Gloriosa llegada

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     Esto no puede ser, de nuevo no...¡No, no, no, suéltame! , por favor, basta; esto no puede estar pasando de nuevo, ¿Por qué haces esto Matt?, por favor, suéltame... No puedo creer que me esté pasando esto por segunda vez, no lo soporto, quiero salir corriendo y desaparecer, llegar a donde este mal nacido no me encuentre, ya... ¡Basta, por favor!

- ¡Lauren, despiértate!, ¿Qué sucede? Escucho la voz de André a lo lejos, pero no logro ver donde está, quiero que me encuentre, él es mi única salvación. ¡Aquí, aquí estoy!

- Lau, princesa despierta, estás bien. ¿Qué sucede?, llegamos a casa. Dice André y logro ver su rostro, en él se veía preocupación e incluso dolor.

- Oh, André. Rompo en un llanto descontrolado, otra vez y me comienzan a doler las entrañas, el alma, el corazón...todo, me siento débil.

- Ya, ya, aquí estoy. Me abraza fuerte y con delicadeza acaricia mi cabello con mucho amor.

- Fue horrible, me tocaba y me besaba de una manera muy asquerosa, André. No me sueltes, por favor, no me dejes sola. Dije entre sollozos mientras mi hermano mayor me demostraba su amor; no quiero soltarlo pero él me da golpecitos en la espalda en señal de que todo está bien y poco a poco, subo la mirada y lo suelto.

- Fue solo una pesadilla pequeña, aquí estoy yo para protegerte de él y de cualquier cosa, ya no llores. Me limpió las lágrimas de mis mejillas ardientes por el miedo y se acercó para darme un beso en la frente, pero inconscientemente quite la cara y él sintió la advertencia, pero sin pensarlo dos veces, me acerqué a él y agarro mi cabeza como una niña pequeña que necesita amor y me dio muchos besos hasta que dejé de llorar.

- Eres el mejor hermano que alguien pudiese tener.

- Es mi deber protegerte, aunque no te lo diga a diario o quizá no te lo demuestre, te amo Lauren, cuando te vi por primera vez y te pusieron en mis brazos, desde ese momento sentí el deber de cuidarte, eres la luz de mis ojos hermanita y sé que no es nada fácil lo que está pasando, pero no pienso dejarte sola; en donde estés, ahí estaré yo.

Sus palabras me llenaron los ojos otra vez de lágrimas y dos pequeñas gotas corrieron por la silueta de mi rostro, él las limpio y me miro a los ojos de una manera que no pudo transmitir más amor porque sería imposible.

- Te amo tanto, gracias, de verdad gracias por ser mi hermano.

- Gracias a ti por existir y darle sentido a mi vida.

- Oh, André. Me abalancé encima de él y lo abrace fuerte.

- Vamos, ya estamos en casa. Dice, mientras abre la puerta del carro para que salga.

- André.

- Dime.

- No quiero entrar a mi cuarto, sé que...
Respiré profundo y seguí.

- Sé que estará lleno de sangre y recuerdos.

- No lo está, yo me encargué de limpiarlo y de comprarte sabanas nuevas.

- Pero no quiero recordar...'

Puse la cabeza gacha e intente respirar para no llorar.

- Pues, entonces duermes conmigo y ya está. Mi cara se iluminó y sentí como que si me quitasen un gran peso de encima.

- ¿En serio? Pregunté.

- Claro que sí, si necesitas eso, está bien, pero ¿Cuándo lleguen nuestros padres, cómo harás?

- En realidad, no lo sé.
Es verdad, si no quiero que mis padres se enteren, debo tratar de que mi comportamiento sea normal, pero ¿Cómo?, si fuera tan fácil como decirlo...

The Sexual GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora