--Estoy segura de que esto no te gustará –mencioné mientras tomaba la playera.
-- Vamos –dijo ella con los ojos cerrados—tienes que adivinar siquiera mis gustos.
-- ¿No habíamos quedado en que yo no era tu niñera? –pregunté y ella rió.
Tomé una negra de Nirvana y se la entregué, ella sonriente se la probó y luego modeló frente a mí, haciéndome reír.
--Se ve bien jovencita Jauregui –dije y ella entrecerró los ojos.
--¿Ese sobrenombre desde cuando? –preguntó y yo me encogí de hombros mientras caminaba al siguiente pasillo.
-- Decidí llamarte así, creo que eso te coloca en un nivel superior a mí y también le informa a las personas que no somos iguales, así como... Alfred, el mayordomo de Bruce Wayne.
-- Pero Alfred le dice a Bruce "amo".
-- Sí, pero tú no cuentas con tanta suerte –reímos.
Seguimos por la tienda hasta que llegamos al área de maternidad, pasé por las blusas y la mayoría eran horriblemente enormes y los colores eran feos, los estampados tenían mariposas y ositos, definitivamente este no era mi lugar.
Lauren veía los trajecitos y sonreía, pareciese que ella supiera que yo estaba embarazada, sostuvo una blusa con un gato de dibujo y sonreí.
--Cuando tenga una hija le regalaré esta blusa –dijo con media sonrisa. Asentí y ella fue directamente a la caja para pagarla.
-- Aún no entiendo por qué la compraste ahora –dije cuando ella sostenía la bolsita en la mano.
-- Me gustó, eso es todo –sonrió y me mostró sus bonitos ojos verdes.
Tomé mi libreta y anoté otra cualidad por la cual dejarla vivir.
3. Dulce
Compré solo un par de blusas flojas para poder ocultar mi vientre por unas semanas más y también unos jeans de tallas más grandes. Lauren compró la blusa y unos jeans para ella. Me pidió que la acompañara a elegir un atuendo para ir a una cita a escondidas con Alexa.
Todo le quedaba bien, pero ella quería ir "perfecta" porque ella merecía más que la perfección. Bueno, esas fueron sus palabras. En realidad yo creía que con una dona pisoteada, comida por gusanos, llena de moho y arena, sería suficiente perfección para ella. Pero Lauren parecía ser feliz cada que hablábamos de ella.
--¿Por qué te gusta tanto? –pregunté.
-- No has visto su sonrisa –murmuró y yo levanté una ceja, ya la había visto pero este era mi momento de escucharla solamente—es agradable, risueña, linda... amable, se la pasa todo el día tocando el mismo mechón de cabello y cuando ríe se cierran sus ojos. Tiene un olor extremadamente dulce y lindo –dijo mirando hacia el cielo.
-- ¿Desde hace cuanto te gusta?
-- Creo que desde el jardín de niños, en realidad no lo sé, pero cada que pienso en ella mi mente se nubla y... dejo de pensar con claridad...
—Supongo que es porque esa chica te estupidiza —mencioné y ella me fulminó con la mirada—, es la verdad Lauren... desde que estoy en tu casa puedo notar las peleas que tienes con tu madre por esa chica, no digo que no sea linda, solo me pregunto si vale la pena como para dañar así tu relación con tu mamá.
—Mamá y yo estamos bien –dijo ella muy segura—solo nos hace falta un respiro.
—Pórtate bien hoy... y te aseguro que para la noche, estarán hablando como si nunca nada hubiera pasado –sonreí y ella también lo hizo.
Llegamos al área de cajas cuando en eso noté cómo jalaban a Lauren de la camisa y la lanzaban al suelo, haciendo que ella se lastimara un brazo. Dejé las cosas que tenía en la mano en el suelo y me acerqué a socorrerlo.
-- ¡Por Dios, ¿estás bien?! –pregunté alarmada. Ella se levantó rápidamente y empujó al chico que anteriormente la había aventado.
-- ¡Aléjate de Alexa, Jauregui! –le gritó el sujeto- ¡Entiende que ella ya no es una lesbiana como tú!
-- ¡ Ser lesbiana no es un insulto, Bestia ! –respondió Lauren- ¡Puedo valorarla más que tú!
¿Enserio se estaban peleando por esa chica? Rodé los ojos y me senté en el suelo mientras esos dos se ponían a discutir quién la amaría más y a quién le convenía más. Tomé mi libreta y comencé a escribir cómo me sentía, enserio me molestaba cómo se comenzaban a empujar, pero dejé que arreglaran su problema, hasta que noté que el chico frente a Lauren, tomaba una botella y la ponía en su espalda.
Me levanté inmediatamente y en cuanto estuvo a punto de golpearla, la empujé recibiendo el golpe en mi cabeza. Sentí cómo se me nublaba el pensamiento.
- ¡Idiota! –gritó Lauren y yo di unos pasos hacia atrás.
- Lo lamento chica –mencionó el tipo tomando mi brazo e impidiendo que yo cayera.
- ¡Cómo pudiste idiota! –dijo realmente fúrica.
- ¡Callate! –le dijo y la empujó de nuevo, pero esta vez golpeó su ojo lastimado. La razón volvió a mí y yo lo empujé.
- ¡Dejala en paz! –le grité y el chico me fulminó con la mirada, tiré mi mochila y lo golpeé realmente fuerte con el puño cerrado. Lo hice caer y alguien tomó mi brazo.
- Le pedimos por favor se retire de la tienda... -un oficial. Agaché la cabeza, tomé mi mochila y Lauren caminó detrás de mí.
Sin decir nada salimos de la tienda junto con nuestras cosas, Lauren corrió al auto y lo trajo más cerca de mí para que yo pudiera subir en él, abrió mi puerta y yo entré como si nada. Me senté y recargué mi cabeza en el asiento.
Lauren entró corriendo a su lado y condujo con velocidad.
--¿A dónde me llevas? –pregunté mientras cerraba los ojos.
-- No te puedes dormir, te golpeó muy fuerte en la cabeza y te está sangrando –mencionó y me señaló el lugar tocándome en el área afectada.
-- ¡Ah! –dije apartando su mano y sintiendo cómo se me llenaban los dedos de algo viscoso y rojo. Sangre. Al verla me asusté un poco, pero Lauren siguió conduciendo a la misma velocidad hasta que llegamos a un hospital.
Al llegar se estacionó donde pudo y me ayudó a salir del auto. Tomó mi mano y me arrastró con ella a el área de urgencias. Allí notaron cómo mi cabello se empapaba de sangre y mi blusa también. Lauren parecía estar muy alarmada, pero cuando me metieron a un consultorio a suturarme, se comenzó a sentir mejor.
-- Tranquila hija... le sacaremos unas radiografías para ver si todo está bien... -abrí los ojos como plato y toqué mi vientre instantáneamente.
-- ¿Está bien señorita? –preguntó el doctor y yo asentí.
- Solo estoy adolorida –respondí y me levanté de la camilla. Lauren me miraba con preocupación y yo apreté su mano-. Vuelvo en un par de minutos.
-- Claro –respondió.
Caminé detrás del doctor donde me pusieron un chaleco-. Necesito decirle algo –le dije al doctor-. Estoy embarazada, tengo casi tres meses de gestación.
El doctor me miró y suspiró.
-- ¿Está el padre contigo?
-- No –respondí muy segura.
--¿Quién es la chica del consultorio es tu novia?
-- No, es solo mi jefa, bueno; trabajo para su familia, solo me acompañaba... no sabe del bebé, así que por favor no se lo diga.
-- Sabes que tu vientre crecerá y en un par de semanas se darán cuenta, ¿verdad?
-- Claro que lo sé –respondi y él me colocó otra capa en el vientre.
-- Es de plomo, te protegerá de las radiaciones –explicó.
Me recosté en la camilla y comenzaron a hacerme las radiografías. Me quedé seria un momento, tan solo sintiendo cómo el dolor de cabeza me consumía. Cerré los ojos y suspiré. "Deberías dejar que se defienda sola, solo es una hija de mami que lucha por una mocosa que no vale la pena" –pensaba, pero otra parte de mí-. "Mírala, está tan enamorada que no puede ni con su alma".
Al terminar, me suturaron la cortada, todo estaba bien, solo tendría una rara cicatriz en la parte trasera de la cabeza. Me lavaron el cabello y Lauren me dio una de las blusas que había comprado para usarla y tirar la que tenía puesta, llena de sangre.
--Lamento que te haya pasado esto, fue mi culpa –respondió Lauren y yo solo suspiré.
--Está bien, pero ya te dije lo que pienso de esa chica –dije mientras volvíamos a casa- ¿enserio crees que valga la pena?
-- Lo vale –respondió y yo solté el aire que tenía en mis pulmones de un solo golpe.
--Bien –fue lo único que respondí.
Llegamos a casa y entramos sin decir nada, cada quien a su habitación, me recosté en ella y sentí como todo me daba vueltas. Quería llorar, pero no quería hacerlo aquí. Lauren era un mocosa inmadura y me mataba de desesperación el saber que no agradecía todo lo que yo hacía por ella. Suspiré y traté de no llorar, pero fue inevitable. Las lágrimas comenzaron a salir y me comencé a quejar.
- Mi cabecita... -susurraba bajito. Me hice bolita en la cama y abracé una almohada. Me quedé quieta hasta que sentí que el sueño comenzaba a ganarme, pero el hambre era más pronunciada. Salí de la habitación cuando noté que todo estaba apagado. Bajé a la cocina, me senté en la mesa a disfrutar solo de un pedacito de pastel que había allí con un vaso de leche.
- ¿Por qué el parche? –preguntó Taylor mientras abría la puerta del refrigerador y sacaba también leche.
- Me golpeé la cabeza en el centro comercial –mentí.
- ¿cómo? –preguntó sentándose frente a mí.
- Recogía algo del suelo cuando con una repisa me golpeé –expliqué y me metí una cucharada más de pastel entre los labios.
- ¿Te dolió? –preguntó y yo asentí- Lauren sigue llorando en su habitación, dice que lamenta mucho el no haberte protegido bien.
- Chismosa –susurré y ella rió.
- Solo tiene miedo de que jamás le vuelvas a hablar –respondió mientras me quitaba una mordidita de pastel.
- No lo haré por un rato, estoy enojada con ella –susurré.
- ¿Por lo del botellazo? –preguntó.
- No, es por la tonta de Alexa... estoy harta de defenderla de ella. Así que ahora dejaré que se afronte sola a sus problemas.
- Siempre he dicho que las cosas se deben resolver de esa forma –mencionó ella y tocó mi mano- deja de preocuparte, es asunto de ella, no tuyo.
- Lo sé –respondí y terminé mi pastelillo.
Habían pasado ya tres semanas desde que Lauren y yo tuvimos silencio absoluto. Para lo único que le dirigía la palabra era para decirle que saliera de su cuarto para limpiarlo, y para que me diera toda su ropa sucia para lavarla. A veces ella me miraba a la cara, pero otras ni siquiera me saludaba, solo parecía que un bulto sin vida entraba a su cuarto y se llevaba todo.
Ahora me encontraba lavando los trastes cuando escuché que el teléfono de la casa sonaba. Rápidamente me sequé las manos y corrí a la sala, que era donde se encontraba el teléfono inalámbrico. Contesté como siempre lo hacía.
- Casa Jauregui –respondí.
- Necesito que vengas por mí –escuché que decía Lauren.
- ¿Dónde estás? –pregunté con una mano en mi frente.
- Estoy en detención... en la escuela –respondió. Suspiré pesadamente y mordí mis labios.
- Voy para allá –respondí y colgué el teléfono.
Fui a mi habitación y me puse una blusa más o menos decente, mi vientre ya se notaba, razón por la cual decidí ponerme una sudadera arriba, aunque hiciera calor. Me peiné y miré las pinturas de Taylor, quería maquillarme un poco, al menos para que no se quedaran con la mala imagen de la sirvienta de Lauren.
Me delineé los ojos, me puse algo de color en los labios y me perfumé un poco. Al terminar tomé mi mochila y salí rumbo a su escuela, antes de entrar me alboroté el cabello para que pareciera que lo traía al natural: castaño largo, algo ondulado.
Caminé hasta llegar a la escuela, algo imponente debo decir. Entré y hubo chicos y chicas que me miraban como si fuera un bicho raro, no bajé la cabeza, sino al contrario, encontré más seguridad y llegué a la rectoría.
- Buenas tardes, mi nombre es Camila Cabello y vengo en búsqueda de Lauren Michelle Jauregui –la señorita, o más bien anciana de algunos sesenta años, con canas por toda su cabellera, me observaba de arriba abajo. Arrugó sus labios –más de lo que ya los tenía- y solo me dio un papelito azul. Era un pequeño mapa a escala de lo que pensé era la escuela completa.
Caminé entre los pasillos hasta encontrarme con uno, aún más prolongado. Al final, llegué a una puerta que estaba toda rayada. La abrí y allí me encontré con todos los chicos malos. Entre ellos, estaban Alexa, el chico del centro comercial, una de las Smith's y Lauren. También había un maestro, el cual era extremadamente gordo, feo, y con un hamster de bigote sobre sus labios.
- Buenas tardes –mencioné- soy Camila Cabello, vengo por Lauren Jauregui.
Ella aludida se levantó pero la castaña la detuvo, me miró y besó apasionadamente a Lauren atontándola tanto que calló de nuevo en su asiento, ella puso la mano de Lauren en su seno, y comenzó a hacer ruidos extraños. Abrí mis ojos realmente impresionada por lo que veía.
El profesor estaba igual o peor que yo. Miré a los demás y creo que se emocionaron tanto al ver la escenita que cerraron las piernas. Miré a Lauren de nuevo y ella estaba toda temblorosa, sintiendo el pecho de Alexa en sus manos. Ella se apegó más. Bajó su mano por el pecho de Laur, y noté cómo bajaba cada vez más y más. Su mano llegó al cierre de Lauren y apreté los puños enfurecida, ella metió la mano al pantalón de Lauren y ella se sobresaltó.
Rápidamente me acerqué a ellos y jalé de los cabellos a la chica haciéndola retroceder.
- ¡Qué haces! –me gritó alejándose completamente de Lauren, quien tenia la boca abierta. Puse mi mochila en sus piernas y me giré hacia ella.
- ¿Podrías alejarte de ella de una vez por todas? –pedí molesta.
- Tú no eres nada, ni nadie para decirme qué hacer –respondió. Miré a Lauren y ella se levantó. Miré al profesor y él estaba completamente sonrojado.
- ¿Qué más tengo que hacer para sacarla de aquí? –pregunté.
- Tiene que pagar un par de dolares por las llantas que rasgó –mencionó, enojada metí la mano a mi mochila y saqué mi cartera, le entregué todo lo que tenía y el tipo torció la boca-. ¿Cuánto me darás por omitir esta... escenita? –preguntó a Lauren.
- Yo le pago mañana –respondí, tomé la mano de Laur y la saqué del salón, regresé y miré a Alexa.
- Te lo advierto, humíllala de nuevo y te las verás conmigo... -me di la vuelta y salí al pasillo, donde Lauren estaba agachada. Le quité la mochila y me la colgué.
- Lo siento...
- Cállate, no digas nada... por que sé que no lo sientes –respondí y caminé un poco más aprisa. Ella caminó detrás de mí y cuando llegamos al estacionamiento le quité las llaves-. Sube –exigí.
Conduje con rapidez y llegamos a casa en cuestión de segundos. Bajé del auto y ella se quedó allí dentro. Me metí a la casa y terminé de lavar los trastes.
Clara y Taylor estaban cenando con nosotros, Lauren solo movía un chícharo de un lugar a otro en el plato, me miraba a veces y yo pretendía que no lo notaba. Me mantuve en silencio.
- Bueno, basta de todo esto, enserio –dijo Clara mientras nosotros la vimos confundidos.
- ¿Pasa algo? –pregunté preocupada. ¿Y si se quejaría de mí y me corría de la casa?
- Ustedes me tienen harta –respondió Taylor también.
- Antes se llevaban bien –dijo Clara, yo miré a Lauren y ella bajó la mirada sonrojada, yo mordí mis labios y suspiré.
- ¿Qué pasó? –inquirió Clara. Tomé mi tenedor y seguí comiendo, yo no le iba a decir que estaba harta de su hija, yo era la inquilina aquí, era fácil decir: "no te agrada, entonces vete".
Lauren y yo nos quedamos calladas seguimos comiendo como si no nos hubieran preguntado nada. Ambas chicas suspiraron, se miraron entre ellas y solo negaron con la cabeza. La plática pasó desde un: "La producción ha mejorado desde que Camila llegó", hasta un "extrañamos que te comas el pan".
-- Aún lo haría, pero creo que ver el pan todo el día me quita las ganas de comerme todo lo que resta –admití. "Aunque lo único que provoca es que yo engorde y mi panza crezca cada día más".
-- De todas formas, que bueno que llegaste a la panadería aquél día –respondió Clara- Los proveedores te aman.
-- Gracias –dije sonriendo, miré a Lauren y ella al verme de buen humor sonrió también.
-- ¿Recuerdas cuando te golpeé por la noche? –le pregunté, cosa que le sorprendió, no le había dirigido la palabra desde hacía un tiempo.
-- Cómo olvidarlo, fue un gran gancho –respondió ella sobando su rostro. Había sido nuestra pequeña mentira, pero con esto le dejaba claro que ya no había lío entre nosotros.
-- Lo lamento –respondí y ella me miró tiernamente.
-- Yo lo lamento más –insistió, sonreí y Clara y Taylor suspiraron aliviadas.
-- Por fin esto se arregla –dijeron
Terminamos de cenar y yo levanté la mesa. Clara me ayudaba a lavar los platos cuando Lauren se recargó al lado de ella.
-- Mamá... -inició ella.
-- No irás –respondió y sonrió, Lauren hizo un puchero y yo reí.
-- Al menos deja que termine la oración, para que así puedas decirme que no –respondió ella.
-- Lo ponemos así hija, si a esa fiesta, lugar, película va Alexa, no vas –dijo Clara- si vas a ir con Drew... tampoco irás.
-- ¿Y si solo voy a ir a la piscina? –preguntó- Iré sola, necesito... pensar.
-- No lo sé hija –mencionó, pero ella hizo un puchero que le ganaría a todas las excusas que Clara pusiera para decirle que no. Su madre sonrió y besó su frente.
-- Bien, ve... pero lleva a Camila –yo me quedé como piedra, no podía usar traje de baño, jamás... es más ni siquiera podía usar una blusa de tirantes o ajustada.
-- Bueno, ¿quieres ir? –me preguntó Lauren y yo negué rápidamente-. ¿Por qué no?
-- No me gusta nadar –mentí, en realidad no sabía nadar, pero no me importaría aprender. La cosa es que mi vientre no era nada discreto.
-- Solo acompáñame... anda, ven conmigo –pidió ella haciendo el mismo puchero que hizo con su madre.
-- Enserio Laur, quisiera... pero tengo mucho trabajo qué hacer aquí –mencioné poniendo un plato en el fregadero.
-- Mamá... dile que me acompañe sino la despedirás –dijo Lauren poniendo las manos en su cadera.
-- No puedes hacer eso Lauren –dije riendo.
-- Ve a la piscina con Lauren o te despido –mencionó Clara. Reí y me le quedé mirando- es enserio.
La sonrisa se me borró y Lauren sonrió triunfante. Agaché la cabeza y acepté. Subí a mi habitación y busqué algo que usar para la piscina. En definitiva yo no utilizaría traje de baño. Lo que es más, utilizaría una sudadera, no me importaba morirme de calor. No le mostraría a Lauren lo gorda que estaba.
Así es...
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Yellow Shirt (Camren adaptación)
FanfictionEs la adaptación de uno de mis fics favoritos espero les guste tanto como a mi