Y aquí estoy, cargando mi cámara al cuello mientras voy hacia la mansión caminando. Me espera al menos media hora a pié, con Niall en coche apenas tardamos diez minutos.
Voy hablando con Alexis mientras veo el hermoso camino de la periferia de Oxford. La mansión está muy bien situada, un lugar tranquilo con inigualables vistas. Parece increíble, pero tiene mucha privacidad pese a las numerosas universidades que traen consigo bastantes estudiantes inmaduros, sectas que hacen rollos raros por el bosque y todo ese tipo de cosas de adolescentes.
Bueno, gente como yo.
- Había estado hablando con él en el campus desde hacía tiempo. Un mes o dos.- me dijo Alexis.- no fue la típica cita para conocerle, fue como un paso más en nuestra amistad.
- Con cuanta facilidad llamas una relación de dos meses amistad. - bromeé y alzé una ceja, separé un momento el móvil de mi oreja para mirar la hora y luego volví a la posición inicial.
Las cuatro.
Ella rió.- ¿Te pidió salir?- pregunté.
- No, prefiere ir despacio.- La notaba algo apenada para decir verdad.
- Eso es bueno. Significa que quiere que salga todo bien.
- No sé _____, me gusta. Quiero intentarlo, Niall es.. perfecto.- hizo una pausa.- Perfecto para mí. - corrigió.- pero parece que me evita.
- No pienses eso. Querrá ir despacio para hacer todo con cuidado, crear poco a poco una historia. Agradece que no sea como yo, que se enamora como un loco en cuestión de horas. Es mucho mejor así, créeme.
Ella volvió a reír pero esta vez conmigo, aunque empezaba a asfixiarme. Se nota que no dormí anoche.
Cuando quise darme cuenta, estaba justo en las puertas de la mansión. La miré de arriba a abajo, y me pensé más de una vez en entrar o irme. Otra vez volvió esa sensación, esa especie de invitación a entrar pero con la advertencia de no poder salir. Agarré el móvil con fuerza.
- Alexis, después te llamo, tengo que hacer una cosa.
- Adiós _____. Te quiero.- me dijo con simpatía.
- Y yo.
Colgué, e inmediatamente una ráfaga de aire frío me golpeó, haciendo a mi pelo colocarse en mi hombro. Guardé el móvil en el bolsillo y lo hice, entré.
Una vez dentro las puertas se cierran solas, ya como de costumbre. Tengo miedo de parpadear, cada segundo sin poder ver me aterroriza.
Doy un paso, y parece que he dado una patada, porque la madera cruje y suena como una honda de agua, se expande. Tomo la cámara con fuerza y hago una foto con flash. Es ridículo, pero pienso que captaré algo mediante fotografías.
Camino insegura hacia la primera puerta, y justo cuando voy a abrirla se abre de golpe, con fuerza, dejándome ver aquel lujoso salón de la mansión.
Me asusto y grito. Está aquí, esa presencia está aquí y me está observando. Me analiza, lo sé. Lo busco con la mirada y como no lo veo, decido hacer unas fotos, una a cada lado.
El sudor me inunda, le noto cada vez más cerca. Apretar el botón de la cámara y esperar con impaciencia un susto me mata, pero no ocurre nada.
Vuelve a ver otra gran ráfaga de aire violento y las puertas dan un golpe. Siento que mi corazón va a estallar, tengo un pequeño problema de sensibilidad cardiaca y siento que voy a llegar a mis límites. Pero lo extraño es que algo me llama y me dice que siga caminando, así que sigo y paso a la siguiente habitación que está unida al salón por un arco de mármol.
Tomo otra foto. Parece ser una cocina, una gran y extensa cocina que me encanta, es preciosa.
De repente algo me toca y yo me congelo. Aguanto la respiración para no gritar. Sea lo que sea lo que hay aquí recorre mi piel desde el cuello hasta mi cóccix por la espalda con una sola caricia que eriza toda mi piel. Con una lentitud cortante, como si pasearan por mi espalda una cuchilla.
Jadeo, el ruido de mi voz recorre la mansión entera con el eco. Ahora siento una mezcla entre miedo y excitación.
Cuando para, decido pestañear varias veces rápidamente, girarme y hacer una foto. Quizás ahora haya podido captar algo.
No sé qué acaba de pasar, pero las pulsaciones me van a mil. Igualmente decido pasar a la última habitación del ala izquierda, una gran sala con una chimenea de apariencia muy acogedora. Oh dios, lo que daría por vivir aquí.
Entro y hago una fotografía, pero de repente siento un vacío, siento lástima y pena. No me gusta este sentimiento, ¿por qué me siento así?
También vuelve el sentimiento de estar siendo vigilada. Solo se escucha silencio y el crujido de las ramas de los arboles, lo que me da mucho más miedo.
Esa cosa vuelve a tocarme, pero esta vez en mi mano, como ayer cuando la linterna. Me da otro escalofrío, aquí es cuando soy totalmente consciente de que es un fantasma y de que está tocándome. Acaricia mi piel con total libertad, hasta que se cae un jarrón que colgaba de una de las estanterías de la cocina y yo grito.
Suelto la cámara de golpe, ¿cómo diablos se cayó eso? Salgo de esa habitación corriendo y voy a mirar, hasta que miro la mano que me acaba de tocar y veo un rastro de sangre.
Siento que me voy a desmayar, pero algo me da fuerzas para salir corriendo y eso hago, corro lo más rápido que puedo hacia la salida mientras que escucho susurros detrás de mi.
No sé qué era eso, solo sé que acabo de encontrar algo peligroso, tan peligroso que me asusta, y lo peor de todo es que sé que las cosas no se van a quedar así.