Los días pasaron pero mi shock no. Ha pasado casi una semana desde lo ocurrido y no he podido dormir. He conseguido desviar mi atención algunas veces gracias a Alexis, pero siempre esa caricia conseguía volver a traspasarme la piel. Cada vez más, cada vez más y cada vez más. Tengo varias teorías sobre el asunto aunque igualmente tengo la cabeza hecha un lío. Tengo miedo.
Y sí, ahora mismo me encuentro en mi habitación dibujando un poco con mi sudadera larga, mis braguitas de lencería negra y mis calcetines de seda. Dibujo un atrapasueños con varias plumas a lápiz, la verdad es que me está relajando bastante hasta que noté otra vez es mano en mis brazos bajando hacia la punta de mis dedos. No podía vivir tranquila sin saber que era eso.
Puse el lápiz sobre la mesa y cuando me dí cuenta estaba abriendo la puerta de mi casa para salir. Como siempre, mi móvil en la mano con los cascos. No sé como he hecho sin darme cuenta. Estaba dispuesta a volver por tercera vez como una maldita obsesionada, parece como si estuviera hechizada.
Son las 19;57. Cuando llegase a allí aún estaría oscuro, pero el sol saldrá poco tiempo después.
Caminé más o menos tres cuartos de hora, dándose en el gran reloj de la mansión las 20;14. Notaba como una parte de mi quería entrar corriendo y la otra me empujaba fuertemente para irme, como de costumbre aquí.
Me lo pensé dos veces, no voy a mentir. Tengo frío, no sé qué hago aquí, estoy haciendo las cosas sin pensar y eso es algo raro. Estoy hablando de un fantasma, es algo serio. No creo en ellos, pero esto es tan diferente, tan real.
Finalmente entré.
Mis pies descalzos, solo abrigados por una fina tela que pisaba el suelo polvoroso, subiendo por el mismo pié un cosquilleo que no me gustó, pero era algo placentero. La puerta se cerró de golpe y no vi nada. Lo único visible era gracias a la luz de la Luna y a penas dejaba ver nada, por el día esto es tan diferente. Podía escuchar el eco de la puerta retumbando por los pisos de la mansión al igual que mis pasos. Noté como dos ojos se clavaban en mi, mirándome de arriba a abajo. Agarré mis puños con fuerza y seguí caminando como pude.
Ví unas enormes escaleras de madera y subí asustada por ellas intuitivamente, agarrándome de la barandilla situada a la derecha. Son las escaleras que esquivé la última vez que vine.
Un gran pasillo me esperaba al subir las escaleras y caminé por él. Notando todavía esa mirada, examinándome, cuando una ráfaga de viento congelado me guió hacia una habitación cerrada, con dos grandes puertas doradas. Las toqué y me dieron calambre con los dedos, cosa que me hizo que me apartara rápidamente. Las abrí con mis piernas, empujándolas levemente para dejar una gran habitación totalmente expuesta. Algunos muebles estaban tapados con sábanas blancas.
Me disputé a irme de allí antes de que pasara algo más raro, hasta que volví a sentir una mano fría acariciar mi hombro desnudo. No me moví, quería sentirlo de nuevo. Sus caricias se pararon en mis muñecas y me empujaron suavemente a la habitación como si de una invitación se tratase. Las puertas se cerraron solas y me asusté. Estoy comenzando a llegar a mis límites. Fui levemente empujada hacia delante, sea lo que sea quiere que siga caminando.
Llegué a parar a un gran cuadro en la pared tapado con otra de las sábanas blancas. No sé por qué, me dio por tirar la sábana al piso por curiosidad y allí estaba.
Él, pintado en un cuadro.
Miré de cerca una pequeña firma, parecía una dedicatoria para el señor Styles.
Ví su rostro en el cuadro. Harry Styles era sumamente atractivo. Su pelo era perfecto, peinado hacia atrás con una cinta negra de fina tela. Vestido elegante, con un traje negro y un pequeño pañuelo del bolsillo de color grisáceo en su chaqueta. Miraba hacia abajo, podía ver sus ojos verdes gracias a que la Luna daba justamente en ellos. Era el hombre más sensual que he visto nunca..
Sentí una punzada en el corazón de repente y sentí que algo había pasado detrás de mi. Lo sé. Rozó mi espalda y lo sentí. Me giré con fuerza hacia atrás buscando alguna explicación posible, pero nada. Así que probé a hacer lo primero que se me pasaba por la cabeza.
- ¿Ha-harry? - Dije bastante alto y mirando hacia los lados a ver si encontraba algo. Hasta que noté una presencia a mi lado. A mi derecha. Giré para ver si había algo, pero nada. Solo espero encontrarme con el hombre del cuadro y de la foto.
- Mi nombre es ____ Collins.- a lo que añadí con voz temblorosa por la mezcla de miedo y el frío que se me metía por los huesos. A quien se le ocurre venir sin sostén con un pulover y calcetines altos.- Tengo 19 años..Me temblaban muchísimo las piernas, tenía miedo de la reacción del fantasma.. Ni si quiera estoy segura de que es Harry. Miré a mis al rededores pero todo estaba muy oscuro, hasta que ví algo que me dejó sin aliento.
Ví como una manta levitaba a menos de un metro de mí. Comencé a llorar por el miedo.
- No me hagas daño, por favor.
La manta seguía levitando hasta mi, cerré mis ojos con fuerza y las lágrimas solían solas. Por Dios, no puedo morir aquí soy de...
Algo interrumpió mis pensamientos.
La manta se posó suavemente en mí, enrollándome como un bebé. Abrí los ojos como platos al notar su calor, era bastante agradable. Cogí la manta por ambos extremos y ella sola se colocó en mi cuerpo. Me acurruqué debajo de ella tímidamente.
- Hace una noche muy fría para salir así vestida.- Dijo en frente de mi una voz grave y bastante rota. No me podía creer lo que estaba pasando.