Flechas en el corazón

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Flechas en el corazón by lauraspaces.

El recuerdo de su amigo le nubló el ánimo. Se lo nubló durante el tiempo suficiente para hacer que dejara de sentirse ella misma, para empezar a sentirse la huésped de un cuerpo vacío.

Hacía dos meses que se había ido y no se había despedido de él.

Jace había sido su apoyo durante años, había sido la llama que encendía su alegría, la llave que abría su corazón y la contraseña que desbloqueaba su mente.

Lily lo necesitaba, igual que los pulmones el oxígeno, los pájaros sus alas, las flores agua y el arcoiris la lluvia.

Pero ella ya no lo podía tener.

Ahora Lily vivía de recuerdos, respiraba momentos del pasado y se alimentaba de su propia memoria.

Cuando se levantaba, observaba los pájaros a través de la ventana, veía como estos volaban, siempre juntos. Cómo Jace y ella.

Observaba los árboles y el movimiento de sus hojas, cómo se mecían a la merced del viento. Como el siempre despeinado y dorado pelo de Jace.

Esos momentos observando el exterior, sintiendo el frío de la mañana en su rostro, la torturaban nada más despertarse, haciendo que su corazón se encogiera y dijera adiós a las horas de descanso de la noche anterior.

Entonces, bajaba a desayunar.

Su madre le miraba preocupada, con esa mirada triste que llevaba en su rostro desde hacía 2 meses.

Lily miraba el desayuno, depositado en la mesa por su madre minutos antes a su llegada.

Lo miraba, pero no hacía ningún movimiento. Tan sólo se quedaba sentada, con las manos descansando sobre sus muslos. Sus dedos fríos y entumecidos temblaban.

Entonces su madre le obligaba a comer, evitando así que Lily cayera enferma.

Su estómago estaba cerrado. La mayoría de veces esto provocaba que Lily se encontrara en el baño minutos después de ingerir el dichoso desayuno.

Entonces, se dirigía a clases.

Allí todo le recordaba a Jace. Durante las clases, sus ojos sólo miraban la pizarra, con expresión vacía.
En su mente no había nada, parecía como si la hubieran apagado para que no explotara por sobrecarga.

Sus notas nunca habían sido excesivamente buenas y ahora, por motivos obvios, no llegaban ni a ser suficientes.
Lilly estaba en peligro de repetir el curso.

Al llegar a casa, se encerraba en su cuarto y ni siquiera comía, aunque su madre se lo rogaba.
Se sentaba en una silla, a observar el cielo y ver pasar las nubes, que iban tan lentas como sus pensamientos.

Era extraño, ya no lloraba. Se había quedado sin lágrimas.

Tenía tantos recuerdos con Jace, que nunca se agotaban. Siempre había uno nuevo que recordar, que hiciera más fuerza en las miles de flechas clavadas en el corazón de Lilly, desangrando su órgano más preciado.

Pasaban las horas, se repetía la misma escena del desayuno pero con la cena y se metía en la cama.

Cerraba los ojos y relajaba su respiración. Rezaba en silencio y abrazaba el oso de peluche que Jace le regaló la semana antes a su muerte.

Lilly recordaba el sonido de su móvil al caer, de sus rodillas cayendo al suelo y del sabor salado de sus lágrimas cuando escuchó las palabras de una mujer a través del altavoz de teléfono.

Concurso Literario [Cerrado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora