Âkil by Juanita.
Âkil abrió los ojos y se encontró con una profunda melancolía. No era esa clase de melancolía con tonos de tristeza, era más una melancolía graciosa. Podría reírse a carcajadas del palpitante dolor que sentía pero había algo aún ajeno a el, se paró frente al espejo y efectivamente vio solo a un extraño parado enfrentándolo cara a cara, sintió la intrínseca necesidad de huir; de caminar hasta caer, hasta que no fuera un impedimento de su conciencia el que lo parara sino un impedimento físico. Volvió a retomar la imagen del espejo y se perdió en sus ojos negros, vacíos, abrió la palma de sus manos y se enfocó en sentir, sentir el aire pasando por su piel, de repente sintió también una lágrima salada caer tibia, se sentó en la colorida alfombra y miro las líneas húmedas que dejaba la gota hasta extinguirse en el piso. Cerró sus ojos de nuevo y recordó la última vez que vio a Layna; la habitación era oscura, la luz se había ido como si así hubiera tenido que pasar, las velas iluminaban como estelas en la noche, apenas podía distinguir las facciones
borrosas de su rostro, los ojos profundamente azules contrastaban con su morena piel, el cabello castaño lo llevaba recogido y el sonido de su voz le sentaba bien, le tomó las manos y en medio de su preocupación sintió una tranquilidad infinita.
-Sólo debes concentrarte en el presente- su sonrisa suavizaba la firmeza de sus palabras.
-No puedo, el pasado me persigue, y el futuro me atormenta.
-Cierra los ojos, recuerda siempre que lo que vives es la consecuencia de tu pasado y el futuro es el resultado del ahora, cuando tengas problemas en eso mira tus manos, que siempre permanecen en el presente, abiertas para recibirlo- De repente sintió una ráfaga de aire que apagó el fuego de las velas
-Layna...
-¿Qué sucede?
-Gracias
Repentinamente sintió cómo volvía en sí, abrió los ojos y percibió una mirada a través de la ventana, sólo pudo divisar gotas de agua que caían en el vidrio del marco cuadrado. Pasaron unas semanas y Âkil ya había retomado el ritmo de su vida pero se vio hundido en la interminable y tediosa rutina. Su padre estaba en la República Checa y él estaba en Roma. Lo más valioso que había perdido era a Layna, su preciosa sonrisa perlada y su perfume de lavanda que nunca le había convencido, para el siempre fue su esencia y la lavanda no se comparaba a eso. Era una mañana increíblemente fría y el aire gélido le envolvió los huesos, salió con una gabardina negra y unos gruesos guantes de cuero que le empapelaban las manos, el cabello negro corto le ondeaba con la brisa, llevaba una maleta verde fluorescente que resaltaba sobre la ropa negra, los lentes de pasta
negra cuadrada hundían sus ojos negros que se fundían en su piel ligeramente tostada, aunque había quienes afirmaban que tenía una tez pálida, ese día de camino al instituto sintió una mirada en la espalda, eran alrededor de las de la mañana, la sensación se intensificaba a medida que se acercaba, al llegar, vio dos chicas sentadas, repaso sus nombres en la mente. Jaidan, Alessia, a su lado habían dos muchachos, se sentó junto a ellos y sacó su cuaderno de bocetos, con interminables retratos de Layna, y de cosas que sólo podía ver en sueños, puñales curvos y flechas finas, incluso animales extraños, se imaginaba a veces como sería tener visión térmica, igual que las serpientes, y así mismo llegaba a dibujar cuando la melancolía se le revolvía en el estómago de nuevo con los jugos gástricos. Jaidan era una chica muy rara, y tenía unos delicados y detallados tatuajes que a veces estaban allí a veces no o cambiaban de forma, incluso de color, lo sabía porque se empeñaba en dibujarlos en bocetos, el arte era toda su vida, en todas las manifestaciones posibles, la literatura le apasionaba y ver a las dos chicas le entretenía profundamente, la clase pasó rápido, historia de la literatura le gustaba, y las bromas locuaces de Alessia lo hacían pasar todo más suave, al terminar la sesión salió del salón y alguien le tocó el hombro, era Jaidan que lo miraba con ojos divertidos
-¿Qué sucede?
-Âkil, te noto distraído ¿todo bien?- El cabello azul, rubio y negro de la chica estaba recogido en un coleta.
-Sí, todo bien, nada muy grave
-Ya sabes que si quieres decirme, me gustan las buenas historias
-¿Tienes un rato?
-Da la casualidad de que tengo una clase de interpretación poética, pero si estás libre a eso del medio día podemos vernos en el Legno di Sándalo.
-Da la casualidad de que a esa hora tengo clase, pero más tarde, como a las siete estoy libre, ¿qué te parece a esa hora?
-Entonces a las siete en el Legno di Sandalo- Jaidan dio media vuelta y se fue, era la primera vez que salía con alguien desde que llego a Roma, Italia había sido su escapatoria de lo que le esperaba en casa, de sus problemas con su padre, de la muerte misteriosa de su madre. Jaidan siempre se mostraba amigable igual que Alessia y los chicos que estaban siempre con ellas, sin embargo nunca se había preocupado por él. Al llegar la noche entro al Legno di Sandalo, era una café muy bonito con grandes ventanales por los que se deslizaba la luz anaranjada del atardecer, se sentó en una mesa del fondo, y sacó un libro, "La divina comedia", leyó hasta que escuchó un golpe en la silla de enfrente, la maleta de Jaidan sonaba pesada contra el piso.
-Bueno aquí estoy, me prometiste una historia.
-¿Está bien, por donde empiezo?
-Por pedir algo de comer, muero de hambre.- Jaidan le dedicó una risa y se acercó al mostrador, tiempo después volvió con dos tazas de café y unos pastelillos de hojaldre
-Bueno, empieza, ¿por qué esa cara larga?
-Jaidan, apenas si te conozco
-Me prometiste una historia y vine por ella, ahora quiero escucharla- La voz de la chica sonaba
dulce y sus ojos reflejaban tranquilidad.
-En Praga, tenía problemas con mi padre
-¿Qué sucedía? -Tenía una expresión curiosa, desde Layna, a nadie le había preocupado lo que sintiera.
-Él no quería que estudiara literatura, un día llegó el momento en el que no aguantó más y me dio dos opciones: quedarme y ser algo que no era o irme y olvidarme de él, así que ahí empecé a aplicar para becas en Roma.
-¿Por qué Roma?
-Mi madre adoraba Roma.
-¿Qué paso con ella?- Las mejillas infladas llenas de hojaldre le daban aspecto de ardilla, y le daban un aire cómico a su curiosidad.
-Murió, un día llegué a casa y mi padre me dijo que ella había fallecido, estaba muy enferma, al parecer la envenenaron y el veneno empezó a acabar con ella lentamente, era muy poderoso, y no podían extraerlo, además de producirle dolores muy intensos la mató lentamente- La expresión de su rostro era tranquila, como si estuviera acostumbrada a escuchar cosas así.
-Y ¿no tenías a nadie más? ¿Amigos? ¿Familia?
-Tenía amigos, lo normal, tenía a Layna.
-Continúa
-Layna era mi mejor amiga.
-Te enamoraste de ella, ¿cierto?
-¡No!
-A mí no me puedes mentir.
-Bueno un poco, una noche cuando nos despedimos me dijo que le gustaba un chico, del instituto, y pues, ya adivinarás el resto, ella era todo para mí, después de mi madre, era la única que había mostrado interés en mí.
-¡Gracias! -El sarcasmo resonó de manera que quebró la suavidad de sus palabras previas.
-Bueno hasta hoy antes de las 8.
-Mucho mejor- le agradeció.
-Bueno, por eso estoy aquí.
-¿Quieres venir a mi departamento? Seguramente Kan y Anja están ahí
-¿Quiénes?
-Unos amigos
-Debo estar loco, pero, andando.
Los muchachos caminaron por la calle con la luna reflejada en la acera, disfrutaba de la compañía de Jaidan, y lo disfrutó todo lo que pudo. La entrada del departamento adornada con escaleras de piedra llenas de flores le dio un buen presentimiento, al abrir vio a una chica sentada viendo una película junto a otro joven, parecían muy concentrados pero cuando Jaidan abrió se voltearon -Anja, éste es Âkil, Âkil, ésta es Anja- Los cabellos dorados se le entrelazaban con el negro en una trenza larga que le llegaba hasta la cintura, los ojos negros llenos de euforia le sonrieron.
-Mucho gusto- Extendió su mano.
-Kilian, te presento a Âkil, Âkil, mi mejor amigo Kilian.-Le dedicó un apretón de manos firme.
Hablaron toda la noche entre risas, hasta las 2 de la mañana, Kan y Anja se fueron, Jaidan le había mirado el dorso de la mano fijamente y cuando se fueron le preguntó:
-¿Qué tienes ahí?
-Mi madre me tatúo la muñeca cuando era un niño, no lo recuerdo, es el símbolo latino de la plata-Âkil le mostró la otra muñeca- Este es el símbolo del agua- La luna que representaba la plata era negra, y el símbolo del agua estaba plasmado de un color platinado.
-Âkil, déjame mostrarte algo- lo dirigió al cuarto de baño, al espejo y tomó una botella del gabinete, la etiqueta señalaba AgBr y aunque sintió un profundo temor, decidió confiar en esa extraña. Jaidan se inclinó y empapó el espejo de lo que él creía era Bromuro de Plata, este era una químico útil a la hora de revelar un negativo y por más de que sintiera temor y la adrenalina le invadiera las venas como en la mañana el frío los huesos, no se resistió a los movimientos de la chica manipulando su mano. Al tocar el espejo con la muñeca derecha donde reposaba la luna, se tornó negro y empezaron a caer los pedazos de vidrio como cuando una serpiente muda de piel. Âkil estaba aterrado, luego el espejo pasó de ser completamente opaco y negro a completamente translúcido mientras la luz se apagaba, nada lo separaba del reflejo de cuerpo completo, a través de él pudo ver un cuchillo curvo como los que dibujaba con el símbolo latino del arsénico plasmado delicadamente en la cuchilla de plata, lo que más lo impresionó fue ver que quien sostenía la empuñadura era su madre. Al ver su piel pálida se exasperó y soltó el espejo, la visión desapareció y la luz volvió, Jaidan tenía una expresión estupefacta.
-Eres un månen
-¿Un qué?
-Sígueme -Jaidan lo guio hasta una habitación, había una ventana gigante, casi del tamaño del cuarto, por la que se extendía la imagen de la luna. El astro era el protagonista de varios de sus bocetos, especialmente el símbolo que reposaba sobre su muñeca, allí también había un espejo de cuerpo completo en un marco de madera con unos símbolos tallados, pero en vez de entrar esparció un polvo metálico y la habitación se transformó, como una visión borrosa en el agua se transforma al reflejar dos rostros distintos, al entrar era otro lugar, sin embargo aún estaba el ventanal, esta vez el piso de madera cargaba con una mesa, sillas, estantes llenos de libros y escritorios con frascos pequeños, además el lugar había doblado su tamaño.
-Siéntate, debes saber unas cuantas cosas.
-¿Qué está sucediendo? ¿Estás jugando conmigo?
-Âkil, no eres lo que crees, no eres un humano, vienes de otra dimensión, al igual que tu madre- Los ojos negros le brillaban con la luz de la luna, se veían plateados, Âkil se sentó en un extremo de la mesa y Jaidan junto a él, la mirada llena de confusión lo delató.
-Âkil eres un månen, un hijo de la luna, perteneces a las facciones.
-¿A las qué?
-A las facciones, somos los hijos del universo, nosotros específicamente de la luna, pero también están los hijos del sol, del aire, de la oscuridad, el agua, el fuego y de las gemas.
-¿Y yo que soy? De nuevo.
-Un månen, una división de la luna, un plateado, tus tatuajes representan las dimensiones que hacen parte de ti, si fueras a otra se formaría otro, son pequeños porque no has fortalecido tus capacidades, tu madre no te tatúo, tu naciste así.
-Debes estar equivocada.
-¿Alguna vez tuviste visiones? ¿Sueños extraños?
-Sí, pero, es normal.
-¿Alguna vez viste esto? -Jaidan sacó de un cajón una daga como las que dibujaba, tenía el símbolo del platino, un círculo con un semicírculo apuntando hacia la esquina superior izquierda.
-En sueños, pero esto no es posible.
-¿Esto? -Le hizo un fino corte en la muñeca.
-¡¿Que ocurre contigo?!
-Concentrarte, puede que por ahora necesites ayuda.- Volvió a rociar el polvo plata sobre la herida y se cerró lentamente.
-¿Qué está sucediendo?
-Eres un månen tienes control total sobre tu cuerpo.
-Ya no sé qué decir.
-Esto es lo que eres -Le tendió la mano y lo guio hasta el espejo de cuerpo completo, no se había dado cuenta de que seguía ahí, sintió unas incontrolables ganas de tocarlo y cuando lo hizo su rostro se vio transformado, sus facciones se tornaron nítidas y el cabello negro se llenó de destellos plateados y los ojos negros, vacíos, se llenaron de vida, se dedicó la sonrisa que le había hecho falta aquella tarde, y pudo olvidar el vacío que Layna había dejado, sin dejar atrás lo que le había enseñado.
-A veces las cosas mejores cosas son las que no puedes ver- La voz de Jaidan sonó suave -Âkil centró su atención en el rostro que le devolvía la blanca sonrisa, y se encontró abriendo las manos para recibir lo que viniera.GRACIAS POR ESTA FANTÁSTICA HISTORIA
Jurado numero 1, Damian: La historia me pareció fantástica, los que leen las historias de este concurso ya saben que amo la ficción. Por ende tu historia me dejo apasionado y emocionado, quiero seguir leyendo así que mejor que te pongas manos a la obra a seguir escribiendo. La trama es original, lo de los tatuajes me recuerda a los Cazadores de Sombras y es una de mis sagas favoritas. En fin, me gusto bastante. Del uno al diez, seguí así 10.
Jurado numero 2, Paula: Tenes una gran capacidad de descripción, se nota que le pones esmero y tiempo a tu obra. El amplio vocabulario y la gramática, la ortografía y la trama es todo muy original. Tal vez deberías ponerle un poco mas de dialogo, no se si es así la personalidad de Âkil pero parece muy serio y callado, si es así vas bien, si tu idea es hacerlo una persona normal deberías hacer que hable un poco mas[en mi opinión] ya que lo imagino introvertido. En fin, del 1 al 10, 10. ¡Y quiero saber como sigue!
GRACIAS POR PARTICIPAR Y ENVÍENOS SUS HISTORIAS A NUESTRO EMAIL [freeland1369@gmail.com]
* PARA MAS INFORMACIÓN IR AL PRIMER CAPITULO*
Nos vemos,
xx.
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Concurso Literario [Cerrado]
Short StorySE REABRIRÁ EL CONCURSO EN MARZO DEL 2016 ASÍ QUE GUARDEN ESTA HISTORIA EN SUS BIBLIOTECAS PARA ESTAR AL TANTO DE TODAS LAS NOTICIAS. GRACIAS