Capítulo 11

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Narra Rubén.

Estábamos en la habitación de Willy, la verdad me incomodaba estar vestido así en frente de mis amigos, lo peor, que ellos no tenían idea de que era yo, si se enteraban mi vida se iría literalmente a la mierda, ni me lo imaginaba del miedo.

Habíamos tomado algo de alcohol en el transcurso de nuestras charlas, pero la verdad ya me sentía un poco mareado a pesar de haber consumido poco, a cada fiesta que iba procuraba no tomar demasiado, o quien sabe qué locuras haría, qué idioteces diría, tal vez hasta que yo era gay confesaría.

—¿Chicos, queréis jugar a la botella? — Lana se acomodó a mi lado.

Aquel juego me traía un recuerdo de mi niñez, uno de los mejores y peores de mi vida.

—Pero todos somos tíos aquí, sólo hay dos chicas —dijo Alex, despertando sentándose en el suelo como nosotros.

—En realidad hay seis chicos y tres chicas —rió Vegetta.

—¿Tres chicas? —Willy preguntó.

—Sí, tu eres maricón, ¿O no? —por un momento se me vino el alma abajo al oírle decir eso a Vegetta, sentí que más fue para mi.

—Jaja, muy gracioso Samu —reviró los ojos. Al parecer yo no le caía muy bien a Willy—, pero ser maricón no me convierte en mujer —casi me daba un fuerte sobresalto, sus palabras me pusieron a pensar en mi caso, era verdad, ser gay no me convertía en chica y mucho menos vestirme así.

—Pero te dan, como si tuvieras coño —Alexby se masajeó la cara.

—Bueno, juguemos —dijo Mangel quien estaba en frente de mi. Todos hicieron un círculo, y colocaron una botella de trago en medio.

Lana puso a dar vueltas la botella y esta poniéndome tenso, giraba y giraba.

Tragué saliba ante mi indeseable mala suerte, pues apuntaba hacia mi el pico del objeto y hacia Willy la parte trasera.

Todos sonreían de oreja a oreja, menos Willy y yo, y bueno, Mangel nunca sonríe.

 —No pienso besarla, no me gustan las tías —inquirió Willy y lo agradecí en el fondo de mi alma.

—Eh pero es plana como un tío —soltó Cheeto riendo en corto. Me miré el pecho, tenía un sostén y unas bolas de papel higiénico en ellas sin exagerar.

—Si no quiere pues vale. Dale otra vuelta, Lana —Mangel me miró asintiendo, claro, ahora era una tía y me tocaba besar a puros chicos, Mangel no sabía que yo soy gay, cree que me desagradaría besarme a un hombre, pero... Si tan sólo lo supiera, sin tan sólo nos tocara besarnos de nuevo por obra de aquella vacía botella, en el armario, como hace tres años...

Entonces un flash llegó a mi mente y recordé aquel beso de hace rato en la casa de Mangel, mi cara se encendió, sonrojándome, poniéndome nervioso, sudando por la calor que emanaba mi cuerpo.

—Pero si sólo vais a estar encerrados en el armario, no os tenéis que besar —Cheeto apretujó mi hombro—. Debéis cumplir.

Vegetta se puso de pie, con una sonrisa divertida en el rostro, fue hasta Willy y lo sostuvo de las axilas poniéndolo de puntillas sobre el suelo de un tirón hacia arriba.

—¡Qué no, hijo de puta, suéltame! —se sostuvo de las muñecas de Samuel, y lo empezó a arañar, ¿tanto así le desagradaban las tías?.

—Vegetta... Si no quiere... —hablé poniéndome de pie también.

—Venga ya, no seas tímida —y en un pestañear me agarró fuertemente de la cintura, al igual que a Willy, quien pataleaba, Vegetta nos empujó dentro del armario y cerró con seguro.

Me quedé paralizado observando a Willy quien me miraba fijamente, fulminándome, no entendía, ¿Yo qué le había hecho?

—Eh... —dije nervioso— Me... Me pondré... Aquí... —señalé una esquina del opaco armario, y me senté de rodillas.

Willy hizo lo mismo, lo más lejos de mi.

...

Nada.

Un silencio tremendo, un silencio incómodo.

Y afuera, nada tampoco, ni murmullos.

...

Me sentí claustrofóbico por unos segundos, como aquella vez, encerrado, junto con Mangel... ¿Por qué hacemos como si eso nunca pasó?, ¿O seré yo quien lo ha soñado? ¿Tal vez ya ni se acuerda?...Esa noche, en un armario igual a este nos besamos por primera vez.

Todo el mundo estaba animado, riéndose de todo por mas absurdo, es que estaban borrachos hasta la médula, como unos tontos, desorientados, felices.

Yo me mantenía sobrio, a un lado del living, en el suelo, aislado de todos, con 13 años de edad y ya tomando alcohol, mi madre jamás lo supo o quién sabe qué hubiera ocurrido.

Lana, Luzu, Vegetta, Staxx, Cheeto, Alexby, Mangel y yo... Amigos desde la primaria, tan unidos, nos conocíamos demasiado bien, pero... Aquel día, en nuestra primera fiesta que incluía cosas de "adultos", los desconocí a todos, estaban como unos locos, decían cosas tan fuera de ellos, se carcajeaban y rompían en risas estruendosas, insultaban de más y bueno, puede que yo esté exagerando, pero jamás los había visto así en ese entonces y me sorprendió.

Era una fiesta random, cualquiera podía ir, por lo que había demasiada gente a la cual yo no conocía ni de paso por el instituto, y otras a las cuales conocía pero poco me importaba hablarles. Me parecía incómodo y agobiante estar rodeado de tanta multitud.

Dejé a un lado mi vaso, y me coloqué el la silla del comedor para observar sin disimulo alguno a mis amigos quienes se la pasaban muy bien y eso me hacía sentir excluido, pero la verdad no tenía ganas de unirme a ellos...

—¡Qué hijo de puta, no has tomado casi nada, venga toma más! —Staxx incitaba a Luzu, y este ya tambaleándose sobre el sofá negó eufóricamente.

—Si no puede ni con su alma... —dijo Mangel sentándose en el suelo, tan serio como siempre.

—¡Vale Rubius, ¿Pero qué sigues haciendo ahí?, ven para acá, jugaremos a la botella! —Vegetta me llamó desde el sofá.

Simplemente hice caso, fui hasta donde el resto, todos estaban sentados esperando a que yo hiciera lo mismo, y unas chicas a las cuales jamás había visto en mi vida, igual de borrachas que el resto.

La música estaba en un volumen muy alto, las cortinas de la casa se movían con brusquedad por la fuerte ventisca de una fría noche, todo me olía a alcohol y tabaco, la gente se cruzaba alado de nosotros sin importarles si nos empujaban o pisoteaban, hacía calor, una bulla tremenda que me fastidiaba y yo...yo estaba asustado, nunca había jugado a la botella pero sabía de qué iba todo el rollo.

Sin más, me senté frente a Mangel.

—¡A girar esta mierda! —soltó Lana poniendo a rotar la botella sobre sí misma, poniéndome aterrado, nervioso y con ganas de salir corriendo hacia la puerta, un beso para mi significaba demasiado. ¿Qué tal si me tocaba con Mangel?, ¡Me moriría! ¡Estaría muerto de la vergüenza! ¡Le suplicaría a la tierra que me tragase!.... Y entonces, la botella se detuvo, apuntando...

Nota: Gracias a cada una y cada uno por leer este fanfic (es todo malo pero bueh, muchas gracias :3)

...Yo saber que ya estar ustedes cansadas de que no haber salseo u3u pero el salseo comienza NOW beibes ;v (?

Malos pensamientos #1. ➝RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora