Acluofobia.

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Acluofobia by Anna_CKC . 

Sinopsis:

¿Por qué ella, nunca salía de noche?




Episodio uno: el chico de la cámara.

La gente siempre se preguntaba si cuando estabas loco, sabías que tenías ese problema. Por eso, la gente se pasaba preguntándome si yo sabía que tenía ese problema, y mi mamá se había pasado su vida buscando a algún psicólogo que me ayudara con esta situación. Lo único que las personas no entendían es que no era un problema, o que yo fuera una loca -porque lo que en realidad la gente quería decirme indirectamente era eso, que estoy loca-, es un temor, un miedo, algo que todo el mundo tiene, ¿por qué me toman de demente? Pero ya estaba acostumbrada a soportar eso.
Tenía demasiadas desventajas en tener este miedo, como el no poder nunca ir a fiestas o a clubes, o nunca poder viajar (por el miedo de que se hiciese de noche). Sólo podía estar en mi casa, disfrutando de los libros que eran de fiar.



Ustedes se preguntarán lo mismo que los demás, ¿por qué le temes tanto? Porque siento estar en la más inmensa de las oscuridades, en la Oscuridad de las oscuridades, algo más oscuro que la noche. Cuando estaba en ella, en la noche, me imaginaba lo peor de las sombras, moviéndose, atraparme y sucumbirme en ella, como una bolsa en una sala oscura, arriba de tí, atrapándote en ella, sacando el más mínimo rastro de luz. Como cuando miras un callejón en la noche, la esquina más oscura es la que más temor le tienes. Como en tu habitación a la noche, dentro de tu armario en una de las esquinas apartadas de la luz de las farolas a las afueras de tu ventana. Era la oscuridad en la Oscuridad. La Oscuridad máxima. Eran tus ojos cerrados a la hora de morir, oscuridad y soledad. Y sólo en pensar en ello, se me ponían los pelos de punta.




Arrastré mis medias por la sala de la cocina, prendiendo cada luz antes de entrar en la habitación, y apagué la linterna tras haber prendido con el interruptor el foco de luz, iluminando la cocina. Llevaba conmigo siempre una linterna, para que la oscuridad antes de encender el interruptor, no me asustara. Fui hacia la heladera y la abrí; queso, pizza que había sobrado de ayer, yogurt y leche, y un pote de mayonesa junto al de dulce de leche. En la parte trasera de la puerta, se encontraba un sobresaliente que servía de apoyo para otros objetos, en lo que había una botella de Pritty a la mitad y otra de Coca-cola sin tocar. Tomé una rebanada de pizza y saqué la Pritty y un vaso de la alacena, me serví un poco en el vaso y... Por el rabillo del ojo, vi una sombra moverse, como algo observándome. Giré mi cabeza con rapidez y miré con atención, generando en mi cabeza la forma que había en la ventana..., sólo era una rama que se movía en el viento. Suspiré. Debería dejar de leer tantos libros de fantasía.



Agarré toda mi cena, y me acomodé en el sofá de la sala de estar. Encendí la tele y me entretuve con un poco de dibujos animados -que sí, que sí, que a mi edad no debería estar mirando esto, pero que a mí seguían gustándome y nadie cambiaría la opinión de sacarme a mis dibujos animados-.



Quizá si alguien me preguntase, cómo sería vivir con este temor, la respuesta sería que es un poco cansador. Que había que estar todo el día alerta de si no se hacía tarde -en caso de que estuviera en otro lugar-, de que cuando llegase la noche, yo ya estaría en casa. Algo de lo que no podías estar tranquila.



*****



Estaba ya en la cafetería. Ni un segundo más, ni uno menos; en fin, puntual como siempre. A mi jefe le daba lo mismo a qué hora llegaban sus meceros, en ese lugar, todas las mesas que atendías, era el igual al salario que recibirías. Si llegabas tarde, tenías menos oportunidad de enganchar a más clientes y eso equivaldría a menos dinero en tu salario. Además, una de las causa de porqué me presentaba en horario era que necesitaba el dinero y para eso tendría que atender a los clientes que más pudiera.



Sujeté la remera de textura jean, en el cual atrás de ella había una taza color crema, con café hasta el tope y sonriendo. Abajo de ella, estaba el nombre de la cafetería tallado en hilos, letra por letra, que formaban la palabra: Coffee Queen. El uniforme estaba compuesto por la remera, y una gorra igual que la remera. Ese día sólo me puse la remera -vamos, que la gorra te causaba una tremenda picazón-.

Concurso Literario [Cerrado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora