Capitulo 7

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*POV Austin*
Estaba en casa preguntándome si llamarla o no; honestamente si tenía ganas de hablar con ella, tal vez preguntarle como estaba, o si quería ir a cenar conmigo o si podíamos solo hablar de su hija o hablar de la ropa que le conseguí de mi hermana no lo sé algo.

Mi hermana se había encargado de averiguar con Taylor su teléfono, por lo que estaba un poco nervioso acerca de lo que haría. ¿Qué tal si me contestaba Jauregui? ¿Qué le diría? ¡Hey invitaré a salir a tu sirvienta! Bueno, en realidad solo quería verla, no pretendía nada romántico aún.

Algo nervioso levanté el teléfono, sí tenía un teléfono antiguo que aún funcionaba y aún levantaba la bocina. Digité el número y luego de uno o dos timbrazos se escuchó que algo se caía del otro lado.
-¡Auxilio! –escuché el grito desgarrador de Camila--. ¡Mi hija, auxilio! –gritó.
- ¡Camila! –grité- ¡Camila! –no había respuesta. Me tomó medio segundo cortar la llamada, tomar mi chaqueta y las llaves del auto. Salí disparado escaleras abajo y me metí al auto tan rápido pude.

Creo que mi auto jamás había corrido tan rápido en semanas. Sabía donde vivía porque Lauren era un año menor que yo. Por lo cual estaba en la escuela de ella, y su madre era de las más conocidas en el lugar por su excelente calidad en pan.

Atravesé un par de calles en rojo y me dirigí a su calle con velocidad. Al llegar pude notar cómo el auto de Jauregui se iba. Me estacioné a penas en su casa y corrí hacia la puerta. Miré por la ventanilla y escuchaba a Camila gritar.
-¡Camila! –gritaba desesperado, ella solo gritaba algo sobre su hija. Miré por la ventanilla de la puerta y allí estaba ella arrastrándose en el suelo, con sangre en su vientre. Asustado golpeé la puerta y no cedía, tuve que romper parte de la ventana para poder abrir la cerradura.

-¡Austin! –dijo ella al verme, había sangre saliendo de sus labios.
- ¡Qué rayos! –dije mientras me acercaba, vi como ella oprimía su vientre y de sus manos desbordaba sangre. Corrí a la cocina tomé todas las servilletas de manta que encontré y me acerqué a ella poniéndolas allí.
- ¡¿Qué pasó?! –dije desesperado mientras la alzaba en mis brazos y la llevaba al auto- ¡¿Qué te hicieron?! –dije y la metí en la parte trasera.
- ¡Llevame al hospital! –gritó llorando. Conduje de nuevo con rapidez, olvidando que tenía las manos llenas de sangre que pasaba miles de altos, seguramente tenía más de 20 infracciones y no me importaba, lo que yo quería era que ella se salvara.
-¡Camila! –dije cuando ella ya no me respondía- ¡Demonios! –los ojos se me llenaron de lágrimas, eran de impotencia. Ojalá supiera qué hacer además de conducir.

Llegué al hospital, a la entrada de emergencia y salí del auto, junto con los camilleros que rápidamente la tomaron en sus brazos y la pusieron en una camilla.
-¿Nombre? –preguntáron.
- Camila, tiene unos diez y ocho... está embarazada –dije y ellos tomaron nota mientras caminaban.
- Bien, quédese en la sala de espera... -me pidieron y cerraron las puertas del quirófano frente a mí.

Miré a mi alrededor y miré mi chaqueta llena de sangre, me la quité y fui al baño a darle solo una limpiada a esta. Me la coloqué de nuevo y esperé allí para ver qué me decían. Lo admito, no podía dejar de morder mis uñas y mover los pies y las manos por el nerviosismo. ¿Qué pasaría si lo perdía? ¿Qué pasaría si ella se moría? No creo que pueda soportarlo, no porque la quiera o porque la necesite, sino porque yo la traje aquí. ¿Y si no conduje lo suficientemente rápido? ¿y si la niña murió? ¿Cómo sobreviviría ella? Es su hija, tenía que sobrevivir.

No tiene familia, ¿a quién acudirá? ¿A sus patronos? No lo creo, Lauren se fue cuando ella moría. ¿Qué se supone que hiciera? Solo tenía 20 años y en dos meses me graduaría. Definitivamente necesitaba conseguir dinero, al menos para darle algo para sostenerse.



Me quedé cerca de tres horas esperando respuestas, creo que de la espera la adrenalina bajó, sentía un poco de sueño, pero no dormía esperanzado a que algún doctor me llamara.

Cuando por fin sentí que alguien tocaba mi hombro me levanté al ver que era alguien con bata blanca. Me acomodé el cabello y miré a la doctora que estaba frente a mí.
--Eres el chico que venía con la chica Cabello, ¿verdad? –preguntó y yo asentí, aunque honestamente no sabía si se refería a Camila pues no sabía su apellido.
- Sí... eh ¿cómo está? –pregunté algo nervioso. La doctora suspiró y me pidió que la siguiera a su consultorio.

Una vez allí me senté y esperé las peores noticias, seguro no sobrevivió, seguro está muerta, seguro su hija está muerta. Lo sé, todo irá mal. Apreté los labios y me acomodé la chaqueta, ya sentía la mala noticia. La respiración se me comenzó a agitar.

--Necesitamos saber quién le enterró esa navaja a Camila, fue profunda y perforó varios órganos importantes...
--¿Está bien? –pregunté- Solo dígame si la niña sobrevivió –pedí.
-- Gracias a Dios... la navaja no perforó el útero de Camila, su hija y ella están bien. Ahora están descansando, tendrá que permanecer fajada, ya que la herida puede reabrirse, por lo que tiene que permanecer en reposo por unas tres o cuatro semanas más. Lo que ayudará a que su hija esté bien y relajada. Se ha llevado un susto de muerte.

Creo que no escuché lo demás, con decirme que ambas estaban bien me hizo feliz. Sonreí y suspiré aliviado.

--¿Es tu esposa y tu hija? –preguntó y yo medio asentí, tal vez así me darían más acceso a verla que si decía que era solo un conocido que pasaba por allí.
-- Sí –respondí- ¿puedo verlas?
-- Ahora descansan, pero en un par de minutos más cuando ya estén en su habitación te lo haré saber –sonreí y asentí. Salí de allí y me quedé un rato más en la sala de espera. Ninguna de mis hermanas me llamaron para preguntar cómo estaba ni yo lo hice, no quería preocuparlas ni que armaran un escándalo por lo de Camila.

Me mantuve en la sala solo escuchando música y esperando a que me llamaran. Estaba más relajado al saber que ella estaría bien, lo único era. ¿Cómo pasaría reposo si nadie sabía que ella estaba embarazada y que estuvo a punto de perder la vida? Mordí mis labios y comencé a pensar en "adoptarla", mamá no me dejaría, mi padre tampoco. Además... creo que tendría que hablar con Lauren para poderla poner en su lugar. ¿por qué se había ido así y dejado a Camila sin ayuda?

Me molestaba esa chica, enserio que sí. Negué con la cabeza y traté de disipar cualquier indicio de rencor contra ella. No la conocía pero definitivamente no dejaría que le hicieran daño de nuevo.



Por fin me dejaron entrar. Caminé hacia el final del pasillo en la habitación 234 y al llegar toqué levemente la puerta, nadie atendió. Abrí lentamente y allí estaba ella, viendo hacia el vacío, con sus manos en su vientre. Sus ojos estaban enrojecidos y su cara brillaba debido al sudor.

Suspiré y di unos pasos hacia adentro. Ella me miró levemente y luego de sus ojos salieron lágrimas.

--Austin –susurró y yo caminé hasta llegar al lado de su camilla. Tomé su mano y ella comenzó a llorar. Pegué mi frente a la de ella y luego la besé.
- Tranquila... ella está bien –dije y ella sollozó frente a mí. Me acerqué más a ella y puse un brazo bajo su cabeza, ella se acurrucó en mi pecho y yo la oculté en él.
- ¿No pasó nada con ella? –preguntó y yo negué.
- Gracias a Dios, todo está bien con ella, pero tienes que mantenerte en reposo, así tu herida sanará pronto. Si no lo haces pueden abrirse tus heridas internas –susurré y ella asintió.
- No puedo quedarme todo el tiempo quieta, tengo que ayudar en la panadería y limpiar la casa de los Jauregui, además tengo que cocinar y tengo que...
-- Shh –pedí y puse la mano en su boca- Cállate, yo te ayudaré –dije con media sonrisa.
- Comenzarás a trabajar para los Jauregui o ¿qué harás? –preguntó y yo reí.
- En realidad pensaba ayudarte a pagar un departamento, por lo menos por las tres semanas en las que tienes que descansar, para que duermas allí todo el tiempo que necesites, una vez que descanses puedes volver a casa de Lauren –ofrecí.
- ¿Qué haré como para que me crean que me voy por tres semanas y luego volver? –preguntó y yo me encogí de hombros.
- No lo sé, tal vez decir que volverás a casa por algunas de tus cosas, que tienes que hablar con tu madre... o algo así –respondí- lo que sea necesario como para mantenerte alejada pero también como para dejar la puerta abierta para cuando decidas volver –insistí y ella me miró algo dudosa.
- Sé que no deberías de aceptar la ayuda de un desconocido y que no te aseguro que te encontraré un lujuso departamento pero al menos hago lo que puedo –dije y ella asintió.
- No te preocupes, confío en ti de alguna forma –susurró- tú me trajiste...
- No quería perderlas –susurré y ella asintió mientras se acurrucaba más a mí- aunque sea un extraño...
- Lo eres –susurró.
- No quería que murieras –respondí y ella solo se abrazó más a mí.
- Eres un buen chico Austin –musitó y yo solo sonreí a medias.
- Gracias –respondí.
- ¿Me matarás en cuanto me tengas sola en ese departamento? –preguntó y yo reí.
- La morfina te hace daño –susurré y ella asintió- no, pero puede que mate a Lauren, no lo sé –dije encogiéndome de hombros.
- Es distraída... -susurró.
- Sabes lo que pienso de ella –dije y ella solo asintió- por cierto... ante el hospital somos esposos.
- ¿Por qué? –preguntó curiosa mientras buscaba mi mirada algo atontada.
- Porque solo así me darían acceso a visitarte libremente –dije y ella asintió.
- De acuerdo –susurró y se quedó callada y con los ojos cerrados en mis brazos.


*POV Lauren*
--¡¿Dónde está?! –grité enojada en emergencias.
-- Disculpa, pero solo puede recibir una visita a la vez –dijo la enfermera mientras me trataban de calmar. ¿Cómo demonios querían que me calmara si en el suelo de la sala había sangre regada por todos lados y ella no estaba?
-- ¿Y quién demonios está con ella? –pregunté.
-- Su esposo –me contestaron. ¿Cuál esposo? ¿El papá de la niña? ¡No lo creo! Me encolericé más de la cuenta y comencé a caminar por los pasillos. Las enfermeras me perseguían y el tipo de seguridad también. Llegué a la habitación en la que me dijeron estaba y entré sin permiso. Encontrar a Camila dormida en los brazos de Austin fue demasiado para mí, ver que tenía vendas enrojecidas e intravenosas en sus brazos, junto con dos electrocardiogramas que medían los signos vitales de Camila y de su hija me hicieron romperme.
-- ¡¿Quién te hizo esto?! –le grité y ella despertó de golpe. Austin apretó los puños y se levantó- ¡¿Quién te lo hizo!? –pregunté aún más enojada, el tipo de seguridad del hospital me sacaba de la camisa con algo de cuidado supongo que porque era una chica y Austin me empujó hacia afuera.
-- ¡Alexa Ferrer! –escuché que me gritaba Camila.
- ¡¿Qué?! –dije y entonces me di cuenta de qué era lo que había pasado.

Ya saben chicos si comentan y votan me hacen un gran favor los quiero y esas cosas cursis que se dicen cuando quieres a alguien.

Yellow Shirt (Camren adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora