Capítulo 12

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NOCHE DE RISAS, ACERCAMIENTOS Y RECUERDOS

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Oí cómo alguien me susurraba algo al oído.

—Jade, despierta. Ya llegamos—me susurró James.

—Mmh, vooy—susurré yo también, con una sonrisa.

Como estaba dormida, no me di cuenta de que James aparcó el coche delante de una casa, mejor dicho mansión. Él aún seguía algo tenso por lo de la pelea con mi ex, así que preferí dormirme por el camino. Bajé del coche, después de haberme resfregado bien los ojos para estar más despierta. Sí nenas, eso era lo bueno de no maquillarse, que no se te puede correr el rímmel. A lo qur iba, me bajé del coche y cerré la puerta de éste. Me quedé observando la fachada de la mansión, porque podía llamarse así. Era preciosa (al menos por fuera) tenía un estilo antiguo que me gustaba mucho, con unos grandes ventanales y una puerta con muchos adornos, cosas doradas y demás. Cuando me di cuenta, James ya estaba abriendo la puerta, así que corrí hacia ella. Cuando entré me quedé aún más sorprendida. Dije que el exterior era como, antiguo ¿no? Pues el interior era todo lo contrario. Era muy moderno, con un frigorífico (refrigerador) rojo, y todos los muebles en blanco y negro. Creo que eso es... ¿retro? No sé. Pero a mí me encantó.

—¿Te gusta?—dijo James, con cierto tono de burla, al ver que me había quedado ensimismada con la casa-mansión.

—¿Bromeas? ¡Me encantaa! —Le dije yo, como una niña pequeña a la que le acababan de comprar un peluche. Él rió, y me dijo que me sentara en el sofá. Y fue lo que hice.

—¿Qué quieres que hagamos?—me preguntó él.

—Mm, nosé. Es demasiado tarde para ir a tomarnos algo, ¿no? —Le dije yo.

—Guauuu ¿la pequeña quiere salir de marcha?—me dijo él, de nuevo con tono de broma

—Perdona, yo de pequeña no tengo nada ¿eh?—le dije.

—ah ¿no? Pues cuando te dejé mi camiseta parecía un vestido puesto en tí—me dijo.

—Peroo...—dije buscando una escusa—Bueno, de eso no estábamos hablando. ¿Por qué no pedimos una pizza? —Le dije, intentando desviar el tema. Me miró por unos segundos, dudando.

—Está bien, pequeña. Pediremos una pizza—me dijo, dándose por vencido.

—Bieen—dije yo, aplaudiendo. Él simplemente rió. Es de las pocas personas que se rien con TODO lo que digo. Eso me gusta.

—Hey, James. Qué tonta soy. Déjame curar tus heridas ¿no?—Le dije. Se me había olvidado por completo lo que había pasado antes. Y eso que tenía marcas en la cara y algo de sangre.

—Jade, no es nada. Ya casi no me duele—me dijo él, restándole importancia.

—No, va enserio. Voy a buscar algo para curarte —le dije yo, levantándome ya que él no me iba a decir donde estaban.

Me levanté del sofá y fui a buscar el botiquín, abrí la puerta de un armario (después de un rato buscando) y lo encontré. Me volví a sentar en el sofá, me puse en frente suya, saqué del botiquín agua oxigenada y algodón. Eché un poco de ese líquido en el algodón, y después lo acerqué a la cara de James.

—Auu, no me des tan fuerte—me dijo él.

—Perdón—le dije, dándole más flojito. James cerró los ojos ante el suave contacto. Tenía varios cortes en la mejilla y uno en el labio. Éste último se veía tan apetecible. Cómo me gustaría morderlo y... espera. ¿Qué carajos estoy diciendo?

Simplemente casualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora