Capitulo 24

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Tuve que irme a casa porque Austin dijo que le tocaba cuidar de Camila y yo tenía que ducharme, así que acepté. Cuando Austin llegó, Alejandro lo acompañaba, odiaba la forma en que se llevaban. Lucían como si fueran amigos de siempre. El padre de Camila me miró y yo a él con cierto desdén.
-Siento que me odias, chica –pronunció y yo lo fulminé con la mirada.
- Sí, enserio lo odio –respondí mientras caminaba a su lado tomando mis cosas de la silla en la que me había quedado anoche.
- Dame una buena respuesta, ¿por qué?
- Porque quiere llevarse a Camila de mi vida –respondí fácilmente.
- Tiene una hija, una niña que no has siquiera cargado. Jamás tienes la decencia de mirarla a la cara y nunca le hablas y mucho menos la mencionas, ¿por qué no te has preocupado por Cameron? –preguntó.
- Claro que me preocupo por ella es solo... que no quiero cargarla antes que Camila –respondí bajando la cabeza-. Se lo he prometido.
- ¿Y si mi hija no despierta? –preguntó Alejandro y yo apreté los puños.
- Tiene qué despertar –dije en un susurro- si usted no me va a dar esperanzas de que lo haga. Por favor manténgase callado.

Seguí guardando mis cosas y cuando terminé, me giré y besé su cabeza, cerré los ojos presionando mi frente con la suya. ¡Por Dios santo, cuanto la extrañaba!

*POV Austin*
Habían pasado ya otras dos semanas de lenta agonía en el que por fin hubo mejora para el cerebro de Camila, decían que su cuerpo había sanado ya completamente sus heridas y que lo único que faltaba era que despertara. Hoy intentarían hacerlo.

Alejandro estaba al lado de ella, yo estaba del otro lado. No le dijimos ni a Lauren ni a los demás para no ilusionarlos o darles esperanza de algo que tal vez no funcionaría.

El doctor llegó, hizo lo suyo y luego de unas dos horas ella comenzó a moverse. Cuando vi que abrió los ojos... sentí una gran presión en el pecho, ¡estaba viva! Sonreí y ella miró a su alrededor bastante confundida.

*POV Camila*
Me dolía la cabeza, sentía que todo me daba vueltas, seguro mamá me había dado algo para envenenarme. No entiendo cómo esa mujer puede intentar matar a su hija. Sé que nunca me amó pero no tiene el derecho de arrebatarle la vida a nadie, ella no es Dios, si por algo estoy aquí es porque quiere algo bueno para mí, ¿no?

Abrí los ojos y noté que no estaba en mi habitación y tampoco estaba en el baño de mi casa. Al contrario de todo, yo estaba recostada en una camilla que picaba, con tres hombres a mi lado. Uno parecía un chico de espléndidos ojos verdiazules, cabello castaño rojizo y labios increíblemente rosados. Parecía agradable y tenía el rostro pálido, ¿tan fea era yo?

El siguiente era Hugo, el vago que me alimentaba cuando yo tenía seis o siete años de edad. Sonreí y él a mí tomando mi mano.

El hombre que estaba a su lado me estaba revisando las pupilas, me pedía que apretara sus dedos con mis manos y que moviera los pies. Cuando notó que yo me estaba moviendo y que actuaba con naturalidad, sonrió y se fue.
-¿Hugo qué pasa aquí? –pregunté- ¿Cuándo volviste a la ciudad? ¿Mamá está cerca? –inquirí asustada y él se acercó a mí dándome un beso en la frente.
- No temas cariño –respondió tomando mi mano-. Hay algo que tienes qué saber... yo no me llamo Hugo, mi nombre verdadero es Alejandro –dijo y luego noté que tenía un traje bastante caro y una sonrisa espléndida sin barba y tampoco traía una camisa con hoyos.
- ¿Qué le hiciste al Hugo que yo conocí? –pregunté con media sonrisa-. ¿Y mamá?
- La abandonaste ya hace unos meses –respondió el chico que estaba al lado de Hugo, bueno... Alejandro.
Sonreí curiosa y luego desvié la mirada-. ¿Eres mi enfermero? –pregunté y él negó incómodo.
-Soy... soy Austin, ¿no me recuerdas? –preguntó y yo negué efusivamente. Luego puse mi mano en mi vientre y abrí la boca soltando un sollozo lleno de terror.
- ¡Donde está! –grité- ¿Dónde está el bebé?
- Cariño –llamó Alejandro y yo lo miré asustada, ¿qué rayos había pasado?-. Hay algo que debes saber –dijo sentándose al lado de mí en un banquito cercano-. Tuviste un accidente hace dos meses ya. Fue un choque automovilístico en el que el tu cerebro impactó fuertemente con tu cabeza. Sufriste una gran contusión cerebral y bueno, perdiste... por lo que veo memoria, ¿qué es lo último que recuerdas? –preguntó.
- Yo... yo iba corriendo hacia el tren de California, el tren que me traería a... ¿Dónde? –pregunté y él suspiró.
- Cariño tuviste una niña –respondió y yo sonreí ilusionada.
- ¿De verdad? –pregunté y él asintió-. ¿Tú qué haces aquí? –pregunté, ahora que lo pensaba tenía mucho tiempo sin verle, de hecho mamá le había gritado mucho cuando lo vio cerca de mí.
- También hay otra cosa que debes de saber, además de que no me llamo Hugo, me apellido Cabello, soy tu padre Karla.

Empecé a reírme de lo que él me estaba diciendo, pero luego me empezó a mostrar identificaciones, mi acta de nacimiento y algunas pruebas más de lo que él me quería confirmar.

-Entonces... ¿todo este tiempo me dijiste que eras un vago con una hija perdida y esa hija perdida era yo? –pregunté y él riendo dijo que sí-. Estás loco papá –dije sonriendo.
- Un poco, pero tú no estás tan sana... -sonrió.
- ¿Mi hija dónde está? –pregunté-. ¿Dónde está Cameron?
- La tiene Keaton en casa –mencionó el chico llamado Austin.
- ¿Quién es Keaton? –pregunté y él suspiró.
- Es mucha historia y no creo que tu cabeza aguante tanta información –respondió y se sentó a mi lado tomando mi mano-. Es bueno tenerte de vuelta, creímos que jamás despertarías.
- Siempre me despierto –aseguré y él sonrió inocente, me agradaba este tipo.

-Creo que deberían de decirle a Lauren que Camila ya despertó –mencionó mi papá. Yo arrugué la frente. ¿Quién demonios era esa?
- ¿Esa quién es? –pregunté y Austin salió de la habitación-. ¿Quién es? –insistí.
- Lauren es... una buena chica, ha cuidado mucho de ti. Ella y su familia te encontraron mientras tú casi morías de hambre. Desde entonces has hecho limpieza en su casa, o trabajo como ayudante de una panadería –asentí confundida, ¿Cuándo y cómo demonios pasaría eso?
- Dijo que viene hacia acá –mencionó Austin.


...


Estaba ahora sentada. Todo me daba vueltas, pero trataba de asimilar todo lo que ellos contaban de mi vida. La herida en mi vientre no me dolía tanto como la que tenía en la cara. Ahora además de fea y gorda, tenía una cicatriz.
-Dicen que las cicatrices son sexys –mencionó Austin haciéndome reír.
- ¡Por Dios estás despierta! –escuché que una chica con cabello largo castaño y ojos verdes decía cuando entró a la habitación.

A paso apresurado se acercó a mí y me abrazó plantando un beso en mis labios. Me quedé realmente en shock sintiendo cómo movía su boca desesperadamente sobre la mía.
-Te extrañé –susurró entre mis labios y yo seguía en shock-. No puedo creer que ahora estás despierta, no tienes idea lo que sufrí sin ti.
- Hem... yo... -no entendía lo que pasaba y ella seguía besándome ahora más tiernamente, me quedé quieta hasta que terminó y desvié la mirada realmente avergonzada, me había acosado y había roto las reglas en cuanto a mi espacio personal sin siquiera preguntarme nada.
- Lauren –llamó Austin a la chica.
- ¿Qué? –dijo ella con una gran sonrisa.
- Amiga, no tengo idea de quién eres... -respondí yo y ella me miró un tanto desconcertada y luego soltó a reír.
- No juegues así conmigo Camila –dijo riendo algo eufórica, tal vez por los nervios.
- Lauren –interrumpió de nuevo Austin- Camila perdió la memoria, en su mente actual, ella nunca te conoció. Lo último que recuerda es el día en que escapó de casa.

La chica llamada Lauren se me quedó mirando y luego vio a los dos que me acompañaban, comenzó a reírse y luego se acercó a mí.
-¿Por qué los recuerdas a ellos? –preguntó con fiereza- ¡Recuerdas a todos excepto a mí! –gritó y yo me moví hacia atrás algo incómoda.
- No, yo... yo no recuerdo a él –dije señalando al de mirada azulada.
- ¿Y a tu padre si? –preguntó enojada.
- Es mi padre, bueno... él es Hugo, el vagabundo que me daba de comer –respondí y la chica suspiró agitadamente, se movió hacia atrás y empujó un carro de emergencias que se encontraba allí dentro.
- ¡Joder Camila, eres mi novia! –gritó y yo me asusté un poco- ¡Me amas, tanto como yo a ti!
Cuando dijo eso me comencé a reír y encontré el carácter que se había escondido quién sabe donde cuando ella me besó.
-Escucha amiga, no puedes llegar a gritarle a una chica que ha perdido varios meses de memoria. Acabo de despertar y resulta que mi hija tiene dos meses de edad, se llama Cameron Michelle y que tengo un padre. ¿Realmente esperas que crea que te amo cuando ni siquiera recuerdo haberte visto? –pregunté y ella se quedó seria-. ¡Ten un poco más de consideración idiota! –le grité y ella bufó.
- Pues el título de "idiota" para mí al menos aún lo usas –dijo ella dándose la vuelta y azotando la puerta detrás de sí.

-¡Qué se creé esa estúpida! –dije realmente enojada- ¿Cree que puede llegar a besarme así como así? –pregunté- ¡Qué idiota!

Miré a mi padre y él medio sonreía en un rincón. Él estaba enviando correos electrónicos desde su iphone mientras que Austin estaba a mi lado y apretaba los labios.

-¿Qué? –pregunté.
- Tú amas a esa idiota... y mucho –reiteró y yo desvié la mirada.
- Eso yo no lo sé –susurré.



Yellow Shirt (Camren adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora