Capítulo 7- parte 2

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-Tú.—le dije. No sabía cómo, pero lo había dicho. Yo. Jade. ¿Por qué mierda le había dicho eso? Bueno, eso. La verdad. Pero ¿ahora qué?

—¿Cómo que yo?—me dijo él confuso. ¿Enserio aún no se había dado cuenta? Imbécil.

—Nada, Alex. Olvídalo.

—No, Jade, dímelo.—más que una petición, pareció una orden. Últimamente estaba demasiado pesado. No sé qué le pasaba. Pero no quería que me controlase tanto. Ni que fueramos algo. Ojalá.

—No, Alex, no. Estoy harta. Eres demasiado pesado. ¿Podrías dejarme un segundo?—le dije.

—Pues antes en el beso no dijiste eso...—me dijo él, con sonrisa ladeada. Ooohhh, ahí la había cagado. Pero bien.
¿Sabes qué? Es verdad, pero me arrepiento de haber hecho eso. Y tranquilo que no volverá a pasar. —Le escupí en la cara. ¿me gustaba? No. Lo amaba. Pero a veces hay que dejarle las cosas claras, para que sepa que yo no seré ninguna de sus putitas.

—¡JADE!—Me gritó.

—¡Imbécil! ¡Que me dejes!—le grité. Venía detrás mia, pero yo no le hice caso. Me cogió el antebrazo y me giró; volvíamos a estar muy cerca, pero esta vez le haría una de las mías. Me acerqué a él, más o menos hasta estar a 2 centímetros de su rostro. Su aliento se mezclaba con el mío, y nuestras respiraciones eran lo único que se escuchaba en el lugar. Rocé mi pulgar con su labio inferior, y mi nariz contra su mejilla. Y le susurré:

—Hasta otra Alex.

Y así me fui. Sin más. Para que supiera que conmigo no se juega. ¿si me había gustado su beso? Como para no, mi primer beso con el chico que me gusta. De todas maneras no me fio de él. Estaré pendiente.

Creo que él se quedó allí, porque cuando yo ya estaba lejos, escuché varias maldiciones. Já.
Así se hace, Jade.

Me fui hacia la recepción del hotel. Tenían que cambiarme de habitación, no podría estar todo el maldito día con esas zorras. No después de lo que me habían hecho.

—Perdona, en mi habitación ha debido de haber un error, señorita, me han puesto con unas chicas llamadas Iria y Samantha, cuando yo me iba a poner con Jennifer, Elisabeth y Bianca —dije con mi mejor sonrisa. Esa tenía una cara de amargada que no se la creía ni ella. O él. Bueno, eso,puesto que no sabía bien qué era.

—Mira niña, te lo diré bien claro—me dijo, con voz MUY grave— aquí ya hemos organizado todas las habitaciones, en total sois 326 alumnos, y como tú comprenderás, no vamos a liar una gorda solo para que tú estés contenta. —Me dijo con repugnancia. Hija de p*ta. Verás

—¿cómo? A ver, dejame ver tu ordenador ese. Seguro que hay una libre—dije saltándome la pequeña barra que nos separába, y doblando mi cabeza hasta la pantalla. Había un hueco en una habitación, en una en la que había dos personas. Pero no se veían los nombres.

—Vaya, has tenido suerte, enana.—dijo con asco, y con una sonrisa maliciosa.¿qué estaría tramando? Bueno, lo importante es que ya tenía habitación.

—Venga, pues dame ya la llave.—le dije.

—Toma, niña. Habitación 3. primera planta.

—Ya sé la planta, torpe.—dije, volviendo a saltar la barra, pero esta vez para irme.

Fui hasta la habitación 3, como me dijo la recepcionista borde. Pero cuando abrí la puerta...

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