Capítulo 5. ¡No es posible!

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Ahora sí que no sabía qué hacer.

Era como si el mundo conspirara en contra suyo. Veía esa imagen repetida en su cabeza, el momento en el que se inclinaba a Altaïr, y se sentía atormentado. Un asesino real a un pseudo-asesino ofreciendo su amistad en estas tan extrañas circunstancias, si es que así lo podía ver, y ya lo arruinaba todo. No sabía por qué había hecho eso, y no entendía por qué estaba pensando estas cosas, no sabía por qué le había agradado aquel "sincretismo" y tampoco sabía el por qué estaba dispuesto a volverlo repetir.


Espera... ¿Qué?

¡Hay que pensar con más claridad! Ezio, Piensa...

No era posible... que le comenzara a atraer alguien de su mismo género. Era sólo tema de pensarlo de esta manera: ¿Y si ese asesino lo supiera?

Lo mataría sin pensarlo dos veces.

¿No es así?

Todo era tan confuso, complicado, burdo, y hasta le avergonzaba de sólo prensarlo, pero había algo que no encajaba, porque si no, actuaría de otra manera, y no se sentiría tan mal, pero entonces era... ¿Era acaso que le estaba comenzando a gustar Altaïr? 

NO, NO, No, No, no, no. Imposible.

Con sólo pensarlo le daba un hormigueo en el estomago, y sentía que su tráquea se apretaba, impidiéndole respirar. No era por los problemas respiratorios que tenía desde que nació, ¿O sí? O quizás era una crisis de pánico la que inundaba su cuerpo nuevamente. No podía estar pensando en eso. Se negaba completamente.

Quizá ni siquiera se había dado cuenta, pero ahora que lo pensaba, cuando Altaïr le había llamado "hermano", su rostro había comenzado a arder. Quizá esa fue una de las causas de la rápida ida a tomar aire por ahí. Le había hecho ruborizar, su corazón había dado un vuelco en su pecho, le hizo sentir como si su estomago tuviese mariposas revoloteando que subían y bajaban, algo había encendido en su interior que creyó apagado. Pero no entendía por qué. No era más que un simple asesino, no era más que eso, ni siquiera era algo para actuar de esa manera... y no, no era el sincretismo.


Caminó rápido por el centro, adentrándose al mercado de Venecia, mientras tapaba su propia boca y con los ojos bien abiertos miraba al suelo, sin querer que nadie viese su rostro ardiendo, e incluso, sin intención, tropezó con una dama la cual iba por el camino de Ezio. Él no tuvo más remedio que levantarse y rápidamente ayudar a la dama a levantarse también, ella confundida y enfurecida, le arrebataba las cosas que le había ayudado a recoger, y de paso le daba un sermón del cómo tener más delicadez. Ezio la ignoró al igual que toda la gente que miraba, se disculpó y continuó queriendo que la tierra lo tragara.

A él le gustaban las mujeres...

Eso repetía en todo momento su cabeza, casi golpeándose a sí mismo una bofetada.


Necesitaba hablar con alguien esto. Pero... no podría ser tío Mario, no quería ni imaginarse su rostro de deshonra al saber que su sobrino gustaba de un tipo...

¡No! Eran sólo confusiones.

No podría tampoco decírselo a su madre. Seguramente también se sentiría en la deshonra si supiera que su hijo había ido en contra de las leyes de Dios y profanado la Iglesia, sería el chivo expiatorio... pero, la intención de Ezio era preguntarle si era malo o no sentir atracción por otro hombre...

No, recuerda, Ezio, que no estás sintiendo atracción por otro hombre. No... Es sólo una confusión.

Siempre han habido confusiones. Ezio pensaba que por pasar mas tiempo sólo, y ser algo sensible, podría sentir algo por alguien diferente, que lo escuchara... eso debía ser, pero nada más. Un amigo...

The Golden Age [Ezio x Altaïr] || Assassin's CreedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora