- ¡No te vayas! - Miré hacia los lados en busca de él, podría haberse movido de sitio. Pero no. No había rastro de Harry, incluso noté la falta de su ausencia.
Lo bueno es que el fuego permaneció, dándome calor. Me quité la manta y la puse en el sillón, caminé lentamente observando las habitaciones que no pude apreciar debido al miedo, pero ahora me siento libre de hacerlo.
Era extraño, detrás de cada habitación se escondía una nueva sensación, unas aterradoras y otras agradables.
En general ahora lo que pude notar era el sufrimiento de Harry en esta mansión, la sensación de vacío en la mansión era una esclavitud. Era una mezcla entre miedo, sensualidad, calor y frío.
Seguí con mis pies casi desnudos por la alfombra roja que vestía el polvoroso suelo de madera hacia la primera habitación donde entré hoy. Tenía curiosidad por ver los diversos cuadros de la familia Cox, amo el arte, es lo mío.
Los observé detenidamente. Los Cox eran tan atractivos como su hijo Harry. Era una familia muy cuidada. Me paré en el cuadro de Anne, era una mujer culta, se veía muy buena madre y bella mujer. Unas pequeñas arruguitas decoraban sus pómulos y tenía una sonrisa radiante como él. Algún día intentaré pintarles.
Bostezo, de repente me he estremecido y me ha dado sueño. Ahora que sé que relativamente estoy a salvo mis ganas de dormir han vuelto. Por si alguien no lo sabe, duermo como un bebé. Adoro dormir. Creo que por eso mismo recibo un pequeño empujón en mis caderas que me lleva a una puerta que aún no he abierto, y cuando la abro me quedo totalmente extasiada al ver su interior.
Era una habitación tremendamente grande construida como un rectángulo. Toda la pared que formaba uno de los dos lados largos del mismo era una gran cristalera rota llena de ventanas de madera algo podridas por la lluvia, pero cubiertas por enredaderas de flores blancas. Era realmente hermoso. A mi izquierda había otra chimenea de madera pequeña, adornada por leña cubierta de ollín en su interior. En el centro había no una mesa, sino un piano de cola negro.
Abrí los ojos como platos y me acerqué a él lentamente. Estaba oscuro pero la luz de la luna me era suficiente. El color del piano era tan negro y brillante como la misma noche, y sus teclas estaban algo desgastadas. Me coloqué al lado del pequeño sillín que le acompaña, a juego con su color, y pasé un dedo por sus teclas, tan blancas, tan suaves... Alguien ha estado tocando, y eso me excita tanto, pensar en Harry tocando me hace morderme los labios y mirar con apreciación al piano.
Con cariño poso una mano sobre las teclas y las presiono, haciendo sonar unas notas agudas que retumban en toda la mansión. Impresionante, está afinado y no suena nada mal a pesar de los años que puede tener.
Repito, esta habitación es hermosa.- digo mientras salgo de la alfombra de terciopelo roja que sujeta el piano. Pero lo que más me llama la atención es una cama de matrimonio gigante de sábanas rojas y postes de madera tallados a la perfección.
Camino hacia ellos y me abrazo suavemente uno de los postes, examinándolos. Tenía dibujado una especie de hondas en las que me perdía. En lo alto de los postes había otra sábana roja amarrada que hacía de techo a la cama, realmente acogedor.
Me sentí observada de nuevo, el calor invadió la habitación. ¿Por qué se derrocha tanta sensualidad aquí dentro? Creo que es porque es la habitación de Harry, aunque me extraña que no haya armarios ni mesas. Igualmente, todo es tan perfecto.
Agarré las mangas de mi sudadera y tapé mi pecho con vergüenza, sé que Harry está observándome. Me sonrojo. No sé qué hacer, estoy adormilada pero ahora mismo no quiero irme. Caminar por la noche no es lo mío, y por muy loco que parezca quiero dormir en esta cama.
Acaricio las sábanas mientras camino hacia delante y me siento. El colchón para mi sorpresa se hunde por lo que es bastante cómodo. El silencio es magnífico y aunque la sensación de que me devoran con la mirada no se esfuma, me siento bien aquí. No me lo esperaba. Cierro los ojos tranquilamente y al cabo de unos minutos, la manta con la que Harry me había envuelto vuelve a estar sobre mí.
Y básicamente sin darme cuenta, caí en un profundo sueño que, desde hacía una semana, necesitaba.