𝑩𝒊𝒍𝒍 𝑲𝒂𝒖𝒍𝒊𝒕𝒛 ⁷²

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✧"Te soñé antes"✧•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••★•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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✧"Te soñé antes"✧
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Natalie no recordaba exactamente cuándo empezaron los sueños, pero sí lo que sintió la primera vez que lo vio, una calma extraña, como si su alma lo reconociera, incluso cuando se despertaba se sentía como si le faltará algo, se sentía sola.

En los sueños, él estaba siempre ahí, esperándola. Un chico de ojos oscuros y mirada profunda, con una voz suave que sonaba como una canción familiar. Le hablaba, la guiaba por un lugar desconocido una ciudad sin nombre donde solo existían ellos dos.

-Te estaba esperando, Natalie -le decía él, cada noche.

Ella se despertaba con el corazón bacio. Nunca recordaba detalles exactos de su cara, pero sí sus ojos... y su voz. No sabía su nombre, pero sentía que lo conocía desde antes.

Una tarde, caminando por Berlín, lo vio. Estaba ahí, el estaba ahí en persona. Sentado en una banca con gafas oscuras, una libreta en las manos y la misma energía que en sus sueños era «como si brillara de forma distinta al resto del mundo».

Natalie se detuvo. Se le heló el cuerpo.

Era él.

No un "parecido". No una ilusión. Él.

Estuvo a punto de irse. ¿Qué iba a decirle? ¿"Soñé contigo"? Sonaba ridículo. Pero entonces él levantó la mirada, como si sintiera algo, y sus ojos se encontraron.

Fue solo un segundo pero bastó.

Él se quitó los lentes y se levantó despacio dudó y caminó hacia ella.

«Viene hacia mi»

-¿Nos conocemos? -preguntó él, con voz baja.

-No... creo -dijo Natalie, nerviosa.

Él dio una leve sonrisa.

-Tengo una pregunta extraña... -dijo-. ¿Sueñas conmigo?

«Vaya, si que se escucha raro»

Natalie se quedó en silencio. La garganta se le cerró. Las lágrimas amenazaron con salir. Él lo sabía.

-Sí... -susurró ella-. Cada noche.

Bill Kaulitz -porque ahora sabía quién era- sonrió, con algo de alivio.

-Pensé que me estaba volviendo loco -dijo-. Pensé que eras solo una alucinación mía. Pero no. Eres real.

El mundo siguió girando a su alrededor, pero para ellos dos, el tiempo se detuvo.

No se abrazaron. No se besaron. Solo se quedaron mirándose.

No sabían qué iba a pasar no sabían si los sueños eran un aviso, un regalo, o el principio de algo mucho más grande.

Pero sabían esto. No estaban soñando. Ya no.

Pero... ¿Por qué se soñaban cada noche?






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