Capítulo 17 "Final"

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—¿Y los pijos? —soltó el calvo que me mantenía agarrado.

—Los mocosos han huido...—dijo el rubio.

—Sólo logramos herir a Luzuriaga y al chaval ese que iba llorando —el de tez negra, se sentó en el mueble muy cómodo— ¿Quién será ese niño?, nunca lo vi en los barrios...

—¿Y qué cojones importa ese mocoso?, ¡No tenemos la maldita pasta! —replicó el calvo.

—Sólo decía, me pareció muy mono... Tiene un lindo cabello castaño... Y sus ojos... Eh, no lo sé, lo hubiese capturado al menos... —el negro sostuvo el mando de la televisión jugando con el, sin intensiones de mirar la tele.

—Ya, deja tu retorcida pedofilia a un lado, ¿Vale? —el rubio se volteo hacia el moreno, con cara de asco.

—No es pedofilia, el chico a de tener sus quince años, venga —se defendió. Pero sería hijo de puta... Era obvio que se refería a Rubius, joder.

-¡Gilipollas! ¡Los putos pijos esos deben dos mil euros! ¿¡De dónde vamos a sacar dos mil euros!? ¡El jefe nos matará! ¡Y el jefe de nuestro jefe lo matará a él! —el calvo que me mantenía agarrado intensificó el apretón, estaba rabioso.

—Al menos ya matamos a Alex —dijo el rubio, quien me observaba fijamente con esos apagados orbes azules—. ¿Y este? ¿Qué le pasa? —se aproximó hasta mi, acercando su rostro al mío— ¿No se supone que deberías temblar o algo así? Tío, hay tres hombres armados frente a ti, y uno te está apuntando, ¿Acaso no nos tienes miedo?

—No —con la voz más tranquila del mundo le dediqué—, no me dais miedo.

El rubio sonrió y luego echó una carcajada, para después, como un bipolar mantenerse serio nuevamente mirándome amenazante, por mi parte bostecé y no para hacerme el sobrado, simplemente la situación me empezaba a aburrir.

No lo entendía. ¿Por qué no me disparaban todavía?

—¿Te parece aburrido? ¿Eh?

—No lo sé, sólo me empezó a dar sueño  —lo miré, con ojos aburridos, sin pestañear a penas.

—Pues te vas de muy chulón eh, capullo. Veamos si esto te quita el sueño ese que cargas... —dibujó una sonrisa de oreja a oreja, y no supe cuando, pero me reventó una buena hostia en la cara, partiéndome, haciendo que mi cabeza se volteara de lado por el golpe.

Sentí el impacto a penas, lo que me comenzó a invadir fue el escozor, el dolor punzante, la sangre que emanaba hasta mi barbilla, ensuciaba mi camiseta y el suelo, me había partido la nariz y el labio superior, los cuales sentía inchados. Aunque me doliera a horrores, me lo tragué, sin hacer ninguna mueca, ninguna expresión, nuevamente volví el rostro hasta él, lo miré indiferente, como si no hubiera pasado nada.

—¿Me estás tomando el pelo? —agarró mis labios partidos entre sus dedos y me los apretó. Sentía las lágrimas invadirme los ojos, me hacía un daño terrible, iba a chillar, pero no tenía pensado darle el placer de escuchar alguna queja por mi parte, no. Eran unos pedazos de basura, habían herido y quien sabe si muerto a mi amigo, a Alex, la persona que significaba tanto para mi primo.

—Mierda, ya vale, Luis —el negro le apartó la mano de mi al rubio, aparentemente llamado Luis—. Si le llevamos el chaval al jefe, capaz y no nos vaya tan mal. Además... Algo me dice que este niño en serio no nos tiene miedo, al jefe le va a agradar... —si supieran que más miedo me daba mi propia mente... Me imaginaba con los sesos volados y me daba gracia, me imaginaba siendo decapitado y me quería reír, simplemente el morbo de la muerte era mi cosa favorita.

—Mocoso... —el calvo me soltó al fin, empujándome hacia delante, haciéndome chocar con el rubio, del cual me aparté al instante. Me quedé frente a él, aquel hombre alto y calvo— Dinos tu nombre —levemente me señaló con su arma.

Malos pensamientos #1. ➝RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora