aburrimiento—. Eres tan serio... —sonrió de lado— ¡Ah! ¡Mangel olvidé decirte algo! ¡Mañana hay una fiesta! —claramente él estaba emocionado.

—No iré.

—Eeeeh... Pero ni siquiera te dije si podrías ir... —hizo un puchero.

—Te conozco.

Mientras caminábamos a casa, no dejé de mirarlo mientras conversaba de cosas que ni siquiera le ponía atención, sólo lo observé, sus labios... Sus pequeñas manos, su cuello... "Quiero tocarlo" pensé, "quiero hacerle tantas cosas"... Pero...

—Mangel, ¿quieres venir a mi casa?, mis padres te invitan a cenar con nosotros mañana —me sacó de mis pensamientos, como tantas veces.

—Claro —asentí.

[Tarde] [Tres de Abril] [5: 38 p.m.]

Estaba en mi habitación, jadeante, no hace mucho que me masturbé mientras pensaba en Rubius... Joder, en serio soy de lo peor. Justamente, en no mucho mi móvil sonó.

—¿Quién habla? —dije tratando de controlar los jadeos.

—Em... ¿Mangel? ¿Qué te pasa? —rió un poco.

—Acabé de hacer ejercicio. ¿Para qué llamas?

—Lo de la cena con mis padres —dijo en tono de obvio—. Te iremos a recoger a eso de las seis.

—Son las cinco y cuarenta.

—¿Ya estás listo?

—Déjame duchar, acabé de sudar.

—Sí que te pones en forma... Bueno, nos vemos al rato colega —colgó.

Coloqué la palma de mi mano en mi frente y luego apreté los cabellos de mi copete, le mentí, como tantas veces, le mentí... ¿Cómo se sentiría al saber que lo uso de esa forma?, sólo me quedó mentir.

Malos pensamientos #1. ➝RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora