Capítulo 1.

74 11 0
                                    

Las lágrimas descendían por todo su rostro, se mezclaban con la sangre que lentamente salía a montones por sus pequeñas muñecas. 

No quería seguir en ese mundo, estaba dispuesta a acabar su estadía, mientras pasaba de nuevo el filo de la navaja por sus muñecas y sentía el efecto de las pastillas sobre su organismo se escuchó a su madre subiendo las escaleras y forcejear con la puerta del baño en el que ella se encontraba a punto de morir.

-¡MÍA! ¡MÍA ABRE LA MALDITA PUERTA!-gritaba esta mientras su padre subía rápidamente las escaleras en busca de su hija y su mujer.

-Déjame a mí, Ashley...-Mark quitó a su mujer del camino y con una mínima tomada de carrera y un golpeseco contra la porción de madera entre las paredes logró hacerse paso a través de esta. Sus ojos dejaron escapar las lágrimas contanidas, su hija yacía en el suelo, con los ojos abiertos, el cuerpo cubierto de sangre, en sus manos, una de sus preciadas navajas, el frasco de pastillas para su ansiedad se encontraba por la mitad y una gran parte de ellas estaba en el suelo.

-¡MADRE MÍA!-gritó abalanzándose sobre el pequeño cuerpo de su última hija y mirando a su hijo contener a su madre-¡MATT! ¡MATT, MUEVE TU MALDITO TRASERO Y LLAMA A UNA AMBULANCIA! ¡VE!

Bajó corriendo las escaleras, casi tropezaba pero llegó al teléfono y mientras pedía una ambulancia escuchaba los gritos y sollozos de su madre.

-¡¿Por qué?! ¿Por qué, Mía? ¿Por qué?

-¡Cállate de una vez!-rugió su marido mientras tapaba las heridas de su hija con su mano y acariciando su rostro con la otra-Pequeña Mía... Estarás bien, te lo prometo, vas a estar bien... No nos dejarás.

Lo que él no sabía era que en la mente de Mía estaba pasando todo, veía a su madre llorando, a su padre bajo su cuerpo y escuchaba la ambulancia cada vez más cerca, sus ojos se fueron cerrando y, de un momento a otro, todo fue una oscura y gran nube negra que tapó todo por un tiempo, un gran periodo de tiempo que fueron, tan sólo unos segundos a sus ojos.

Era su cuarto intento de suicidio ese mes, los intentos anteriores no la habían llevado hasta el hospital; al despertarse en una camilla comenzó a largar gritos e insultos, se empezó a mover sin calma alguna, pataleaba sus manos subían y bajaban sin que nadie pudiera controlarla, siquiera Matt que estaba a su lado mirándola con temor pero con aún mucha más tristeza.

-¡Déjenme ir, bastardos! ¡Suéltenme de esta mierda! ¡Déjenme en paz, hijos de puta!

Al salir de su trance, Matt corrió a la puerta donde una enfermera, sus padres y 3 doctores venían a tranquilizar a Mía. Entre dos de los tres doctores sostuvieron sus piernas, la enfermera tenía su brazo derecho y su abdomen mientras el tercer doctor inyectaba una droga en su vena izquierda y la dejaba tranquila en una nube de calma imaginaria. Al ver que Mía sí respondía a la droga, miró a sus padres y con una cara que esparcía mas terror que calma, suspiró y dijo:

-No se irá del hospital, se quedará aquí. Necesita un tratamiento más largo del usual en intentos de suicidio. Y, aunque no lo crean, este no ha sido su primer intento.

-¿Cómo que no es su primer intento? ¿Qué quiere decir, doctor?-la señora Clemmings apretó la mano de su hija que en estos momentos se encontraba dormida por la droga aplicada.

-Eso quiero decir, que ella ha intentado suicidarse más veces... Siento comunicárselos pero su hija está deprimida, sino no estaría haciéndose esto... Si desean, pueden llenar la planilla, internarla ahora en un plan que cubrirían 3 años de tratamiento, porque esto sin duda no será corto, tomará tiempo y 3 años es un mínimo. Tendrá terapias, compartirá un piso con chicos con problemas suicidas, todos los adolescentes y pre-adolescentes con problemas de autoestima o trastornos alimenticios.

-¿Tu qué crees, Mark?-miró a su esposo esperando encontrar la respuesta en él.

-¿Podrán curarla?-preguntó este con tono firme hacia el doctor.

-Haremos todo lo posible por ello, señor Clemmings. Se lo aseguro.-aseguró el doctor pasándoles un papel de inscripción y un bolígrafo.

-Entonces le encargo a Mía, ¿qué planilla llenaremos?-extendió su mano para aceptar el papel que el doctor Evans les ofrecía.

Al terminar la planilla y entregar un cheque por adelantado, volvieron a dejar a Matt a solas con su hermana para hablar sobre todo lo que la señora Ashley Clemmings preguntaba a cada minuto.

Matt tomó la mano de su hermana y comenzó a hablarle lentamente:

-Mía... no te das una idea del susto que me has metido, creí que podía perderte, que te irías y mí hermanita menor ya no estaría conmigo...-las lágrimas comenzaban a salir cuando de repente Mía apreta su mano, abre los ojos y, con voz calmada y algo ronca suspira:

-Yo también lo creí... Creí que podría haber desaparecido de una vez por todas.

Escape From Pain.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora