La luz del sol amaneciendo me hace despertar, anoche olvide bajar la persiana, oigo a Daemon entrar en mi cuarto y noto como me acaricia, lo próximo que noto son los labios de Daemon en mi mejilla, abro los ojos, aun me duele todo.
-Daemon... estoy muy cansada...
-Puedes quedarte, el fin de semana ha sido muy duro, necesitas descansar.
-Vale...-baja las persianas y me da un beso en la comisura de los labios, no sé porque me ha dado un beso tan cerca de la boca, pero supongo que será porque en la penumbra no ve muy bien, pronto caigo dormida de nuevo.
Sueño con la cabaña, pero estoy yo sola, no está Marcus, ni tampoco Daemon o Anne, estoy yo sola, voy a la cocina de la cabaña y veo que hay una cámara frigorífica como las de los carniceros, miro dentro y veo gente, están atados, amordazados o con la boca cosida y a medio congelar, todos son de distintas edades, veo a un niño, tiene las piernas atadas con una cuerda y las manos esposadas mientras cuelga de un gancho, pero eso no es lo que me llama la atención, es la cara del niño, la vi hace poco en uno de los periódicos que deja Daemon por toda la casa, lo habían encontrado muerto con un alambre incrustado en el estómago, me acerco para levantarle la camiseta y ver si es el, pero cuando voy a tocarlo lo atravieso, pruebo con las demás personas del lugar y pasa lo mismo, son fantasmas. Salgo de ahí, asustada por el hecho de ver fantasmas, paso la cocina e intento llegar a la puerta de salida, pero algo me agarra el pie, miro y es el niño, me libro de él y llego a la puerta, pero está cerrada por fuera, me giro y veo a todos los fantasmas viniendo hacia mí, encabezados por el niño, cuando está a dos pasos de distancia me mira con sus ojos muertos para decirme algo.
-Esto es culpa tuya. -me despierto de golpe y me encuentro en mi habitación, el sutil olor a rosa que hay gracias a la rosa de Jayden me tranquiliza un poco.
Me levanto para subir las persianas y cuando el sol me da en la cara me obliga a cerrar los ojos, cuando me acostumbro a la luz abro la ventana para que entre un poco de aire fresco, hago la cama y bajo. En el reloj de pared pone la una y media, por lo cual es la una menos cuarto, ese reloj lleva mal desde que llegue aquí como mínimo, me acerco a la cocina y veo a Daemon limpiándose las manos de sangre, pero no viene de un asesinato, viene de ver a su hermana, le saludo como si no supiera de done ha venido, sé que no le gusta hablar de eso.
-Hola.
-Buenos días, ¿Cómo estás?
-Mejor.
-Tendría que haberme puesto entre tú y mi padre...
-No pasa nada.
- ¿Cómo es que después de todo sigues sin odiarme?
-Ni siquiera yo lo sé.
- ¿Eso quiere decir que reconoces que deberías odiarme?
-Puede. -sonrío, obviamente no se lo estoy diciendo enserio, y él lo entiende, porque me devuelve la sonrisa.
- ¿Te apetece pedir comida a algún restaurante?
-Sí, por favor.
- ¿Qué quieres? ¿Chino? ¿Hamburguesas? ¿Pizza? ¿Pollo?
-Pizza por favor, ¿La podemos pedir ya? Tengo hambre, y bastante.
-Vale, ¿De que la quieres?
-Mmmm... No lo sé, sorpréndeme, pero para beber agua.
-Muy bien-se aleja para que yo no oiga lo que pide y yo me siento en el sofá, vuelve y se sienta a mi lado-. Tenemos la pizza en media hora.
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Yo soy la asesina
Misteri / ThrillerLos dos mundos de Alice Anderson son completamente distintos. Por una parte, es una estudiante de instituto brillante. Por otra parte, la desesperación que tiene que vivir cada día la está consumiendo lentamente. Vive encerrada en un mundo de muert...