Pasado
ENERO
Israel
—Adrián es genial, no es como los otros idiotas —digo entusiasmado—. Tengo que admitir que lo juzgue mal antes de conocerlo.
—¿Seguro que te cae bien? —Zoe me mira confundida—. No es quien te caería bien normalmente, es bailarín, sociable y...
—Un chico... —completa Daniela.
Ambas comparten una mirada rápida de complicidad y después regresan a mirarme a mí. Odio este lenguaje que tienen entre mujeres.
—¿Hasta qué hora estuviste con él? ꟷPregunta Daniela.
—Hasta la una de la mañana.
—¿Entonces ya es tu amigo? —Zoe parece distraída en su celular—. ¿Tienes una foto de él?
—Si es su amigo no podrás cogértelo, Zoe —bufa Daniela.
—Tranquila corazón, si es amigo de Isra no debe ser muy apetecible.
—¿Disculpa? —intervengo. Ambas se echan a reír.
Caminamos hacia la última mitad de nuestras clases, Zoe se atrasa hablando por teléfono y yo camino con Daniela por delante.
—Estoy contando los días para dejar de usar este estúpido uniforme —le da unos pequeños jalones a su falda hacia abajo—. Lo único que necesito son mis jeans y mis botas.
—¿Ya le contaste a tu mamá? ꟷpregunto. Su rostro cambia de inmediato, luce más tensa.
—No —baja la mirada—. Ella jamás entenderá, Isra.
—¿Contar qué? —pregunta Zoe a nuestras espaldas.
—Que estoy enamorada de Israel —me toma del cuello y me planta un beso en los labios.
—¡Ustedes son asquerosos! —grita Zoe y camina por delante de nosotros.
—¡Beso de tres! —grito y ambos nos echamos a correr detrás de ella.
Al llegar a la academia noto que luce distinta a los días pasados. Es viernes. Ocho de la noche. Tres chicos toman su mochila y se marchan. ¿Habré llegado tarde? ¿Me equivoque de hora? El salón principal está completamente solo. —Quizás entendí mal el horario y hoy ni siquiera tenía que venir —pienso.
Un sonido proveniente del pequeño salón donde hice mi audición llama mi atención. En ese salón se encuentra Adrián sentado en el suelo, está tan concentrado en su celular que no se da cuenta cuando entro.
—¿Cansado bailarín?
—Isra —levanta el rostro con sorpresa y me dedica una enorme sonrisa—. Estoy aquí desde que salí de la facultad, es mi último semestre así que es un poco pesado; aparte tengo sueño y hambre.
—Puedes darme la clase libre e ir por tacos —bromeo.
—No lo creo, necesitas cada clase —se pone de pie.
—Gracias por recordármelo.
—¿Me extrañaste? —pregunta.
—A veces eres muy engreído, ¿sabes? —eso lo hace reír.
—Me lo han dicho —arquea ambas cejas.
—¿Aún no llega nadie más? —pregunto analizando el resto del salón.
—Eres el único que llegara —le da un trago a su botella de agua—. La clase de los viernes ahora es exclusiva para chicos como tú.
—¿Chicos que son un desastre en el baile? —pregunto.
ESTÁS LEYENDO
¡Yo no Bailo!
Teen FictionYo también crecí rodeado de cuentos infantiles de amor, tú sabes, esas historias donde una princesa quedaba envenenada por comer una manzana y bastaba con un beso de amor verdadero para romper ese hechizo, donde un príncipe hacia hasta lo imposible...