Presente
AGOSTO
Adrián
—¿Necesitas suerte el dia de hoy? —escucho preguntar a mi madre.
Levanto la vista y la veo a través del espejo, me mira tiernamente desde el filo de la puerta de mi habitación, lleva un vestido color rosa que le llega encima de los talones, su cabello va peinado hacia atrás en una cola y lleva una diadema de flores como adorno. Cuando era pequeño les decía a mis amigos que mi mamá era un hada del bosque, que ella se encargaba de ayudar a los enanitos de blanca nieves cuando ella no estaba.
—¿Se nota? —me doy la vuelta y me acerco a darle un beso.
—Usaste la colonia de la suerte, la misma que usas desde pequeño —alisa las arrugas imaginarias de mi saco.
Cuando inicié en clases de ballet era un niño regordete y penoso, sufría cada que tenía que presentar algún número frente a todos, una noche mi mamá entro a mi habitación con una pequeña caja negra, en ella venía una colonia para caballero similar a la que usa mi papá. —Úsalo cuando necesites suerte, tiene polvillo de hadas— me susurró al oído.
—Pues si —agacho la mirada y sonrió por el recuerdo—, necesito toda la suerte del mundo este día.
—¿Más suerte que la que necesitaste el día que le pediste matrimonio a Elizabeth? —dice. Un golpe en mi abdomen bajo hace que tenga que sentarme—. Esa mujer te adora, si estás así de nervioso por un asunto con ella, deberías saber que todo saldrá bien.
—Elizabeth ya no está en mi vida, mamá —suelto. Jazmín entra a la habitación y se queda quieta en el filo de la puerta.
—¿Qué? —busca la broma en mi rostro—. ¡Adrián, espero estés bromeando! Si es una pelea es normal, regresara.
—No mamá, no es una broma —sonrió nervioso—, hace un año que no estamos juntos.
—¡Y cuándo pensabas decirnos, Adrián! —grita.
Jazmín entra de golpe y se planta frente a ella.
—¿Cuándo quieres que lo haga mamá? No podemos tomar un avión para ir a donde estén y contarles nuestras cosas.
—¿Qué pasó Adrián? —pregunta mi madre ignorando completamente a Jazmín—. Solamente no me digas que fue por un chico porque te juro que ahora si....
—¿Ahora sí que mamá? —me pongo de pie—. ¿Qué vas a hacer? ¿Me vas a arrastrar contigo a todos los rincones del mundo donde vas a llevarle a Dios a las personas? ¿Me vas a convertir en una persona hipócrita como ustedes? —antes de que pueda pestañar siento el golpe en mi mejilla izquierda.
—¡No me faltes al respeto! —grita.
—Esto es lo que soy... y no pienso disculparme por ello.
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¡Yo no Bailo!
Teen FictionYo también crecí rodeado de cuentos infantiles de amor, tú sabes, esas historias donde una princesa quedaba envenenada por comer una manzana y bastaba con un beso de amor verdadero para romper ese hechizo, donde un príncipe hacia hasta lo imposible...