Aquella persona me había ayudado a sentarme sobre el pasto. Le miré y no pude evitar sonreír, tenía unos hermosos y profundos ojos azules. Era una chico bastante delgado, se veía de unos 17 años. Llevaba el cabello largo y castaño, tenía varias perforaciones.
— Gracias por ayudarme. — Murmuré mirándole con curiosidad.
— No es nada, te veías realmente mal... sin ofender. — Rió por lo bajo y se sentó junto a mi. — Soy Daniel... puedes llamarme Danny.
— Es un gusto, Danny. Soy Amber.
— El placer es mío, Amber... que bonito nombre. — Dijo elevando su mirada al cielo, mientras estiraba sus piernas y no pude evitar mirarlas... eran tan diminutas.
— Yo, uhm... tengo que irme. — Me levanté de aquel lugar y me dispuse a caminar, pero segundos después me detuvo.
— Quisiera volver a verte.
— ¿Por qué?
— Pareces agradable. — Dijo rascando su nuca y luego despeinando su cabello.
— Lo siento. — Murmuré dándome la vuelta para comenzar a caminar de nuevo.
Llegué a casa totalmente cansada, subí las escaleras, me encerré en mi habitación y comencé a desvestirme. Subí a la balanza... perfecto: 46, 500 kg. Aún así seguía siendo gorda y eso no me gustaba para nada. Mis muslos aún no eran tan pequeños como para rodearlos con ambas manos.
Me dí una ducha tranquila y al salir me vestí con una pijama, no saldría así que no tenía porque colocarme algo decente.
— ¿Amber? — Escuché la voz de mamá tras la puerta.
— ¿Qué sucede?
— Alguien ha venido a verte, una amiga tuya.
— Hazla pasar. — Dije extrañada ya que no esperaba a nadie.
Luego de unos segundos Hannah apareció por la puerta, dedicándome una sonrisa.
— Hannah, hola... — Ella era mi única amiga, la única y era suficiente.
— Hola pequeña. — Besó mi mejilla y se sentó sobre mi cama observándome por un rato.
— ¿Qué ocurre?
— Te veo diferente.
— ¿A qué te refieres? — Pregunté un poco nerviosa sin saber a que se refería.
— Cariño, no te ofendas... pero luces como si fueses a morir. — Murmuró sin apartar su mirada de mi para luego morder su labio inferior.
— Pf, imaginaciones tuyas. — Reí nerviosa y cambié de tema rápidamente. — ¿Quieres hacer algo?
— ¡Pidamos una pizza con extra queso y papas fritas! ¿Si? — Puso su típica cara de niña pequeña y yo tragué en seco. ¿Cómo decirle que no? Cada vez que me visitaba pedíamos eso, y ahora...— Hannah...
— ¡Por favor, por favor dí que si! Vamos Amber, dí que si. — Se arrodilló frente a mi y no pude negarme.
— De acuerdo, de acuerdo...
Para Hannah era fácil. Ella era bonita, era extremadamente delgada, pequeña, adorable y tierna. En cambio yo, una gorda fuera de control.
|| Foto de Danny en multimedia.||
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"The weight of death"
Teen FictionElla quería ser tan ligera como una pluma, para lograrlo tenía que llegar al peso de la muerte. ¿A caso creía que podría ganar en esto? Se equivocó, no es un juego ni una competencia... Tampoco habían ganadores, sólo miserables que morían en el in...