Ellas se saludaron como si no se miraran hace años, lo cual me parecía ridículo porque hablaban todos los días en el trabajo.
— Oh Ale. ¿Este es tu hijo? Al fin tengo el gusto de conocerlo, que maravilla. Es muy guapo, pero mira que alto. —Mamá parecía muy entusiasmada, yo me limité a reír silenciosamente... Pobre chico.
— Mucho gusto, señora. Soy Daniel. —Murmuró el dueño de aquella voz, aún no lograba verlo.
— Mucho gusto, Daniel. Puedes decirme Liz. Pero venga, entren... ¡Hija! —Gritó como si no estuviese a diez pasos de ella.
Me puse de pie al momento que entraron todos y al verlos alcé ambas cejas en seña de sorpresa y mi mandíbula cayó un poco sin saber que decir.
— Ella es mi hija...
— Amber. —El chico interrumpió a mamá, por lo cual ella se sorprendió un poco.
— ¿Se conocen? —Cuestionó curiosa y Ale, la amiga de mamá nos miraba a todos en silencio sin entender nada.
— Hola Dennis... ¡Danny! Perdón. —Dije divertida, nuevamente le había cambiado el nombre al chico del cabello lindo y no, está vez no fue accidental.
— ¡Muy bien! No entiendo nada, pero ustedes parecen conocerse muy bien, fantástico. Ale, acompañame a la cocina. —Nuestras mamás se retiraron, dejándonos completamente solos y un silencio incómodo inundó la habitación.
Danny me miraba con curiosidad, como si quisiera decir algo, sin embargo no lo hizo.
— Que pequeño es el mundo... —Murmuré tirándome sobre el sofá en el que estaba unos minutos antes.
— Vaya que si, espero que ahora no me ignores y te marches de nuevo... Como las veces anteriores. —Anduvo con pasos lentos hasta el sofá vecino y se sentó acomodando su cabello.
Solté una carcajada, me había parecido realmente gracioso y negué con la cabeza sin decir nada, al parecer a él no le hizo ninguna gracia porque su semblante se mantenía serio.
— Lo siento por haber sido grosera aquellas veces. —Aclaré mi garganta luego de decirlo y mantuve mi vista al frente clavada en el televisor que irónicamente estaba apagado.
— No te preocupes... Lindo atuendo, por cierto. —Me dedicó una mirada extraña. No con morbo ni nada por el estilo, sólo algo que no pude descifrar.
— Gracias. — Dije evitando mirarle, pero algo en él me llamó la atención.
Su brazo izquierdo estaba repleto de pulseras con letras de diferentes colores, podía reconocer casi todos los logotipos o frases inscritas en cada pulsera. Mis ojos se abrieron más de lo normal y rápidamente me acerqué a él, tomando su brazo.
El chico no me dejó mirar tan de cerca, lo cual me pareció extraño.— Son geniales, ¿tienes alguna banda favorita? —Pregunté tratando de aligerar el ambiente.
— Personalmente prefiero Blink-182 y Avenged sevenfold, me encantan... ¿Y tú? —Ya habíamos entrado en confianza, era un buen tema y me parecía genial tener en común gustos musicales con él.
— Buena elección, me quedo con Asking Alexandria. —Elevé mis brazos y ambos reímos.
— Oh, creo que podríamos ser buenos amigos. —Asentí y él sonrió.
— Deberíamos ir arriba, quiero mostrarte la band merch que he logrado conseguir.
Me sentía entusiasmada y en total confianza con Danny, era raro porque nunca había estado con alguien más que con Hannah en mi habitación.
Ambos subimos, el dudó un poco sobre si entrar o no. Lo animé y se sentó en mi cama observando todo a su alrededor. Sobre la pared habían varios afiches de bandas que me gustaban, busqué en mi closet y saqué varias camisetas, el comenzó a verlas y sonrió mientras lo hacía.
— ¿Crees que me queden?—Preguntó con curiosidad, mirando la camiseta de Green Day.
— Claro, las compro una talla más grande y no creo que sea tan gorda... Igual tú eres muy esbelto, seguro te quedan perfectamente. Puedo prestarte las que quieras. —Sonreí y Danny hizo lo mismo.
— Gracias, creo que sería buena idea porque tienes muchas que yo no. Si quieres puedes ir a casa, podría prestarte las mías. —Se encogió de hombros y asentí con emoción.
Pasamos un buen rato en mi habitación, escuchamos música y nos conocimos un poco.
Hoy no me había sentido mal, ni siquiera un poco débil y rogaba para que mamá no subiera a decirnos que teníamos que comer porque esta vez no podría escaparme... Aunque muy dentro de mi anhelaba comer, comer hasta quedar completamente satisfecha. No, no, no.
— Amber, bajen a comer. Ya está listo, rápido. — Mamá interrumpió mis pensamientos justo con las palabras que no deseaba oír.
¿A caso dios me odiaba?
Miré a Danny, quien igualmente me miraba... Había algo extraño en su mirada. Algo como preocupación.
Le hice una seña, me levanté de mi cama y el me siguió hasta abajo.Nos encontramos con mamá y Ale ya sentadas, nos estaban esperando. Suspiré pesadamente y me senté frente al plato repleto de comida.
Trague saliva con dificultad y me atreví a mirar al chico situado enfrente mío, lucía igual o peor que yo y muchas dudas se formularon en mi cabeza, negué y tomé un trozo de zanahoria con el tenedor. Me dediqué a sólo comer las verduras y tomar bastante agua para satisfacerme más rápido.Luego de quince minutos, me paré sin decir nada pero la mamá de Daniel me detuvo.
— Amber, ¿te sientes bien? No comiste casi nada. —Asentí con la cabeza y miré como ella desviaba la mirada hacia su hijo.
— No pasa nada, Ale. Ya sabes como son los adolescentes de ahora... Déjala. Si quiere comer después, que lo haga. —Mamá rió restándole importancia al asunto. Rodé los ojos y subí las escaleras con prisa.
Me encerré en mi habitación y cerré los ojos con fuerza, abrí la puerta del bañó para lavar mis manos y sin pensarlo introduje dos de mis dedos en mi boca hasta llegar a mi garganta, provocando el vómito. Era desesperante pensar que por cada trozo de comida que consumía me alejaba más de mi meta.
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"The weight of death"
أدب المراهقينElla quería ser tan ligera como una pluma, para lograrlo tenía que llegar al peso de la muerte. ¿A caso creía que podría ganar en esto? Se equivocó, no es un juego ni una competencia... Tampoco habían ganadores, sólo miserables que morían en el in...